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La prohibición de los patinetes de alquiler en París abre el debate sobre su uso en España

Varias asociaciones de peatones denuncian el incumplimiento de las normas de circulación, lo que aumenta el riesgo para los viandantes. Valencia y Barcelona no permiten operar a estas empresas

Patinetes en una calle de París, el lunes.
Patinetes en una calle de París, el lunes.TERESA SUAREZ (EFE)
Jose Sanz Sainz

Los vecinos de París han decidido expulsar de sus calles a través de un referéndum uno de los elementos más habituales de muchas grandes urbes: los patinetes eléctricos de alquiler. El veto aplicado en la capital francesa con una mayoría aplastante —aunque con una muy baja participación— ha reabierto también el debate político y social en las ciudades españolas más pobladas, donde la generalización de su uso ha ido en muchos casos acompañada de las protestas por los incumplimientos de la normativa y la ocupación de las aceras. Barcelona y Valencia ya decidieron hace tiempo impedir operar a las empresas de alquiler que dejan los vehículos en la vía pública.

“París se va a parecer a Valencia”, comentaba esta semana Joan Ribó, el alcalde de la capital valenciana, que en 2018 prohibió los servicios de patinetes compartidos. Ribó no tiene intención de levantar ese bloqueo. En el caso de Barcelona, el Ayuntamiento nunca ha llegado a desarrollar la normativa y el concurso para permitirlos. En 2018 y 2019, el Consistorio retiró varios centenares de estos vehículos y sancionó a las dos empresas que decidieron ponerlos en las calles de la ciudad. Y, desde entonces, este servicio ha estado vetado en Barcelona, una urbe que en los últimos años se ha fijado mucho en el modelo de movilidad que aplica París, informa Clara Blanchar.

Patinetes de alquiler en el centro de Madrid, este miércoles.
Patinetes de alquiler en el centro de Madrid, este miércoles. Eduardo Oyana (EFE)

Los patinetes de alquiler sí están presentes en Madrid. Y su alcalde, José Luis Martínez-Almeida (PP), rechazó el lunes poner en marcha un referéndum para prohibir operar a estas compañías. En la capital hay tres empresas autorizadas ahora mismo y el Consistorio se ha fijado un límite de 6.000 patinetes en las calles, defiende el regidor. Sin embargo, la candidata a la alcaldía por Más Madrid, Rita Maestre, ha abogado por “poner orden en las aceras y en la movilidad” en la ciudad, porque ahora las calles “son difícilmente practicables con bicicletas, patinetes y terrazas ilegales”.

Ante el auge de los patinetes (de alquiler y de uso particular), la Dirección General de Tráfico (DGT) aprobó una serie de normas a principios de 2021, donde recogía la forma en la que se debía hacer uso de estos vehículos. Queda prohibido, por ejemplo, circular por las aceras y las zonas peatonales. Pero se deja margen a los consistorios para que puedan establecer normas propias, como la utilización obligatoria del casco homologado. Al tratarse de una competencia claramente municipal, este tipo de movilidad puede estar muy presente en la campaña de los próximos comicios de mayo.

Las aceras son el elemento que está en juego en este debate. “Es el peatón el que está cediendo su espacio y se encuentra inseguro”, incide la presidenta de Andando, Sonia Jichi. Andando aglutina a una veintena de asociaciones de España y de Portugal que defienden los derechos de los peatones que “apuestan por la movilidad activa y proteger el espacio público”. Jichi cree que si hubiera voluntad política podría hacerse una consulta sobre los patinetes de alquiler en España. “El espacio es limitado y hay que ver cómo se regula”, añade por su parte el coordinador del área de sostenibilidad del PSOE, Antonio Giraldo.

