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Vítores, silbidos y móviles en alto: la tragedia de Medea se vive en Siracusa como un concierto de Rosalía

Miles de espectadores peregrinan cada año a la ciudad siciliana para disfrutar de los clásicos grecolatinos en su milenario teatro griego

La actriz Deniz Ozdogan, en un momento del estreno de 'Prometeo encadenado' en el teatro griego de Siracusa.
La actriz Deniz Ozdogan, en un momento del estreno de 'Prometeo encadenado' en el teatro griego de Siracusa.Franca Centaro (INDA)
Raquel Vidales

Cerca de cinco mil personas ovacionaban la noche del viernes pasado a los artistas que saludaban sobre el escenario edificado por los antiguos griegos en la ciudad siciliana de Siracusa. Vítores, bravos, silbidos y móviles en alto como si fuera un concierto de Rosalía. Pero no era la cantante española quien recibía los aplausos, sino la Medea que imaginó el dramaturgo Eurípides en el siglo V a. C., reencarnada en la actriz italiana Laura Marinoni. Acababa de terminar la representación de la tragedia y durante la función los espectadores habían dado ya varias muestras de entusiasmo. Por ejemplo, después de que Jasón le explicara a Medea —con el tono despreocupado de quien anuncia que va a bajar la basura— que la abandonaba para casarse con la hija del rey Creonte, el público aplaudió con fuerza al escuchar la reacción de Medea: “¡Bastardo!”. Y cuando al final de esa misma escena, pese a todo, ambos se fundieron en un largo beso… murmullos de excitación recorrieron las gradas. El director del espectáculo, Federico Tiezzi, había planeado un beso más corto, pero decidió alargarlo tras el último ensayo general al ver cómo subía la temperatura del espectáculo en ese momento. Quizá el teatro era siempre así cuando nació en tiempos de Esquilo, Sófocles o Eurípides: ellos eran las estrellas del rock.

En pocos lugares como el milenario teatro de Siracusa los clásicos grecolatinos se viven con tanta intensidad. No solo porque es uno de los escasos coliseos auténticamente griegos donde se siguen celebrando representaciones de las obras para las que fueron erigidos —el mismísimo Esquilo estrenó ahí algunos de sus textos—. Tampoco porque sus monumentales hechuras —fue construido originalmente para 15.000 espectadores y es uno de los más grandes que se conservan— sitúen al público de manera automática en la grandiosa dimensión épica en la que transcurren las tragedias. Todo eso ayuda, pero el arte teatral es lo contrario de la arqueología: sucede en presente, por lo que hace falta mucha sabiduría escénica para hacer vibrar al público actual con textos escritos tanto tiempo atrás.

Laura Marinoni y Roberto Latini, en un momento del estreno de 'Medea' en el teatro griego de Siracusa.
Laura Marinoni y Roberto Latini, en un momento del estreno de 'Medea' en el teatro griego de Siracusa.Daniele Aliffi (INDA)

Se trata de reinterpretarlos con sensibilidad contemporánea, no de intentar reproducir de manera arqueológica lo que quiera que ocurriera hace más de dos mil años. En Siracusa lo llevan haciendo desde que en 1914 se retomaron las funciones en el escenario griego después de siglos de abandono tras la caída del Imperio Romano. Desde entonces han pasado por ahí figuras como Vittorio Gassman, Irene Papas, Luca Ronconi, Peter Stein o Pier Paolo Pasolini. La suma de todo da como resultado una experiencia cultural, estética y sensorial difícil de replicar en otro lugar.

La semana pasada se inauguró la 58º temporada de esta segunda vida del teatro griego de Siracusa. Empezó el jueves 11 de mayo con el Prometeo encadenado de Esquilo y continuó al día siguiente con la Medea de Eurípides, dos estrenos a los que asistió EL PAÍS por invitación del Instituto Nacional del Drama Antiguo de Italia (INDA), la institución que pone en pie los espectáculos cada año. Ambos títulos se alternarán hasta que a mediados de junio se estrenen La paz de Aristófanes y una revisión operística del mito de Ulises. INDA no solo produce los montajes, sino que también impulsa investigaciones y gestiona en Siracusa una escuela de actores que recitan a Sófocles como los ingleses a Shakespeare, de modo que la ciudad se ha convertido en una especie de meca del teatro grecolatino.

Vista del público desde el escenario antes del estreno de 'Prometeo encadenado' en el teatro griego de Siracusa.
Vista del público desde el escenario antes del estreno de 'Prometeo encadenado' en el teatro griego de Siracusa.INDA

La experiencia teatral en Siracusa no empieza cuando arranca la representación, sino mucho antes. Para llegar a sus asientos los espectadores deben atravesar unos jardines en los que se vislumbra de fondo el muro de piedra sobre el que está excavado el graderío. El paseo con ese paisaje de fondo abre los sentidos. De pronto, tras bordear lo que parece simplemente una gran roca, se abre la majestuosa cávea con su inmenso escenario circular en el centro, que parece concebido para acoger a dioses y humanos. Ahí está instalada la imponente escenografía de Prometeo encadenado: un área industrial oxidada (estilo Mad Max) con una gran chimenea, grandes conductos de hierro y una vía muerta. Como telón de fondo, un bosque con vistas a la bahía.

