_
_
_
_
_

‘Los chicos del coro’ y ‘Matilda’ triunfan en los premios del teatro musical español

La adaptación de la película francesa y la obra basada en la novela de Roald Dahl se llevan cuatro galardones cada una. ‘Malinche’, de Nacho Cano, se alza como mejor producción

Javier Enguix, Inés León y el elenco de la gala durante el número final de la XV edición de los Premios del Teatro Musical.
Javier Enguix, Inés León y el elenco de la gala durante el número final de la XV edición de los Premios del Teatro Musical.Joaquín Puga
Javier A. Fernández

La oferta de teatro musical española vive un momento de plena efervescencia y su entrega de premios anual lo ha reflejado. Anoche se celebró la XV edición de los Premios del Teatro Musical, unos galardones que otorgan los profesionales del género mediante votación en línea a los artistas y espectáculos más destacados que se han estrenado el último año en el país.

En esta edición, Los chicos del coro, basada en la popular cinta francesa de 2004 dirigida por Christophe Barratier, y Matilda, la adaptación española del éxito de Londres, han sido los principales galardonados en una noche en el que los premios han quedado bastante repartidos. La historia interminable, inspirada en la novela de Michael Ende con partitura original, y Malinche, la superproducción con la que Nacho Cano puso ritmo pop a la conquista de México, se han llevado dos cada una. Esta última se ha hecho con el principal reconocimiento, mejor musical. El actor José Sacristán ha recibido el premio de honor por su contribución al género.

Los Premios del Teatro Musical no han dejado de crecer durante esta década y media. Han superado la crisis derivada de la pandemia con la misma fuerza que lo ha hecho la industria. Un sector pequeño dentro de las artes escénicas, pero con mucha visibilidad, que cada año acumula más estrenos. Tres años después de haber sufrido el cierre de los teatros durante meses, la profesión celebraba el fin de una temporada cargada de superproducciones en Madrid, Barcelona y de gira por España. “Que año más increíble, hemos liado una que pa qué”, reconocía sobre el escenario la maestra de ceremonias, la actriz, cantante y veterana presentadora de la gala, Inés León, en referencia al gran número de producciones en marcha. A su lado estuvo el actor Javier Enguix.

Números musicales propios y de importación

La velada se alargó durante tres horas en el teatro Coliseum de la Gran Vía madrileña, recinto de la recién estrenada producción de Aladdin, de Disney y Stage Entertainment. Y alternó la entrega de las 17 categorías y los tres premios especiales con un surtido de variopintas actuaciones musicales. Los organizadores, Raul Ibai y Sonia Dorado, salpicaron la gala con números de producciones de éxito en Londres, como Six, una revista pop contemporánea que narra las vicisitudes de las seis esposas de Enrique VIII de Inglaterra; y adaptaciones de las letras para narrar con humor la realidad de la profesión de famosos números de títulos como The Book of Mormon (El libro del mormón), que tras una década en Broadway y el West End, aterrizará en el teatro Calderón este octubre.

Hubo espacio para el humor, pero también para la promoción de los espectáculos en cartel, con algún imprevisto. Fue el caso del popurrí de boleros que forma parte de Última noche con Sara, un homenaje a la actriz Sara Montiel dirigido por Eva Manjón y protagonizado por Nuria Fergó, exconcursante de Operación Triunfo. Estaba previsto que Fergó lo interpretase, pero un problema de salud se lo impidió, por lo que la propia directora, también cantante y actriz, la sustituyó improvisadamente sobre las tablas.

Las intervenciones de los premiados fueron cortas, estos profesionales fueron capaces marcar el ritmo tan bien como cada vez que se suben al escenario. Tan solo en un par de ocasiones tuvieron que poner en marcha ese aviso tan de moda en las entregas de premios que presiona a los galardonados para que acaben sus discursos. En esta edición, el actor Alejandro Mesa, vestido de alfombra —o alfombrilla del baño, como comentó Enguix jocosamente—, entraba en escena, con un aspecto cómicamente apático, a darles el ultimátum. Un homenaje al musical anfitrión, Aladdin.

Entre los discursos, llamó la atención por su mensaje el del caracterizador Aarón Domínguez, ganador por La historia interminable. Domínguez denunció la escasa representación que las mujeres tienen en el sector más allá de la interpretación. No hay nombres femeninos en las categorías técnicas y de dirección de este año: ni en dirección de escena, dirección musical, escenografía, coreografía, diseño de iluminación, diseño de sonido ni en caracterización.

