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La campaña electoral de la SGAE arranca con el caos

Una quincena de músicos conocidos retira su candidatura a los comicios en protesta contra el presidente

Tommaso Koch
José María Guzmán, Luis Martín, Álvaro Urquijo, Patacho Recio, Amaro Ferreiro, Bernardo Fuster y Luis Carlos Esteban (de izquierda a derecha), artistas miembros de la SGAE.
José María Guzmán, Luis Martín, Álvaro Urquijo, Patacho Recio, Amaro Ferreiro, Bernardo Fuster y Luis Carlos Esteban (de izquierda a derecha), artistas miembros de la SGAE.CARLOS ROSILLO
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Los fuegos artificiales suelen sellar el final de un acto. En la SGAE, en cambio, han estallado justo al principio. Una quincena de los candidatos más conocidos a las elecciones, de Kiko Veneno a Jota, de Los Planetas, de Álvaro Urquijo a Jorge de Los Ilegales, pidieron por escrito hoy, jueves, a la entidad que retire sus nombres de las listas electorales, justo el día en que arranca la campaña para los comicios del próximo 26 de octubre. Justifican su paso atrás por la ausencia de voto electrónico y por la gestión del presidente, José Miguel Fernández Sastrón. Este, sin embargo, resta importancia a la decisión y mantiene que sigue habiendo más de 90 candidatos para 39 asientos en la junta directiva, de ahí que la legitimidad de la convocatoria esté garantizada, y que estos músicos muestran falta de “ética y lealtad” hacia la SGAE.

En medio, otros socios que también optan a los comicios lamentan que los cánticos de guerra cubren su voz y sus intentos de buscar otras vías. La campaña electoral apenas lleva unas horas, pero ya registra alerta roja de terremotos.

“La SGAE es un monstruo que se alimenta a sí mismo”, denunció Amaro Ferreiro, uno de los músicos opositores, en un encuentro con periodistas convocado justo después de la rueda de prensa de Sastrón. Otra prueba de que, en la nueva batalla por la entidad, cada detalle cuenta. Ferreiro y sus compañeros (también se retiraron Noni, de Lori Meyers, o Luis Martín, de Los Ronaldos, entre otros) acusan a la SGAE de recaudar dinero sin criterios ni repartos objetivos y de tutelar a la llamada rueda, un presunto fraude que investiga la justicia por el que varios socios de la entidad y empleados de televisión se embolsaban millones gracias a la música emitida en programas nocturnos con el 1% de audiencia. Tres editores también confirmaron ayer su retirada a EL PAÍS. Y los opositores sostienen que al menos una docena más de miembros (también del sector audiovisual, de las artes escénicas y entre los editores) está tramitando su abandono.

Por ello, aseguran que no reconocerán el resultado de las elecciones, animan al Ministerio de Cultura a intervenir la entidad y amenazan con retirar de la SGAE su repertorio a partir de enero, si las cosas no cambian. Patacho Recio, otro de los disidentes, reconoció que los tiempos del adiós respondían a una estrategia. Porque ser candidato permite dirigir mensajes por correo electrónico a todos los socios del mismo colegio profesional. Así que, paradójicamente, Recio aprovechó un canal electoral para pedir a los demás músicos que no voten. Inmediatamente después, retiró su candidatura.

“Una picaresca censurable”, según Sastrón. Otros socios defienden incluso que el envío masivo de correos de Recio es ilegal, pero la actual junta, en funciones, no va a tomar cartas en el asunto. Será la siguiente la que decida si meterse en ese avispero, y en muchos otros. Sastrón, en todo caso, volvió a defender que las elecciones se celebran en las mismas condiciones que en 2015 –“no hay ninguna merma democrática”-, que los estatutos de la SGAE no obligan a implementar el voto electrónico y puso en duda lo que considera un “empeño” repentino por esa opción. “Parece que está floreciendo, pero había cuatro años para pedirle a la junta que lo desarrollara”, aseguró.

Por las mismas razones, el presidente en funciones de la SGAE cuestiona que el Ministerio de Cultura insista en el voto electrónico, hasta el punto de que envió hace dos semanas un apercibimiento a la SGAE con un plazo de tres meses para arreglar ese asunto, su sistema de reparto y sus estatutos y “cumplir la ley”, bajo la amenaza de una intervención. “No me consta que Cultura lo haya pedido a otras entidades que también votarán con fórmulas parecidas. Tal vez espere a que empiecen las elecciones. Me preocupa que el Gobierno, sin tener razón, hiciera algo que dañara a la SGAE”, agregó Sastrón. El presidente, que ya superó el límite de dos mandatos en la junta y no puede participar en las elecciones, subrayó que deja como legado un aumento de la recaudación y que volverá a dedicarse a la música. Desmintió que le espere un cargo técnico en la entidad, aunque los rumores en ese sentido suenan desde hace semanas.

Luis Martín opina todo lo contrario sobre la herencia de Sastrón: “Parece que quiere destruir la SGAE”. Es decir, al fin y al cabo, y pese a inmovilismo y disputas internas, un coloso con 124.000 socios y unos 300 millones de recaudación anual. Por ello los músicos rebeldes reiteran que el adiós a la SGAE es su última opción, pero no la excluyen. La reciente apertura del derecho de autor hacia el libre mercado les permitiría fundar una nueva entidad o llevarse su repertorio a una de las existentes, española o extranjera.

Además de enredarse, el camino hacia las elecciones también tropezó con un error. La SGAE remitió a los miembros del colegio de Gran Derecho (las artes escénicas) las papeletas sin el nombre de la candidata Ana Graciani. Tres días después, detectó el fallo y envió de nuevo la lista, corregida. Así que los socios tendrán que volver a rellenar y mandar sus preferencias. Los votos emitidos mientras tanto, por correo, serán declarados nulos.

Claves del sistema electoral

La SGAE tiene 124.040 socios: 113.460 autores, 2.410 editores musicales y 8.170 herederos. Sin embargo, solo 18.970 tienen derecho a votar: básicamente, los que recaudan a partir de una cierta cifra. Aunque en las últimas elecciones, en 2015, apenas participaron 2.834 socios.

Para contar con al menos un voto, los ingresos del autor en los últimos cuatro años deben igualar el salario mínimo interprofesional mensual (735,90 euros en 2018). Editores y herederos, en cambio, necesitan cuadruplicar esa cantidad para poder expresar sus preferencias. Se puede sumar hasta un máximo de 31 votos por persona, según la recaudación generada.

Las elecciones se celebran el próximo 26 de octubre. Se puede votar en persona en Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Bilbao y Santiago, y por correo. Los socios han de elegir a los 39 miembros de la junta directiva, cada uno en su propio colegio profesional: Gran Derecho (artes escénicas y música sinfónica) tiene seis escaños; Pequeño Derecho (compositores y letristas), 16; Audiovisuales nombra a nueve directivos y los editores a ocho. Todos ellos escogerán al nuevo presidente de la entidad.

Unos 90 candidatos participan, a falta de eventuales retiradas, en los comicios. Entre otros nombres, Hevia, Arcángel o Eduardo Teddy Bautista, presidente de la SGAE hasta 2011, pendiente de un juicio por presunta apropiación indebida, adorado por muchos socios y odiado por otros, a quien algunos ven como favorito para volver a dirigir la entidad.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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