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Feria de Otoño

La entrega tiene nombre de novillero

Una muy descastada novillada de El Tajo y La Reina deslució el aroma torero de la terna

Antonio Lorca

La terna mereció mejor suerte; pocos peros se le pueden poner al oficio y las buenas maneras del venezolano Vanegas y los sevillanos Aguado y Serna. Los tres se marcharon cabizbajos de la plaza con toda la razón, -y orgullosos también, por su ejemplar entrega- pues los novillos de El Tajo y La Reina no ofrecieron opción alguna al lucimiento; es más, Pablo Aguado acabó vapuleado y dolorido tras una tremenda paliza que le propinó el quinto, un sobrero sin clase alguna, cuando lo recibió de rodillas en el centro del anillo.

Consiguió el novillero dibujar una larga afarolada, y se dispuso a dar otra, también de hinojos; pero, en esta ocasión, el animal lo arrolló, le hizo perder la verticalidad y, ya a su merced, lo atropelló hasta en tres ocasiones, le puso un pitón en el cuello y lo pateó a placer. El torero quedó desmadejado sobre la arena y fue recogido con presteza por las asistencias, que tomaron el camino de la enfermería. Ya en el callejón, Aguado recuperó el aliento y, sin mirarse el traje, corrió veloz hacia el primer burladero para salir de nuevo al ruedo entre la sorpresa general, y, con la fuerza de la juventud, volvió a colocarse en la cara del novillo. Cornada grave no llevaba, pero el cuerpo le quedó molido. Así lo manifestó con sus gestos de dolor, un constante parpadeo y un moratón en la zona cercana al ojo izquierdo. Pasó a la enfermería al acabar su labor y los médicos le apreciaron ‘traumatismo facial con hematoma en la región malar izquierda, y un puntazo en la cara posterior de la parrilla costal izquierda, pendiente de estudio radiológico’.

En fin, un milagro. Y mala suerte para regalar la nefasta condición de los novillos, mansos, descastados, sosos, parados y sin gracia alguna. Mala suerte que Madrid no les ofreciera a los novilleros posibilidad alguna para el triunfo.

Dejaron claro los tres, eso sí, que poseen mimbres para ser toreros. Manolo Vanegas dio la impresión de estar hecho y cuajado. Tiene oficio y soltura, maneja con habilidad los engaños, es variado, tiene valor y no le faltó entrega ante un lote tan noble como insulso.

El Tajo/Vanegas, Aguado, Serna

Cuatro novillos de El Tajo, -el segundo, devuelto-, y dos -primero y cuarto- de La Reina, correctamente presentados, mansos, descastados y sin clase; el sobrero, de Ave María, corrido en quinto lugar, muy dificultoso.

Manuel Vanegas: estocada baja que asoma (silencio); casi entera (ovación).

Pablo Aguado: estocada trasera _aviso_ (ovación); estocada _aviso_ (ovación).

Rafael Serna: pinchazo y estocada baja (silencio); metisaca, dos pinchazos y descabello (silencio).

Plaza de Las Ventas. Primer festejo de la Feria de Otoño. 29 de septiembre. Casi tres cuartos de plaza.

Aguado dejó muy buenas sensaciones, desprende aroma con capote y muleta, y posee lo que parece ser personalidad torera, que será algo muy bueno el día que lo pueda demostrar a lo grande delante de un toro.

Meritoria fue la actuación de Serna, que volvía a Las Ventas después de la gravísima que sufrió en esta misma plaza en junio pasado. Espantó los fantasmas, que es cosa buena, se le notó que los largos parones no se recuperan en una tarde, y dejó detalles que permiten mantener la esperanza de que posee una alma torera.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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