En ese entorno sitúa la tragedia de Esquilo el director Leo Muscato, muy reconocido en Italia por sus trabajos operísticos, haciendo hincapié en los peligros de la tecnología cuando se agota. El titán Prometeo será encadenado en lo alto de esa chimenea enmohecida por orden de Zeus en castigo por haberle robado y entregado a los hombres el fuego: la tecnología primigenia. Y cada día un águila le devorará el hígado, que se regenerará cada noche para volver a servir de alimento al ave al día siguiente. Durante la función de estreno ocurrió algo que ilustra cómo el entorno de Siracusa potencia la magia de la representación teatral: en la escena en la que Prometeo intuye por primera vez la presencia del águila, un gran pájaro cruzó sobrevolando el escenario, casi rozando la cabeza de Alessandro Albertin, el actor que interpreta al héroe. Un escalofrío sacudió la cávea.

Alessandro Albertin, en el papel de Prometeo.
Alessandro Albertin, en el papel de Prometeo.Franca Centaro (INDA)

También sintió un escalofrío Leo Muscato el primer día que pisó el escenario para empezar a montar el espectáculo. Pese a su larga trayectoria como director en los principales coliseos italianos, Prometeo encadenado suponía su debut en Siracusa y no pudo evitar cierta ansiedad. “Me quedé paralizado un buen rato. ¿Cómo llenar ese espacio tan enorme a cielo abierto?”, confesaba tras el estreno. Muscato resolvió el reto con una puesta en escena de aire operístico: escenografía fastuosa, coro en constante movimiento y espectaculares juegos de luces, sonidos y otros recursos escénicos.

¿Y cómo se vive una representación de tal calibre sobre el escenario? Responde María Pilar Pérez Aspa, actriz zaragozana afincada en Milán desde hace tres décadas y miembro del reparto de Prometeo encadenado: “Ver esa pared de espectadores expectantes impone, pocas veces se actúa en un teatro ante 5.000 personas. Pero a la vez te sientes reforzada por su energía, es como si el público te abrazara”, explica la intérprete, poco conocida en España porque ha desarrollado toda su carrera en Italia, con grandes directores como Luca Ronconi o Peter Greenaway.

La actriz María Pilar Pérez Aspa, en el centro, rodeada del coro de oceánides en 'Prometeo encadenado'.
La actriz María Pilar Pérez Aspa, en el centro, rodeada del coro de oceánides en 'Prometeo encadenado'.Ballarino (INDA)

Prometeo encadenado fue ovacionado en su estreno, pero no tanto como Medea al día siguiente. Del primer espectáculo fascinó su ambientación, la escenografía y los movimientos corales ideados por Muscato para contrarrestar la escasa acción que contiene la obra de Esquilo, cargado de largos parlamentos filosóficos.

Medea, en cambio, logró conectar emocionalmente con el público. Por muchas razones. Porque el argumento es incendiario —Medea mata a sus propios hijos para castigar a Jasón— y por la estupenda adaptación del texto realizada por Massimo Fusillo. Por la estilizada puesta en escena dirigida por Federico Tiezzi. Por la vibrante interpretación de Laura Marinoni en el papel de Medea y Alessandro Averon en el de Jasón. Por las máscaras —un ave de gran pico para Medea, un cocodrilo para Creonte, conejitos para los niños—, los cantos del coro, la atmósfera funesta. Y la poética escena final: cuando ya se ha consumado la tragedia, el suelo se eleva y se inclina hacia los espectadores mientras un grupo de mujeres del coro limpia los restos de sangre del suelo.

Escena final de 'Medea'.
Escena final de 'Medea'.Daniele Aliffi (INDA)

Pilar Pérez Aspa, la actriz aragonesa que triunfa en Italia

María Pilar Pérez Aspa nació, se crio y estudió arte dramático en Zaragoza, pero viéndola actuar sobre el escenario del teatro griego de Siracusa parece una actriz tan italiana como Sofía Loren. Lleva 30 años viviendo en Milán y ha desarrollado toda su carrera en Italia. Se trasladó a esa ciudad para estudiar un año en la escuela de Paolo Grassi y le fue tan bien que al final se quedó. Su rostro es bien conocido en el Piccolo Teatro, donde ha participado en numerosos montajes bajo las órdenes de Luca Ronconi, uno de los popes del teatro europeo, fallecido en 2015, con quien también tuvo la suerte de compartir escenario. “Era muy exigente, no era fácil trabajar con él, pero a la vez era un disfrute por cómo abordaba los trabajos, su análisis de los textos”, recordaba la intérprete el viernes pasado en una cafetería de Siracusa, todavía con la excitación de haber debutado un día antes en el teatro griego de Siracusa como miembro del coro de oceánides de Prometeo encadenado. Ella es una primera actriz, pero aceptó ese papel de reparto por el deseo de subirse a ese mítico escenario y también porque se lo pidió el director Leo Muscato, con quien ha trabajado en anteriores ocasiones. 

Pese a su fama en Italia, donde ha sido galardonada con distinciones tan importantes como el Premio Nacional de la Crítica, Pérez Aspa apenas ha actuado en España. Solo dos veces en Zaragoza: en 2017 en el Teatro del Mercado con un monólogo sobre Lorca y en 2019 en el Principal como parte del reparto de Europa Cabaret, una coproducción de la compañía aragonesa Teatro del Temple y el Teatro Stabile di Bolzano. “Tengo muy asimilado el italiano, pero no es lo mismo que actuar en tu lengua materna”, explica, confesando que le encantaría participar en una gran producción española. 

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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