_
_
_
_

Eduardo Benavente y Ana Curra: así se gestó el primer disco que rompió tabúes sexuales en España

Hace 40 años la pareja editó ‘El acto’, el legendario único álbum de Parálisis Permanente, un trabajo que trataba el sexo como nunca antes

Carlos Marcos
Eduardo Benavente y Ana Curra
Eduardo Benavente y Ana Curra en una imagen de Pablo Pérez Mínguez para la sesión fotográfica de 'El acto', disco de Parálisis Permanente. Imagen cedida por Ana Curra.

Eduardo Benavente y Ana Curra se fueron a vivir juntos una semana después de conocerse. Él tenía 18 años; ella 22. Era 1980. Eligieron un piso en Malasaña y luego se mudaron a otro en Chamberí, ambos barrios del centro de Madrid. Allí crearon su mundo de intimidad, sexo y arte. Los dos eran vírgenes y compartían objetivo: no tenían prejuicios y anhelaban comerse la vida, sobre todo aquellos terrenos opacos que los mayores habían cancelado con candado. Eran devoradores de experiencias, bellos y jóvenes. Un tándem perfecto que dio forma a El acto, primer y único disco de Parálisis Permanente, un álbum cada vez más reivindicado con el paso del tiempo, un trabajo donde se trata la sexualidad como no se había hecho hasta entonces en la música española: pasión, prostitución, sadomasoquismo, perversión, sumisión.

Ellos lo experimentaban y luego lo convertían en canciones. El acto se publicó en 1982, hace ahora 40 años, en una España pacata y sexualmente reprimida. En ese contexto adverso estos dos muchachos lanzaron su testamento carnal. El volcán en el que se convirtió su relación no le dio tiempo a disiparse. Dos años después de irse a vivir juntos, Benavente moría en un accidente de coche en Alfaro (La Rioja) cuando se dirigían a Zaragoza para representar El acto en un concierto de Parálisis Permanente. Ella conducía el vehículo; él tenía solo 20 años.

“Eduardo y yo descubrimos el sexo juntos. Queríamos romper con la castración educacional del momento y mostrar que la moral religiosa judeocristiana nos estaba haciendo mucho daño. Nuestro objetivo no era aleccionar a la gente. Lo que pretendíamos era liberarnos, posicionarnos, buscarnos… Algo que se hace cuando uno es joven”, cuenta Ana Curra, madrileña de El Escorial de 63 años, en un bar cercano a su casa en la capital, en la zona de Goya. Los dos pertenecían a clases medias acomodadas y habían estudiado en colegios religiosos de curas y monjas. Eduardo y Ana se conocieron en 1980 cuando él se presentó a una prueba para formar parte de Los Pegamoides, la banda donde ya militaban Alaska, Carlos Berlanga, Nacho Canut y Ana Curra. Benavente sería aceptado y poco después la pareja comenzó una relación sentimental tras compartir un taxi a la salida del local madrileño El Escalón. Años después los dos dejaron Los Pegamoides y formaron Parálisis Permanente.

Curra muestra en el encuentro con EL PAÍS la potente portada del vinilo de El acto (“te lo regalaría, pero solo tengo este ejemplar”), donde aparece ella semidesnuda con ropa de cuero y cadenas, y él sentado en una especie de arcón, también vestido de cuero. La representación punk de la pasión. Ella posa de espaldas porque todavía tenía contrato con la compañía discográfica que editaba a Los Pegamoides y no quería hacer público que ya había pasado a Parálisis Permanente. “La fotografía de la portada representa el acto sexual, pero también el acto sagrado de tu santuario. Lo más íntimo y lo más preciado. Eres tú la que tiene la llave de ese santuario, de tus órganos sexuales. Por eso el acto está en un altar. Y aquí es donde se vinculan los dos conceptos: religión y sexo. Creo que esta fue la gran transgresión de El acto en su momento”, afirma la cantante, que se tuvo que confeccionar ella misma el estilismo. “Toda esa parafernalia sadomasoquista te la puedes comprar ahora hasta en Amazon, pero a principios de los ochenta no existían los sex shop ni las tiendas eróticas. Compré cuero y anillas en el Rastro [Madrid] y lo confeccioné con mis manos. Cuando fuimos al estudio de Pablo Pérez Mínguez [el fotógrafo de la sesión], él vio claro que tenía que adaptarse a nuestro concepto, que lo llevábamos muy estudiado”.

Parálisis Permanente a principios de los ochenta. De izquierda a derecha: Rafa Balmaseda, Ana Curra, Eduardo Benavente y Ángel Altolaguirre.
Parálisis Permanente a principios de los ochenta. De izquierda a derecha: Rafa Balmaseda, Ana Curra, Eduardo Benavente y Ángel Altolaguirre.

