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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El estribillo que el Gobierno no quiere oír

Kiko Veneno, Rocío Márquez y Maga se entregaron en acústico para reclamar la llegada de refugiados

Javier Martín-Arroyo
Patio de la Fundación Tres Culturas de Sevilla, durante la actuación de Rocío Márquez.
Patio de la Fundación Tres Culturas de Sevilla, durante la actuación de Rocío Márquez.ÁNGEL BERNABEU

“Dime quién te ha protegido / quién ha sido tu escudero / qué mala suerte has tenido / en un país extranjero”. La cantaora Rocío Márquez disparó anoche a las conciencias de los políticos que dan la espalda a los refugiados. Con su voz blanca y un tiento exquisito, señalaba a los responsables de acoger ese ridículo 8% de las 17.337 personas que el Gobierno prometió amparar tras huir del hambre y la guerra. Se trufó pop y flamenco con tono indignado pero también festivo, para reivindicar que los músicos y su audiencia no piensan ni sienten como sus políticos. Kiko Veneno, Márquez y Maga mezclaron géneros en acústicos en una noche demasiado breve para canciones tan impecables y sonido transparente en la Fundación Tres Culturas de Sevilla.

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Fue hora y media de chispazos que a pesar de ir sin corriente —solo voz y guitarras, apenas un teclado— deslumbraron al ramillete de 150 privilegiados que anoche pudo colarse en la cita de la capital andaluza, uno de los 350 conciertos simultáneos en 60 países que Sofar organizaba junto a Amnistía Internacional. Objetivo: llamar la atención sobre la mayor crisis de refugiados que vive Europa en décadas y que en España tiene visibilidad cero.

Los de Sofar suelen ser conciertos íntimos en casas particulares con el público tan entregado como para desconocer las bandas que va a escuchar. Ayer el espectacular patio del antiguo pabellón marroquí mantuvo el ambiente de hogar con cojines, alfombra y músicos a dos metros del público, pero el cartel era conocido de antemano y los jóvenes llegaron sedientos. En todo el mundo había 30.000 personas al mismo tiempo disfrutando gratis de cantantes concienciados –incluido The National en Edimburgo- por una causa: Giveahome (da un hogar). Sin móviles que ahuyentó una grabación profesional, con ganas de bailar, aunque público sentado.

La pregunta retumbaba entre canción y canción: ¿Duermen a pierna suelta los políticos tras negarle la entrada a una niña que huye de la guerra? “Nuestras voces no se han debido escuchar. Te das cuentas de que por encima hay una institución que no tiene corazón”, aclaraba la cantaora, que acaba de llegar de Lesbos, donde las mujeres le pedían que se llevara a sus hijas a España para arañar un futuro al destino.

Maga abrió fuego con temas de su fresco álbum Salto Horizontal, que para calentar supieron a poco, a pesar de la fuerza de la voz de Miguel Rivera. Y el trío sevillano dio paso a la voz que se llevó la palma. A pesar de que su fama de discreta revolucionaria flamenca le precede, el público Sofar sintoniza más con el universo del pop independiente, por eso los treintañeros apiñados aplaudían con la boca abierta la sorpresa jonda, y por eso apenas se escuchó un ole.

La heterodoxa Rocío bordó cantes de ida y vuelta, tangos, una seguiriya y un fandango que, como con Maga, dejaron sedientos al personal. "Que se abran los mares, que se forme el camino", cantaba con su tremendo torrente de voz y la cabeza en el Mediterráneo. A su lado el guitarrista Miguel Ángel Cortés —de negro salvo dos mechones posmodernos de rojo y azul— desplegó un toque a la altura de las metáforas más ingeniosas.

Fin de fiesta del concierto de ayer en Sevilla.
Fin de fiesta del concierto de ayer en Sevilla.ÁNGEL BERNABÉU

Y el broche de Veneno fue aún más breve, con apenas tres temas, que eso sí, permitieron disfrutar Joselito, Viento de poniente y Mala Suerte con el punteo de dos guitarras y el inconfundible timbre del dueño del corazón de los aficionados sureños más rústicos y sentimentales. “Los músicos lo intentamos con canciones, pero hace falta más, no nos olvidemos que este mundo hay que cambiarlo”, recordó cargado de gesto serio.

Antes del fin de fiesta en el que los siete artistas cantaron La leyenda del tiempo de Camarón, el techo se abrió. Un aplauso espontáneo vitoreó la tecnología que desplazaba los cientos de kilos de la cubierta repleta de artesonado para dejar paso al cielo estrellado. “Mala suerte, fue mala suerte haber nacido allí”, aludió Veneno con ironía a los refugiados que mencionan sus versos.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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