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Los reveses no tumban a Los Enemigos: “Hay que tirar para adelante y, a ser posible, con alegría”

Han vivido muertes, infartos, depresiones, incomprensión... pero hoy pueden decir que se encuentra en su mejor momento. Actúan cuatro días en Madrid presentando sus discos clásicos

Los Enemigos conciertos
Los Enemigos, el pasado lunes en su local madrileño. De izquierda a derecha: David Krahe (guitarra), Fino Oyonarte (bajo), Chema 'Animal' Pérez (batería) y Josele Santiago (voz y guitarra).INMA FLORES
Carlos Marcos

Son como el achacoso Clint Eastwood de Sin perdón que, cuando parece acabado, se rehace y es capaz de dar unos cuantos sopapos más. Los componentes de Los Enemigos han superado adicciones, infartos, economías estrechas, depresiones severas, muertes de managers y escenarios cutres donde solo ellos fueron capaces de enchufar los instrumentos y ponerse a armar ruido… Cargar el equipo, furgoneta, descargar y tocar. Así 35 años. Y su rabia sigue intacta. Incluso en los diez años de hiato (de 2002 a 2012) su presencia era recurrente en las camisetas que llevaban muchos fanes con el logotipo de la raspa de pescado, o en los conciertos en solitario de su líder, Josele Santiago, al que siempre le pedían canciones de Los Enemigos.

Estos días, Santiago (Madrid, 57 años) va a alojarse en casa de su madre. El líder de Los Enemigos vive con su pareja y su perro, Elmo (como el personaje de Barrio Sésamo), en la periferia de Barcelona, pero el rock le reclama en la capital. En una de esas decisiones que solo puede hacer un grupo a la contra, Los Enemigos se van a encerrar en un club de Madrid para firmar cuatro actuaciones donde interpretarán cada día uno de sus grandes trabajos: viernes 14 de octubre, el álbum La vida mata (1990); sábado 15, La cuenta atrás (1991); viernes 28, Nada (1999), y sábado 29, Bestieza (2020), con una coda de Tras el último no va nadie (1994). Este es el plan de la revuelta enemiga. “Me quedaré en casa de mi madre, claro. Va a cumplir 91 años y está muy bien. La verdad es que lo pasó mal con un descerebrado como yo de hijo, así que ahora intento compensarla”, cuenta Santiago a este periódico con su legendaria retranca.

Le pedimos a él y al otro miembro más longevo del grupo, el bajista Fino Oyonarte (Almería, 58 años), que repasen los hitos, desgracias y vivencias de una banda genuina.

Descerebrados al mando. Josele Santiago: “Cuando empezamos apenas sabíamos tocar y éramos unos descerebrados. También éramos hedonistas. Tocábamos, pero al mismo tiempo trabajábamos. Encadenábamos ñapas. Yo pinchaba en bares, hacía portes, estuve de secretario en una tienda de música, ponía copas, paseaba perros… perros he paseado a porrillo. A los vecinos del barrio donde vivía, Puerta del Ángel (sur de Madrid). Estaba bien lo de los perros: no había que recoger las mierdas, como ahora”.

Paletos sociales. J. S.: “Todo estaba compartimentado cuando surgimos, en los ochenta. Yo sentía frustración, porque me gustaban muchos tipos de música. Pero todo era abiertamente sectario. Si te gustaba una cosa no te podía gustar otra. Aquello de las tribus urbanas tenía que ver con un posicionamiento social paleto. Me acuerdo de un concierto de los Ramones donde los teloneros eran Los Rebeldes, y los punkis se liaron a hostias con los rockers. Carlos Segarra [voz de Los Rebeldes] estuvo muy bien. Dijo: ‘Chicos, ¿os gusta Chuck Berry?’. Y todos los punkis: ‘¡No, no!’. Y Segarra: ‘Pues si no os gusta Chuck Berry no sé lo que hacéis en un concierto de los Ramones’. Lo que nos atrajo a Malasaña [barrio del centro de Madrid] fue que allí no existían esas tonterías de las tribus, allí convivía todo tipo de música”.

Josele Santiago pinchando en la cabina de Agapo (Madrid), a finales de los ochenta.
Josele Santiago pinchando en la cabina de Agapo (Madrid), a finales de los ochenta. MENCHU REDONDO

Maldita / bendita voz de Josele. J. S.: “No me gustaba cantar. Me daba muchísima vergüenza. Y estuve como loco buscando cantante, pero no hubo manera. Pero en La vida mata empiezo a gustarme con la voz gracias al productor, Carlos Martos. Me decía: ‘Que llegas, que sí. Aprieta el culo, joder’. Luego he ido mejorando la técnica vocal con maestros distintos”.

Casi no lo contamos. Fino Oyonarte: “Todavía me pregunto cómo salimos vivos de los noventa. Es lo que no lo comprendo. Bebíamos mucho y nos drogábamos. Lo dejamos: si no, no estaríamos vivos hoy”.

La muerte como musa. F. O.: “Cuando salió La vida mata [el disco más apreciado por los seguidores, de 1990], teníamos un concierto en julio y dos en agosto. Me acuerdo que nos preguntaban y decíamos que en agosto teníamos el doble de actuaciones que en julio”.

J. S.: “En La vida mata hay un hilo conductor muy claro que es la muerte. Concretamente, la muerte prematura de un montón de amigos y no amigos, gente joven, y que ocurrió tan de repente y de forma tan cruel que me supuso un golpe tremendo. Me cabreó mucho. Ese cabreo está ahí, en el disco. La temática es la rabia que produce la muerte. Es una especie de rock and roll blasfemo, un corte de mangas a la muerte, a la enfermedad, a los entierros de chavales de 20, 21 y 22 años que cayeron como moscas. Sobre todo por el sida”.

