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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Esas mujeres

Escritoras, periodistas y actrices fueron fundamentales a la hora de sacudir la dictadura de costumbres y reivindicar a la mujer libre

David Trueba
Ana María Matute
Ana María Matute

Las muertes recientes de dos Ana Marías, Matute y Moix, nos privaron de dos representantes de una rama moderna y creativa de la mujer española que dignificó nuestro país durante el siglo pasado. En el mismo acorde que Carmen Martín Gaite, Josefina Aldecoa o Carmen Laforet tuvieron un eco duradero sobre la cultura, pero también sobre la libertad de la mujer a veces con un coste personal desmesurado. La semana pasada moría en Madrid la periodista Juby Bustamante y es imposible no hacer extensible ese luto en la misma dirección. Escritoras, periodistas y actrices fueron fundamentales a la hora de sacudir la dictadura de costumbres y reivindicar a la mujer libre mientras la norma era seguir aplastada por las convenciones religiosas y la autoridad civil y penal de los maridos.

Hace poco tropecé con una foto de Juby Bustamante con Jean Paul Sartre y era una imagen discordante con la estructura de la sociedad española de aquel tiempo. Marcos Ordóñez retrataba en su relato oral del Café Gijón a algunas de estas mujeres modernas que rompían las costuras del país, entre ellas Juby. El periodismo ha sido cruel con muchas de esas profesionales que se fueron demasiado pronto, pero que propiciaron un salto social irrepetible. Si Carmen Rico Godoy venía además de ser hija de otra pionera, Josefina Carabias, no le fueron a la zaga firmas como la de Sol Alameda, Montserrat Roig, Pilar Narvión o incluso siendo más joven, Concha García Campoy.

En un relato lleno de anécdotas sobre lo que significaba ser chica en las redacciones llenas de hombres, Maruja Torres se autodefinió como mujer en guerra. Es imposible recordarlas a todas, pero desde las páginas de los periódicos y revistas, hoy rebajadas por la categoría despectiva de progres, exigen un reconocimiento admirado. A este país lo cambiaron esas mujeres y otras aún anónimas, que empezaron a conjugar la igualdad en un campo minado. Haría bien el Ministerio de Justicia en propiciarles un homenaje, en lugar de traerlas a la actualidad por lo que hace treinta años ya reivindicaban con furia. Un país con la mujer tutelada y sometida es la viva estampa del atraso. Hay todavía demasiados como para volver a ser uno de ellos.

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