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El Primavera Sound inicia su tercera jornada dispuesto a batir récords de asistencia

Jenny Hval, con un concierto fascinante, y Low, con su rock fruncido con acoples, protagonizaron las primeras horas de la jornada

Concierto de Low en el Primavera Sound. Foto: ©CONSUELO BAUTISTA

El primer día fueron 66.000 personas, 74.000 el segundo y todo parecía indicar que esta noche de sábado se superaría esta cantidad. El Primavera Sound navega con velocidad de crucero y bajo un sol que no se ha perdido la fiesta, y se inició precisamente en el lugar donde menos calienta. En el Auditori, una joya de la corona que garantiza conciertos cómodos, excelente sonido y refrigeración, pero que castiga con colas y la posibilidad de quedarse fuera una vez agotadas las 3.000 localidades que oferta. La noruega Jenny Hval se hizo merecedora cualquier cola. Por su parte, tras su concierto en la víspera dentro del Auditori, Low descargaron su intensidad al aire libre en un concierto que a la vez hirió y cauterizó, y que tuvo un repertorio similar. La noche esperaba a Nick Cave como inveterado flautista de Hamelín del festival, responsable junto a Gorillaz e Idles del hipotético crecimiento de asistencia que se auguraba para un sábado que puede alcanzar cifras mareantes de asistencia.

Hablando de asistencia, en la noche del viernes las colas se trasladaron del interior del recinto al metro, donde la mayor parte de los extranjeros no tenían billete. Obtenerlo en una boca en la que había dos máquinas expendedoras (y una de ellas estaba fuera de servicio) resultaba más bien lento. Quienes fueron previsores no hubieron de guardar cola alguna, y en descargo del metro debe decirse que, máquinas fuera de servicio al margen, resulta complicado absorber una multitud que decide salir en una franja horaria similar. Y eso que una boca estaba destinada a acceso y otra a salida, para evitar colapsos e inseguridad. Este será otro de los temas en esta relación amor-odio entre Ayuntamiento y festival, que llevan cruzándose declaraciones desde hace semanas, uno en el papel de progenitor y el festival como criatura que quiere todos los juguetes del escaparate.

En el auditori, la noruega Jenny Hval abrió la tarde.
En el auditori, la noruega Jenny Hval abrió la tarde.CONSUELO BAUTISTA

Volviendo a la tarde, en el Auditori, se mostró cómo la música con tintes experimentales no obliga a poner pulgar e índice acunando la barbilla para ayudar al cerebro a captar algún sentido a lo que se escucha y así no quedar como un lerdo. Jenny Hval, voz aguda, porte ligero, es una artista pluridisciplinar, fogueada en el mundo experimental, que últimamente se ha acercado al pop a su manera. Las canciones que ofreció en directo, delicadamente instrumentadas, con una percusión matizada y una extraña belleza no esquiva en su desarrollo melódico, resultó poco menos que fascinante. Canciones como Jupiter, The Revolution Will Not Be Owned o Classic Objects, título del álbum que nutrió el repertorio, hablaron de cómo la música puede resultar sinuosa y hermosa, intencionada, pero no inasible. Cómo hablar, como habla el disco, del cuerpo y del yo sin abandonar el factor emocional y sin convertirse en un tostón introspectivo. Sensibilidad, inteligencia y sutileza sin alardes. Cautivadora.

Entre tanto, el festival iba desperezándose. Los más previsores ya cenaban pizza, y los coches de golf que transportan trabajadores pasaban de tanto en tanto. Ahí iban invitados VIP cuya cara denotaba que se sentían ungidos por la distinción, como quien en la Feria de Abril marcha en esos carros enjaezados. Siempre ha habido clases. Y tontería. Eso sí, para llamar verdaderamente la atención en el festival nada mejor que asistir con la equipación de agente inmobiliario, ellos, o secretaria de dirección, a ser posible con botas altas de caña, ellas. Lo demás está visto, pues se ve de todo. También se ven cosas que llaman la atención, como esa caseta en la que se cargan móviles pedaleando en una bicicleta. Según parece funciona a razón de 40 segundos de pedaleo por punto porcentual de carga, aunque cálculos aparte es fácil evocar a Pedro Picapiedra y su troncomóvil. Todo sea por la ecología.

Ambiente durante unos de los conciertos programadas en el Primavera Sound.
Ambiente durante unos de los conciertos programadas en el Primavera Sound.CONSUELO BAUTISTA

Mientras las bicis esperaban clientes y algunos espectadores se servían cerveza en grifos que necesitaban una aplicación que controlaba el pago, Low iniciaba su concierto con esa extraña mezcla entre suavidad y electricidad, aspereza y dulzura. El trío encabezado por Mimi Parker y Alan Sparhawk juega en la liga de los acoples, de las disrupciones salvajes en canciones que parecían pacíficas y que evidenciaban que en esta banda norteamericana no hay conclusiones hasta el final de sus piezas. Aunque las canciones bajen su intensidad, su sonido afilado y anguloso y su intención de mantener la tensión, los convierten, desde hace ya muchos años, en un referente del rock alternativo.

Como lo son Einstürzende Neubauten de la música industrial, con la que llenaron de tornillos sonoros uno de los escenarios principales. Música fabril al aire libre, sonidos metálicos de factoría languideciendo, un reclamo más de este enorme mercado que es el festival. Porque esto no es un centro comercial. Esto es más un mercado de abastos, pero en lugar de vocearse la merluza, hay escenarios bramando para atraer espectadores.

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