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La Orquesta Sinfónica de Kiev, el frente cultural nómada de Zelenski, llega a Madrid

Los músicos actúan en la cumbre de la OTAN, están de gira por Europa y representan un símbolo de su Gobierno con una misión fuera de sus fronteras

Ensayo de la Orquesta Sinfonica de Kiev, dirigida por Luigi Gaggero, en el Museo de el Prado en Madrid. Foto: JAIME VILLANUEVA | Vídeo: Olivia L. Bueno
Jesús Ruiz Mantilla

Salieron de Kiev ya avanzada la invasión rusa. Se reunieron en Varsovia, donde dieron su primer concierto fuera de Ucrania, continuaron en Alemania y esta semana recalan en Madrid para actuar en la cumbre de la OTAN. Ha sido un regalo imprevisto para los mandatarios por parte del Gobierno español. La música de la Orquesta Sinfónica de Kiev sonará este miércoles en medio de la reunión de mandatarios dentro del Museo del Prado y sirve estos meses de símbolo y llamada de atención por Europa. Tal como dos de sus integrantes afirman más que concienciados, como es el caso de Olha Stukalova, flauta, y Oleksii Pshenychnikov, violín: “Somos un frente cultural en medio de la guerra”.

La última semana de febrero, los músicos ensayaban las piezas de un concierto previsto para principios de marzo en Kiev junto al barítono alemán Matthias Goerne. Pero el 24 de febrero todo quedó en suspenso: su programa, sus vidas, la música… Tanto que durante semanas, Oleksii y Olha, que entonces no formaba parte de la formación, fueron incapaces de articular ninguna nota en sus instrumentos. Aun así, los llevaban consigo, convencidos de que en cualquier momento los iban a necesitar. “Mi madre, que colabora con una ONG desde 2014, nos dijo a mi hermana y a mí antes de que comenzara la invasión: ‘Empaquetad todo porque algo puede ocurrir”, recuerda Olga desde su retiro en Gera, Alemania, cerca de Leipzig.

De izquierda a derecha, Oleksii Pshenychnikov, segundo violín; Luigi Gaggero, director, y Olha Stukalova, flauta.
De izquierda a derecha, Oleksii Pshenychnikov, segundo violín; Luigi Gaggero, director, y Olha Stukalova, flauta. Jaime Villanueva

Ella se mostraba escéptica. Creía que al final todo se arreglaría: “Qué idiota fui. Hoy me arrepiento de haberme sentido tan inocente”, afirma la flautista, de 22 años. Lo que no imaginó nunca, se produjo: “Pasaban los aviones junto a nuestras ventanas, muy pronto sentimos los bombardeos de barrios vecinos, empezamos a llamar a familiares y amigos. No podía comer, ni pensar en tocar mi flauta, estuve paralizada semanas”.

Lo que se les ha quedado grabado a ambos es el sonido. Una vibración extraña a la vida, violenta, terca y ausente de armonía. “Como soy músico es lo que más me impactó, ese sonido de los aviones, las bombas, las sirenas, los tanques, los helicópteros…”, dice Olekssi, de 23 años: “Si escucho un golpe, un coche pasar por encima de un túnel o una sirena en cualquier parte me sobresalto. Sé que esa sensación quedará conmigo muchos años”, afirma el violinista. Durante días no pudo comer ni pegar ojo. Su obsesión se reducía a buscar refugio en caso de que se aproximara el peligro: “Mi hermano y yo estuvimos solos en casa los dos primeros días hasta que mi madre pudo regresar a buscarnos. Ella trabaja en el departamento de seguridad nuclear y no le resultaba posible abandonar su puesto. Cuando llegó nos fuimos a casa de mis tíos, en el campo. Estaba todo colapsado. Si te quedabas en la carretera, no avanzabas, hicimos kilómetros campo a través”.

Uno de los músicos de la Orquesta de Kiev, con una bandera ucrania en su chelo.
Uno de los músicos de la Orquesta de Kiev, con una bandera ucrania en su chelo.Jaime Villanueva

Los primeros días les resultaron aterradores: de casa al refugio más próximo. De repente, aquella vida ya truncada en la que reinaba la camaradería y el ambiente festivo en la orquesta se rompió. El violinista apenas llevaba un año dentro; Olha formaba parte de otros grupos estudiantiles y dirigía los ensayos de las secciones de viento entre los suyos cuando todo quedó desbaratado. Después ella viajó a Alemania e ingresó en la orquesta de mano de Oleksii.

