El Náutico: el escenario de los músicos españoles con vistas al océano Atlántico
Vetusta Morla ofrece un concierto por sorpresa para presentar un documental que repasa los 26 años de historia de la sala gallega
Miguel de la Cierva ya hace un par de años que no tiene la crisis de febrero. La crisis de febrero es un pánico escénico que sufre el dueño del Náutico cuando se aproximan las fechas veraniegas —abre de junio a septiembre— y se rinde y se queja a sus más próximos de que no va a ser capaz de soportar tanta carga de trabajo. Este año, por si fuera poco, el verano le trae el estreno de un documental y, para presentarlo, un concierto por sorpresa de Vetusta Morla.
No es la primera vez que los madrileños dan un concierto secreto, que ya hay que ser famoso para no anunciar tus fechas. Esta vez, sin embargo, van más allá porque el escenario es particular: un local, el Náutico, abierto al océano Atlántico. El lugar, además, es un emblema que reúne desde hace más de una década a cantantes aclamados como Iván Ferreiro, Xoel López o Jorge Drexler. Al núcleo se han unido con los años Depedro y Leonor Watling, cantante de Marlango que acierta en el documental El Náutico: El Refugio de los Músicos (EsmerArte, 2019) la causa del éxito del lugar: “Este sitio no sería posible sin una cosa que tiene Miguel y es su energía”.
De la Cierva es el protagonista del documental, el que ha hecho posible que un almacén de pesca se transforme en una sala con capacidad para entre 400 y 500 personas. El sitio como tal nació heredado de su padre, una de las primeras familias que urbanizaron San Vicente do Mar (O Grove, Pontevedra). “Llegó un momento en el que tenía que elegir: o me dirigía a mis clientes cubateros que hacían poco caso a la música o satisfacía a la gente que venía a ver a los grupos. Al final conseguí que viniera un número importante de gente a escuchar música y, de paso, hicieran caja”, explica el fundador del Náutico.
Con el cambio de horario de los conciertos de la una de la madrugada a las ocho de la tarde, propuesto y logrado por Iván Ferreiro, el local se libró de las quejas de los vecinos. “No hay ningún sitio que programe casi dos conciertos de música indie cada día en verano”, reivindica el periodista Nacho Carretero, presente en la fiesta de Vetusta Morla, “esto es el epicentro del rock”. En el mismo tono, Tomi Legido y Yolanda Vila, propietarios de la sala Mardi Gras, en A Coruña, comentan el riesgo de la apuesta: “Miguel es un hombre totalmente despreocupado. Vienes aquí y todo lo que recibes es hospitalidad, es todo auténtico. Si fuera por dinero, lo habría cerrado hace tiempo, ya ves lo que es esto…”.
Lo que es el Náutico en sí son dos antiguos almacenes de barcas y material de pesca ahora reconvertidos en bar con escenario y terraza frente a una playa de 200 metros de orilla. A un lado, una pasarela de madera se adentra en el agua y termina en un monumento homenaje a los voluntarios del Prestige; en el otro límite, la ruta das Pedras Negras. Es, por tanto, un paraje natural: “Tiene algo de puente entre Latinoamérica y España, está abierto al mar, es un vínculo muy especial”, dice el cantante Jorge Drexler en el documental. Jairo Zavala (Depedro), que subió al escenario a cantar 23 de junio en el concierto de Vetusta Morla, profundiza: "No se sabe al final si los locos somos nosotros por venir o él por organizar este espectáculo". Zavala lleva diez años veraneando en O Grove.
Miguelismo ilustrado
Uno de los impulsores del éxito del local, Iván Ferreiro, describe la personalidad del dueño del Náutico, su perseverancia, como un "miguelismo ilustrado": “Estamos de acuerdo en que el miguelismo ilustrado es una fórmula de trabajo que se aplica en muchas empresas, un modelo de negocio que están pillando los de Google en este momento”. El director del documental, Alberto Baamonde, coincide con Ferreiro: “A mí lo que me interesa cuando hago un documental es contar una historia, pero es que con Miguel me he encontrado un personaje apabullante que centra los cinco capítulos”. Sin ir más lejos, Miguel de la Cierva fue la persona capaz de conseguir una lancha que transportara a Pereza desde un puerto de A Coruña a O´Grove un día que terminaban de tocar pasada la medianoche y justo después tenían programado un concierto en el Náutico. “No tocábamos el mar de lo rápido que iba”, recuerdan Leiva y Rubén Pozo en una entrevista de 2011, “y nos decían 'No, yo es que hago mis recados y mis cosas...' Sí, una polla, unos motores tenía que daba miedo eso”.
Y de repente, Vetusta Morla
Pucho salió al escenario con una camiseta de los Veranos de la Villa, lo que guste o no ya es un gesto político. Lanzaron tres canciones jóvenes —Deséame suerte, El discurso del rey, Palmeras en la mancha— y antes de empezar la cuarta ya estaban hablando gallego para agradecer al público su presencia. Un concierto adaptado al Náutico, opuesto a la potencia de los grandes estadios donde actúan últimamente y desde hace mucho. Pidieron por favor que no se olvide nadie de las salas, siempre lo hacen, y se acercaron a la parte que el responsable de comunicación del Náutico, Carlos Crespo, llama "la sala VIP", que no es otra cosa que la gente que se agolpa en las vallas que dan a la playa para aunque sea escuchar el concierto.
En El hombre del saco lucieron máscaras de cerdo y dedicaron Te lo digo a ti a una persona clave en sus inicios, el dueño de la primera sala de conciertos que les dio la oportunidad de actuar en Galicia. La admiración de la presentadora Mara Torres, presente en el concierto —"Vetusta Morla es de lo mejor a nivel nacional y también internacional, es de lo mejor que podemos exportar"— contrasta con la sinceridad de Miguel de la Cierva: "A mí me ofrecieron en sus inicios hacer un concierto suyo aquí y lo rechacé, tenía a algunos grupos locales y no me interesaban". El ambiente es familiar en el Náutico, la cercanía es la esencia del lugar, pero la tradición manda que después del concierto cantantes y público comparten la paella en la terraza y la paella Vetusta Morla se la comieron en el camerino.
Babelia
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