El acto se compone de 13 canciones, dos de ellas versiones de temas en inglés adaptados al castellano: Heroes, de David Bowie; y I Wanna Be Your Dog, de los Stooges de Iggy Pop, traducida como Quiero ser tu perro. Se incluyen tres temas firmados por Nacho Canut y Benavente, entre ellos Vamos a jugar, que trata la incursión del sexo en la violencia: “Siento mucho hacerte daño, pero deja de gritar. / Siento mucho hacerte daño, solo así aprenderás. / Vamos a jugar”. Cinco de las composiciones las firman Curra/Benavent: El acto (“No pretendo oír tu voz, solamente la consumación”), Adictos a la lujuria (“Mentes depravadas, adictos a la lujuria”), Te gustará (“No te arrastres, te gustará. / Es mejor dejarte llevar”), Esa extraña sonrisa (“Tu diabólica expresión, cadavérica postura”) y Tengo un precio (“Yo tengo un precio, de mi cuerpo soy dueño. / Apoyado en un rincón, esperando la ocasión”). Esta última trata sobre la prostitución. “Yo hacía las letras y Eduardo la música. Me había leído Historia de O, cosas del Marqués de Sade… Nos llamaba mucho la atención el tema de la prostitución. Cuando estás despertando al mundo hay gente que investiga lo que está prohibido. Esos éramos nosotros. Lo investigábamos todo. Fuimos desprejuiciados y buscábamos experiencias. La perversión, la agresividad, las cadenas… Recuerdo un día en Las Ramblas. Fuimos a buscar a un travesti para hacer un trío. Pasamos un buen rato”.

Portada del único disco de Parálisis Permanente, 'El acto', con Eduardo Benavente y Ana Curra (de espaldas).
Portada del único disco de Parálisis Permanente, 'El acto', con Eduardo Benavente y Ana Curra (de espaldas).

Entre sus lecturas predilectas también estaban Allan Poe, Lord Byron, La dama de las camelias… Literatura del siglo XIX donde emergían “mujeres libres e innovadoras en el tema sexual”. Musicalmente es un trabajo de punk afín al siniestrismo. Les gustaban Killing Joke, Siouxsie And The Banshees, The Cure, Joy Divison… Las canciones sonaban oscuras, pero con un componente pop, ya que se podían corear.

Ana Curra posa en abril de 2021 en el centro de Madrid.
Ana Curra posa en abril de 2021 en el centro de Madrid. Jaime Villanueva

La cantante ve una conexión entre El acto y las explícitas letras de artistas urbanas en español actuales, como Bad Gyal, Ms Nina o Albany: “Hay que retroceder 40 años para ver el contexto que teníamos: educacional, sociológico y cultural. Nos diferencian muchas cosas con las traperas actuales, pero hay una cosa que nos une: la reivindicación de quién soy, qué me pertenece y qué es lo que deseo buscar”. Aunque detecta un peligro: “Me parece una actitud maravillosa: son chavalas que salen al mundo y lo primero que quieren es ser dueñas de su propio cuerpo. Pero esa temática se ha convertido en una moda. Ese es el problema del trap. Estaría bien que tratasen otras temáticas”. Afirma conocer plataformas actuales como Only Fans, donde los usuarios ofrecen sexo por dinero: “Hoy nadie te va a condenar por estar en esas plataformas, pero nuestro momento era otro y transgredimos muchísimo, porque no se hablaba de sexo. Es que era pecado, un pensamiento impuro y tenías que ir a confesarte”.

Asegura que “afortunadamente” en España se ha progresado en esta temática, aunque no todos al mismo ritmo: “La mujer ha avanzado muchísimo y hay hombres que no lo han hecho. Existen chavales que no toleran que la mujer se vaya poniendo a su nivel, porque ellos no han soltado el lastre educacional. Y es cuando puede llegar la violencia. Pero esta oleada de feminismo no tiene vuelta atrás”.

El recuerdo de Parálisis Permanente y de su corto (una veintena de canciones) pero influyente legado es recurrente. Se acaba de publicar el libro Eduardo Benavente. El genio detrás de la cortina, de Aníbal J. Clar y Pedro Munster. Ana Curra compatibiliza su trabajo como profesora de piano (es licenciada) con los conciertos. Estos meses está celebrado las cuatro décadas de El acto con explosivos directos por España. Allí acude gente joven y de su generación. El objetivo de aquel disco se muestra vigente: “Yo sigo aprendiendo sobre mi sexualidad, claro que sí”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_