‘American Crime Story: The People vs. OJ Simpson’, el crimen de EE UU
En la miniserie sobre uno de los juicios más seguidos de la historia, el jugador de fútbol americano es lo de menos
En American Crime Story: The People vs. OJ Simpson, O.J. es lo de menos. Y eso que su turbio relato podría haber dado para un exquisito telefilme basado en hechos reales de esos que copan las tardes de fin de semana. Su historia, que enganchó a los estadounidenses al televisor durante meses, lo tenía todo: una estrella del fútbol americana caída en desgracia, malos tratos y un crimen pasional del que salió de rositas. Pero Ryan Murphy y su equipo, que acaban de recibir 22 nominaciones a los Emmy, entendieron que el asesinato no era lo único terrorífico del caso. El crimen lo cometió todo EE UU.
La miniserie de FX es una radiografía del hombre y su crimen, sí, pero también quiere entablar una conversación y reflexionar abriendo el foco. Quiere hablar de los problemas de la sociedad estadounidense. El racismo, el machismo, la violencia policial, los agujeros de un sistema judicial pernicioso y, especialmente, de esa televisión informativa entonces incipiente en la que prima el espectáculo frente la noticia. Donde hasta la muerte es comida rápida. Allí estaban los espectadores mirando. Y allí siguen 21 años después.
En lo que se conoció como "el juicio del siglo", había personajes escandalosos casi nacidos para el culebrón (el juez Ito, las amigas de la esposa asesinada, Kato, el policía nazi). No es casualidad que allí se pusiera el germen del clan Kardashian. Y, aun así, frente a todo lo parodiable y exagerado, la serie es un examen de contención, un relato sobre lo que de verdad ocurrió en las bambalinas. Más Making a murderer que American Horror Story.
Murphy, conocido por ser extravagante, sensacionalista y por su eterno afán de buscar la provocación, solo es el director y productor. Y se nota. El estilo del creador de Glee o Nip/Tuck se diluye a favor de los guionistas Scott Alexander y Larry Karazweski, curtidos en algunos de los mejores —y más distintivos— biopics de Hollywood, como Ed Wood, Man on the Moon o The People vs. Larry Flint. Ellos, al contrario que los narradores que del espectáculo judicial que se mostró en la época, están más interesados en el fondo que en la forma, más centrados en lo que fue que en lo que se enseñó al espectador.
Quizás no sea tan espectacular como una huida en bronco por las carreteras de Los Ángeles o como las confesiones de alcoba de una muerta, pero en este caso no hay ni pausa ni respiro en las luchas judiciales de pasillo. Hasta un cambio de jurados (hay un episodio exclusivamente dedicado a los juegos de sillas) o una batalla entre abogados del mismo bando es emocionante. Gran parte del mérito lo tiene el reparto: el alma de David Schwimmer como Robert Kardashian, la veteranía de John Travolta como Robert Shapiro, la inteligencia de Courtney B. Vance como Johnnie Cochran, las dudas de Sterling K. Brown como Christopher Darden y, sobre todo, la valentía de Sarah Paulson como Marcia Clark, un personaje parodiado y conocido para los estadounidenses y reconvertida aquí en heroína contra los abusos y el machismo, un canto contra los prejuicios. Al final, Cuba Gooding Jr. como OJ, era lo de menos.
Y, sí, The People vs. OJ Simpson se atreve incluso a sumergirse en la violencia policial contra los afroamericanos, y a mirar como algo del pasado ese distópico futuro hoy tan real que presentaba Network y donde las noticias televisadas se habían convertido en una parodia de sí mismas. El infotainment que plaga la parrilla de informativos 24 horas de la televisión norteamericana ya no es ninguna distopía.
Como en las grandes series históricas (incluso aunque esta historia no sea tan antigua), American Crime Story se sirve de un suceso del pasado para reflexionar sobre la sociedad del presente. Sus discursos son importantes y necesarios. En American Crime Story, el crimen no solo es el de OJ. El crimen es el de todo EE UU.
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