El momento de los pioneros del teatro musical

El legendario director Jaime Azpilicueta, de 82 años, pilar del teatro musical en España desde la década de los setenta, subió a mitad de la gala al escenario para entregar el PTM de honor a José Sacristán. Ambos representan a la vieja escuela, cuando el musical era algo poco común. “En 1975 hice mi primer gran musical, Jesucristo Superstar, ante 1.200 personas que no sabían lo que era un musical. Eso de cantar, bailar y actuar a la vez no se contemplaba. No existía el oficio”, recordaba con emoción el director de Evita, Sonrisas y lágrimas, Víctor/Victoría y My fair lady, esta última junto a Paloma San Basilio y Sacristán.

Azpilicueta se deshizo en halagos hacia las nuevas generaciones. “Cualquiera de los artistas que han salido a este escenario podrían estar en cualquier musical de Broadway o del West End”, reivindicó antes de presentar a Sacristán, que subió al escenario emocionadísimo: “Por fin se reconoce a la tonadillera que siempre quise ser”, festejó ante el pupitre el intérprete de 85 años. “No puedo vivir sin música, según mi estado de ánimo paso de Juan Sebastian Bach a Chueca, de Chueca a Quiroga, de Quiroga a Stephen Sondheim y de Sondheim, a la Niña de los Peines”, relató.

El actor José Sacristán que recibe el premio de honor, junto al director de escena Jaime Azpilicueta.
El actor José Sacristán que recibe el premio de honor, junto al director de escena Jaime Azpilicueta.

El paso de Sacristán por el género ha sido fugaz, siempre en tándem con San Basilio. Primero en El hombre de la Mancha, en 1997; después en 2001 con My fair lady, pero permanece aún con fuerza en el imaginario colectivo y en la visión nostálgica de los primeros pasos del género en España. “Fueron dos aventuras inolvidables no solo de trabajo, sino de vida”.

La noche llevaba también el nombre del prestigioso guionista de cine y televisión —y de los Goya durante muchos años— Juan Luis Iborra, al frente de Los chicos del coro, por la que se llevó el premio a mejor dirección, su debut en el género. “Llevo 40 años en esta profesión y mi ilusión era hacer teatro musical. De peque lo replicaba como un musical las películas que veía con mi padre”, recordaba minutos antes de que se entregara el galardón más jugoso y esperado, mejor musical, que, contra todo pronóstico, se llevó Malinche. Su elenco subió a recogerlo en nombre de Nacho Cano que, aunque había estado presente en la gala, pasada la media noche, cuando se entregó el galardón, ya se había marchado.

El último musical del antiguo miembro de Mecano, que narra un capítulo de la conquista de México a través de las figuras de Hernán Cortés y la joven nativa Malinche, ha sido recibido tibiamente por la crítica. Raquel Vidales escribía en esta sección en su estreno que, aunque cuenta con buenos cantantes y excelentes bailarines, el libreto resulta superficial. “Convierte la conquista española de México en un sainete con diálogos burdos, chistes picantones y algunas escenas delirantes”, señalaba.

El resultado de la votación de la profesión en esta categoría generó comentarios en el patio de butacas. Pero se disiparon en cuanto el elenco, liderado por el veterano Javier Navares, subió al escenario. Entonces el público, formado principalmente por miembros del sector, se deshizo en aplausos. “Esto sí que ha sido sorprendente, después del devenir de la noche. Hablo en nombre de Nacho, que ha tenido que irse, hablo en nombre de todos mis compañeros... Sé que se nos ha cuestionado mucho. Al final hemos logrado hacer piña, no una familia, pero sí un grupo de amigos en el que tarde tras tarde salimos a batirnos el cobre...”, reivindicó.

Navares, que interpreta al personaje cómico del gobernador Velázquez, cerró su discurso con el mensaje que se repetiría poco después, en el número final de la gala: al género le espera un futuro brillante. “La bendición es que todos los que estamos aquí tengamos trabajo. Este año va a ser muy bueno, el año que viene va a ser mejor todavía, va a haber más producciones”. No habla en vano, para este otoño están previstos los estrenos de The book of Mormon, Una rubia muy legal, El fantasma de la ópera, Chicago, School of Rock, Los productores, además del reciente debut de Aladdin en el teatro que ha acogido la XV edición de los Premios del Teatro Musical. Una gala que demuestra que ni la pandemia ni la inflación han podido, por ahora, con esta industria.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_