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Inteligencia artificial para la danza del futuro

La compañía Instituto Stocos, que estrena en Madrid un nuevo espectáculo interactivo, participa en un proyecto de la UE para preservar el patrimonio coreográfico europeo

Raquel Vidales
Una imagen del espectáculo 'El matrimonio del cielo y el infierno', del Instituto Stocos.
Una imagen del espectáculo 'El matrimonio del cielo y el infierno', del Instituto Stocos.

Imagine un banco de datos donde estén registrados los movimientos sobre los que se asienta el baile flamenco. Suponga además que un programa informático puede procesar todos esos datos en tiempo real de manera que esos movimientos puedan ser ejecutados por un holograma bailarín. Sueñe, finalmente, que usted mismo puede aprender esos pasos guiado por un profesor virtual por medio de unas gafas de proyección tridimensional. Suena a ciencia-ficción, pero todo esto es ya una realidad.

El Instituto Stocos, compañía de danza que utiliza modelos de computación e inteligencia artificial en sus procesos de creación, participa como único socio español en un ambicioso proyecto de la Unión Europea, bajo la denominación WhoLoDance, para preservar la herencia coreográfica europea mediante sofisticadas técnicas de captura y análisis del movimiento. El proyecto, puesto en marcha hace dos años, tiene un presupuesto de tres millones de euros para un trienio y cuenta con el trabajo de otras ocho entidades además de la española (artísticas, científicas y universitarias) de Francia, Reino Unido, Holanda, Alemania, Italia y Grecia.

El objetivo final de WhoLoDance, que debe estar cumplido el próximo año, es generar un gran banco de datos donde estén censados los movimientos base de cuatro géneros genuinamente europeos (flamenco, danza clásica, contemporánea y danzas griegas) para que en un futuro se puedan utilizar tanto para su estudio y enseñanza como para la creación de nuevas coreografías. De paso, puede cumplirse el eterno anhelo de dejar documentado para el futuro el efímero arte de la danza con un sistema de registro más preciso que el tradicional método de notación Laban o una simple grabación de vídeo.

Del escenario a la academia

El trabajo del Instituto Stocos va mucho más allá de la creación de espectáculos escénicos. Todas sus investigaciones quedan documentadas y son objeto de estudios teóricos en diferentes ámbitos. Además, algunos de los programas informáticos que han desarrollado en sus diez años de trayectoria empiezan a ser utilizados por otros artistas y también con fines educativos o científicos. La próxima semana, en paralelo a la representación de El matrimonio del cielo y el infierno en las Naves Matadero, la compañía impartirá un seminario en este espacio junto con el resto de los socios europeos que participan en el proyecto WhoLoDance para mostrar el funcionamiento de las tecnologías que están utilizando.

Creado hace diez años por la bailarina y coreógrafa Muriel Romero y el compositor Pablo Palacio, el Instituto Stocos ha desarrollado en este tiempo diversos programas informáticos que emplean para crear sus espectáculos, que se distinguen porque los bailarines interactúan con composiciones musicales y visuales a través de sensores corporales. Este sábado se ha estrenado en las Naves Matadero de Madrid su última producción, El matrimonio del cielo y el infierno, inspirado en la obra homónima de finales del siglo XVIII del poeta y pintor inglés William Blake.

El trabajo de Stocos, pionero en España, es el ejemplo perfecto de cómo el arte y la ciencia pueden fertilizarse mutuamente. "La interacción entre los cuerpos y los sonidos produce momentos mágicos que serían imposibles de concebir sin esa conexión: un bailarín que genera palabras con un simple ademán, otro que danza con un haz de luz, otro que compone una melodía a medida que se va moviendo…”, explica Palacio en una conversación con EL PAÍS el miércoles en Matadero, en un descanso del montaje de su nuevo espectáculo.

Romero, bailarina de larga trayectoria como solista de compañías como la Deutsche Oper Berlin y la Compañia Nacional de Danza, incide en que las tecnologías digitales ofrecen infinitas posibilidades no solo para la interacción de los cuerpos con sonidos o imágenes, sino también para la propia creación coreográfica. “El hecho de llevar sensores capaces de modificar el espacio en tiempo real o de traducirse en sonidos obliga a ser extremadamente preciso en el movimiento. Cualquier gesto tiene una consecuencia”, apunta Romero.

En El matrimonio del cielo y el infierno, Stocos utiliza la tecnología que ha desarrollado para el proyecto WhoLoDance, con modelos de inteligencia artificial y síntesis de sonido conectados en tiempo real a los movimientos de los intérpretes. Ocho bailarines recorren con sus cuerpos el viaje entre el cielo y el infierno que propone Blake en sus proverbios: desde el pensamiento racional tecnocientífico hasta las endemoniadas fuerzas creativas de la imaginación y el instinto. “Se trata de unir estos dos polos aparentemente opuestos: el pensamiento, aunque no lo parezca, tiene mucho que ver con cómo nos movemos”.

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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