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Patinetes electricos
Un usuario de patinete circulaba en enero por la plaza de Tetuán de Barcelona.Gianluca Battista

Varias asociaciones coinciden en el riesgo para los peatones que suponen los patinetes de alquiler, ya que en muchas ocasiones los usuarios los dejan en las aceras de cualquier forma. Esto complica la vida a las personas en silla de ruedas o con movilidad reducida y ceguera, que encuentran más barreras de las que ya existían. La Federación Ecom se compone de 120 asociaciones de toda España, mayoritariamente de Cataluña, y su objetivo es la defensa de los derechos de las personas con discapacidad física u orgánica. Montse García forma parte de esta organización y critica la falta de espacios reservados para patinetes o bicicletas, como los carriles bici. “Si incorporas este tipo de elementos de movilidad tienes que tener infraestructura; si no, lo que vas a tener es un montón de vehículos encima de la acera. También es necesario contar con lugares donde poder guardarlos y el operador es el que se debe encargar de ellos”, añade García.

Los responsables de que los patinetes terminen abandonados en las aceras son las empresas de alquiler y los ayuntamientos, recalca Giraldo. “No hay nadie vigilando, ni hay lugares para dejarlos. La normativa dice que se pueden dejar en las barras de hierro donde se aparcan las bicicletas si no ocupan el 50% del espacio, pero tampoco hay tantas como para aparcar patinetes. No existen suficientes aparcamientos y la gente los deja donde han terminado el viaje o donde pueden”, añade este responsable socialista. Gorka Pradas, delegado en el País Vasco y Cataluña de la Federación Española de Vehículos de Movilidad Personal (Fevemp), lamenta “la inacción de los gobiernos” y aboga por “garantizar” la “convivencia” e impulsar los “cambios modales con los gobiernos y las empresas de alquiler”.

La normativa básica de la DGT impide, además de circular por aceras y zonas peatonales, ir con auriculares o que estos vehículos superen los 25 kilómetros por hora. Pero en demasiadas ocasiones los conductores no hacen caso del reglamento, denuncia Giraldo: “La normativa no se cumple como se debería […] creo que la gente desconoce el reglamento”. La coordinadora técnica de la Red de Ciudades que Caminan, Ana Montalbán, añade: “Las normas son evidentes, la DGT lo ha regulado de una manera bastante clara, pero es muy difícil de aplicar. Si es difícil multar a un coche, imagina un patinete que se puede meter por diferentes lugares o incluso entrar en un portal”.

Montalbán también advierte “del incremento exponencial de accidentes con este tipo de vehículos”, como se ha debatido en los últimos congresos de seguridad vial. El lunes pasado volvió a ocurrir en León, donde falleció un menor de 14 años que conducía un patinete eléctrico al colisionar con un automóvil. En 2022, se registraron en España 299 siniestros con patinetes involucrados y en los que resultaron 12 personas fallecidas. En el 90% de los casos, había también un turismo relacionado, según datos del comparador de seguros HelloSafe.

Además de la normativa básica, la DGT ha aprobado un manual de características técnicas para los patinetes eléctricos que supondrá que a partir del año próximo todos los vehículos de este tipo que se comercialicen estén certificados y cuenten con sistemas de frenado o avisadores acústicos. “Ayudará a reducir el número de siniestros”, sostiene Jorge Ordás, subdirector general de Gestión de la Movilidad y Tecnología de la DGT.

El patinete como una herramienta

Pero las asociaciones diferencian entre los patinetes eléctricos de alquiler y los de movilidad personal. “No hay que demonizarlos. A personas que tenían que hacer recorridos largos de la periferia al centro y que no tienen recursos para disponer de un coche, este medio de transporte les ha permitido ir a su lugar de trabajo. Puede salvar distancias socioeconómicas”, dice Montalbán. Giraldo coincide: “Las clases precarizadas lo usan más, y más las mujeres que los hombres. Y sobre todo las personas que se dedican a los cuidados”. Pradas añade: “El patinete eléctrico es la solución para millones de trabajadores, al ser una alternativa sostenible, sencilla y económica”.

La solución a este problema de convivencia urbana pasa por la educación y la concienciación, incide Montalbán. “Habría que trabajar en que las personas usuarias de los patinetes de movilidad personal conocieran la normativa. Un pequeño test antes de coger el patinete”. Pero Montalbán cree que sin campañas de concienciación no serviría de mucho: “Hay determinadas edades en las que se utiliza como un juguete. Se debe concienciar a los jóvenes sobre las personas más vulnerables que están en la calle. Y que se pregunten: ¿me gustaría que mi abuela sintiera esto cuando va caminando?”.

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