Esquivar las adicciones. J. S.: “He tenido casi todas las adicciones. Pero aparte del tabaco y el café, estoy limpito. El alcohol no puedo tocarlo: es mejor para todos. Lo dejé todo hace más de 20 años. Pero a lo mejor un día metes la pata, aunque hace mucho que no me pego un trastazo. Y como sé de qué va el tema, si me lo pego, me levanto. Al principio, al estar todo el día en un local de ensayo, seguramente la música evitó que me fuera a pillar, como hacían mis amigos no músicos. Pero, por otro lado, el pánico escénico sí que me habrá llevado a beber más de la cuenta. Y, ahora, estar ocupado con el grupo es una de las cosas que me quita de tener una recaída. También me ayudan mi mujer, mi perro, mis amigos, la lectura, el cine… pero sobre todo la música, que ha sido mi gran pasión”.

F. O.: “Siempre nos hemos entregado para defender la comunidad, para defender a Los Enemigos. Si alguno estaba débil había que apoyarlo. Y así siempre”.

Portada del disco 'La vida mata' (1990), que Los Enemigos interpretarán el viernes 14 de octubre en la sala Lula Club de Madrid.
Portada del disco 'La vida mata' (1990), que Los Enemigos interpretarán el viernes 14 de octubre en la sala Lula Club de Madrid.

Felices sin tener pelotazos. J. S.: “Si Fino y yo nos forramos con 25 años duramos dos más. El hecho de no haber tenido ningún pelotazo ha sido casi mejor. Cualquier grupo que haya tenido un pelotazo en los ochenta o los noventa se iba al carajo enseguida. Muy pocos se mantenían en pie. Supongo que el pelotazo es una presión insoportable. Nosotros esto no lo hemos vivido. Teníamos un equipo más cutre, menos medios, tocábamos en sitios más pequeños… pero tocábamos constantemente. Y nos ha permitido vivir de la música”.

La clave para que un grupo dure tantos años. J. S.: “La clave es respeto, como en casi todo. No perderlo jamás. Respeto por el trabajo y por tus compañeros. Claro que un día también nos podemos insultar, pero siempre con alegría, que un exceso de seriedad tampoco es bueno”.

El infarto y la depresión. F. O.: “Hace ocho años sufrí un infarto. El día que me pasó, dije que tenía que hacer cuanto antes un proyecto que me hacía mucha ilusión, mi disco en solitario [luego editado como Sueños y tormentos, 2018]. Hay que aprovechar el tiempo por lo que pueda pasar... El infarto lo que ha provocado es que me entren más ganas de vivir”.

J. S.: “Sí, pasé una depresión muy gorda [alrededor de 2018]. Estuve medicado. Ahora parece que todo el mundo ha tenido una. Vas al psiquiatra y lo ves: están hasta arriba de trabajo. Estamos todos un poco débiles de mollera y si no caes por un lado, caes por el otro. A mí me tocó, y bueno… No te sabría decir si he salido del todo. De momento está aparcada. Me levanto de la cama, paseo al perro, trabajo un rato, me doy una vuelta, trabajo otro ratito, leo, veo una peli con mi mujer y me acuesto. Y no noto síntomas de oscuridad. Ya los conozco. Y si vienen pues ya veremos... Es una experiencia muy poco recomendable porque te paraliza. Te paraliza absolutamente”.

Los achaques. J. S.: “Es que tenemos una edad ya… Pero creo que estamos muy bien. Yo hago yoga y pilates. Y a ver si dejo de fumar. Estuve muy jodido de la espalda, por unas hernias discales, pero se me han quitado los dolores con el yoga y fisioterapia. Por lo demás, tenemos energía para aguantar un concierto de casi dos horas. Fino hasta pega saltos. Además, salimos frescos a tocar y no mamados, con lo cual podemos asegurar un espectáculo por lo menos coherente”.

Penurias económicas. J. S.: “Sí, he estado sin un duro muchas veces, pero no he pasado hambre. Ni por asomo. He tenido mis asideros, de un tipo o de otro. En la crisis de 2009 se pasó muy mal. Y con la pandemia, igual. A mí por suerte me pilló con algunos ahorrillos. Pero no solo pasa en el mundo de la música. Ahora mismo muy poca gente puede decir que tiene un colchón económico para aguantar una pandemia de dos años. La mayoría ha tenido que vérselas canutas, en la música y fuera de la música. Ahora mismo hay mucha pasta, pero está en pocos bolsillos. Vivo en el extrarradio de Barcelona y sé lo que te digo, y he vivido en el extrarradio de Madrid y lo mismo. La gente las pasa putas. Pero hay que tirar para adelante y, a ser posible, con alegría”.

Los clubes antes que los festivales. F. O.: “Ahora hay grupos que empiezan y ya cobran un pastizal. Me parece bien que haya un montón de festivales, pero creo que se están cargando un circuito de salas que costó mucho construir. Hay muchas bandas hoy en día que empiezan al revés: llenan el WiZink Center y luego tocan en salas. La gente lo quiere petar con una sola canción. Hay que adaptarse a los tiempos, pero creo que cuando ves un concierto en una sala tienes una experiencia mucho más intensa a la de un festival”.

¿Van a continuar Los Enemigos muchos años más? J. S.: “Hombre, yo creo que sí. Tengo temas ya preparados. Si Los Enemigos, por lo que sea, se van al carajo, que espero que no (no me gustaría y no encuentro ninguna razón), estas canciones irían a un disco mío en solitario, que sería el séptimo”.

F. O.: “Los Enemigos no tenemos una visión a largo plazo. Vamos al día. Vivimos una segunda vida y estoy convencido de que vamos a seguir”.

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.

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