Luiggi Gaggero, italiano y director titular de la Sinfónica de Kiev, se encontraba fuera del país. Pasaba unos días en Estrasburgo, donde da clases en el conservatorio. Inmediatamente activó sus contactos. Hizo lo que pudo, escribió artículos en la prensa y se movió entre colegas para sacar a los músicos de la ciudad y reunirlos en alguna parte. Varsovia fue el lugar de encuentro. Dieron a elegir entre quedarse o salir. Más de 80 músicos y parte de sus familias optaron por trasladarse a Polonia con un futuro incierto: “Hoy somos una orquesta nómada. Vamos a aquellas ciudades que nos acogen. Empezamos en Varsovia, donde pudimos ya ensayar y dar conciertos, seguimos en Alemania. Quizás en España puedan acogernos algún tiempo”, afirma.

Genocidio cultural

Ucrania vive bajo la ley marcial. Los hombres entre 18 y 60 años no pueden abandonar el país sin permiso del Gobierno. “Al principio, el Ministerio de Cultura y el de Defensa concedieron un mes a los músicos, pero después, al comprobar el impacto que los conciertos tenían, los han ampliado definitivamente”.

Y es que hoy, la Orquesta Sinfónica de Kiev se ha convertido en un símbolo fuera de sus fronteras con el apoyo expreso del Gobierno de Volodímir Zelenski. “Somos el frente cultural”, aseguran los dos músicos jóvenes. “Tenemos una responsabilidad como embajadores de Ucrania, debemos trasladar un mensaje al mundo: no solo quieren asesinarnos, también sufrimos un genocidio cultural”, afirma Oleksii Pshenychnikov.

Para ello, en sus conciertos interpretan principalmente a compositores ucranios. En Madrid sonará la Sinfonía en do mayor de Maksim Berezovski, algo que comentarán también en un encuentro con alumnos de la Escuela Reina Sofía por la mañana. La pieza fue creada entre 1770 y 1772 y está considerada la primera compuesta en Ucrania, según Luigi Gaggero. “Una prueba también de la raíz europea que tiene la música del país. Berezovski estudió en Italia con el padre Martini, uno de los maestros de Mozart”.

Ensayo de la Orquesta Sinfónica de Kiev, dirigida por Luigi Gaggero, en el Museo de El Prado en Madrid.
Ensayo de la Orquesta Sinfónica de Kiev, dirigida por Luigi Gaggero, en el Museo de El Prado en Madrid. Jaime Villanueva

Gaggero, genovés de 46 años, entró en la orquesta como director titular en 2014. “Que me eligieran da muestra de su talante”, dice. “No muchos directores extranjeros trabajan allí o en los países de esa zona”. El intercambio en ese sentido ha sido muy rico para él: “Yo he tratado de aportarles otro repertorio, otro sonido, otras visiones estéticas; nos vamos enriqueciendo mutuamente de experiencias y bagajes compartidos; al fin y al cabo, ese es el fin de la música, ¿no?”.

A la aventura artística, hoy se une otra: diplomática y política, por un lado; combativa, por otro… La motivación les sobra. Los últimos meses les han transformado también como músicos. “Cuando nos reunimos en Varsovia a principios de abril llevábamos un mes y medio sin trabajar juntos. No les había vuelto a escuchar. Me impresionaron…”, asegura el titular.

Semanas inactivos no les habían atrofiado. El golpe psicológico, la odisea trágica de verse obligados a abandonar el país sin fecha de retorno, lejos de paralizarlos les ha motivado extraordinariamente. “Ya en el primer ensayo me impactó su nivel de intensidad. Fue algo que no había sentido en mi vida. Para ellos había pasado de ser un mero trabajo a algo que afrontaban como un nuevo sentido vital, brotaba de los instrumentos otro espíritu, un oxígeno desconocido. Fue una gran lección”.

Gaggero cree que el arte está conectado a un lazo especial que lo potencia con la necesidad de sobrevivir, con las crisis, con los estados de emergencia. “Ahí es cuando se demuestra que no se trata sólo de un entretenimiento, sino que establece una conexión con sentimientos muy profundos y el convencimiento de que resulta útil y fundamental en situaciones trágicas”.


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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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