Banda sonora para la melancolía
Ibon Errazkin, fundador de las influyentes bandas donostiarras de pop Aventuras de Kirlian y Le Mans, publica casi 15 años después su tercer álbum en solitario
La génesis de Foto aérea surgió cuando Ibon Errazkin visitaba una exposición de David Hockney en el Guggenheim de Bilbao. Ante los cuadros tuvo una epifanía: plantear un álbum igual que algunos artistas desarrollan una serie de obras, repitiendo un paisaje o una escena pintada en diferentes circunstancias. “Salí de la exposición pensando que también era posible hacer algo así en la música, retomando una melodía y adaptándola a diferentes contextos sonoros. El reggae parte de ahí, lo mismo que la música para bandas sonoras”. Estamos en su casa del barrio madrileño de Lavapiés, entre cuadros, plantas y una colección de vinilos alimentada por todo tipo de nombres y estilos. Como la música del propio Errazkin, que no se puede definir con precisión. Foto aérea es el tercer álbum en solitario del músico donostiarra.
“No existe un tema que quisiera plasmar”, prosigue, “ni proviene de un determinado estado de ánimo, aunque el disco sí provoque estados de ánimo”. Exclusivamente instrumental, como sus antecesores, este disco es un vuelo musical que aparenta levedad y desprende melancolía. Una sensación que acompaña al autor desde que empezó su andadura musical en los años ochenta con Aventuras de Kirlian y que siguió proyectando con Le Mans, su siguiente apuesta. “Los dos primeros discos que hice por mi cuenta [Ibon Errazkin, 2000 ; Escuela de arte, 2003] fueron una reacción a eso y también a algunas consecuencias de ese planteamiento que, en la música indie de entonces, se habían convertido en cliché”. Errazkin recuerda que en aquella época descubrió el rock (“bandas como Royal Trux, Make Up, Boredoms…”) e interactuó con los madrileños Patrullero Mancuso. “Por aquel entonces se adoraba a Belle & Sebastian y a mí, viniendo de haber escuchado a Felt, no me emocionaban mucho. Con aquellos dos álbumes quería alejarme de eso. Pero yo tiendo a hacer música melancólica, que es a lo que se inclina la gente, un poco como vía de escape para las penas. Aunque en mi caso tampoco sabría decirte qué penas”.
No iba a poner títulos a los temas; influyen en exceso en el modo en que la gente percibe la música. Pero me convencieron para que lo hiciera
Han tenido que transcurrir casi 15 años para que Errazkin publique un tercer disco con su nombre. El paréntesis se ha debido a su trabajo en Single, el dúo que formó en 2005 con Teresa Iturrioz, con la que ya compartió sus grupos anteriores. “Si encuentras a alguien con quien trabajas bien y te entiendes, la combinación de lo que hagan esas dos personas siempre será interesante. Las colaboraciones son algo muy rico y con Teresa tengo mucho en común. Cuando Single está descansando, aprovecho para desarrollar por mi cuenta ideas que a ella no la cautivan tanto”. Así y todo, y puesto que ambos son amigos y vecinos, Teresa está presente de manera indirecta en este elepé. “Inicialmente no iba a ponerles títulos a los temas, creo que influyen excesivamente en el modo en que la gente percibe la música. Teresa me convenció de que renunciara a eso. Hacerlo suponía una dificultad añadida a un álbum que ya es difícil de por sí. Ella eligió una serie de títulos sin escuchar las canciones y yo los fui asignando según me parecía que mejor se adaptaban a cada tema”.
La música que recorre Foto aérea de principio a fin es casi una banda sonora para una película que jamás se rodará. Tiene un aire mediterráneo, aunque su autor reconoce no haber tomado ninguna referencia musical como punto de partida. Hasta que irrumpe en la conversación Toti Soler. “Me gusta mucho su disco El gat blanc y su influencia se puede detectar en ‘El cuerpo’, que es una de las canciones más clásicas de mi álbum. No sé destacar más influencias conscientes. Hay melodías que podrían ser italianas o griegas, aunque el disco no procede de ahí”. Lo único que el músico tenía claro desde que tuvo aquella idea en el Guggenheim años atrás es que para hacer este disco sólo contaba con ideas abstractas. “Un par de melodías que fueran apareciendo, desapareciendo y reapareciendo, y la idea de crear una música sin un tempo estable. Todo era muy vago. Tanto que a veces pensaba: ‘Como no plasme esto pronto va a terminar esfumándose de mi cabeza”. Ahora Foto aérea es ya una realidad en la que, una vez más, una obra de Javier Aramburu ejerce como reclamo visual. “Es el autor de las portadas de todos los discos que he hecho. Se ha convertido en el intérprete visual de mi música, lo que hago está siempre asociado a sus imágenes. Nos conocemos hace mucho y sé que puedo ponerme en sus manos porque interpreta muy bien mis ideas”.
‘Foto aérea’. Ibon Errazquin. Elefant Records.
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