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Berlín se abre a desbloquear la crisis de los motores de combustión que ha enturbiado su relación con la UE

Alemania acepta la propuesta de Bruselas de crear una nueva categoría de vehículos ‘e-fuel’, pero pide más garantías antes de cerrar una disputa que ha provocado una crisis de confianza en la estructura legislativa europea

El canciller alemán, Olaf Scholz, en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en Bruselas.
El canciller alemán, Olaf Scholz, en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en Bruselas.KENZO TRIBOUILLARD (AFP)

Alemania se abre a desbloquear la crisis de los motores de combustión que ha tensado su relación con Bruselas y enrarecido la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que se ha celebrado este jueves y viernes en la capital belga. Berlín asegura que acepta la propuesta de la Comisión Europea de crear una categoría nueva de vehículos que usen los llamados e-fuels una vez entre en vigor, en 2035, la prohibición europea de vender coches nuevos con motores térmicos propulsados con combustibles fósiles. Pero la cumbre ha concluido sin una solución a la disputa. El Ministerio de Transportes alemán, en manos de los liberales, quiere garantías que apuntalen esa promesa y asegura que sigue negociando detalles legales con la Comisión.

Los liberales del FDP, uno de los socios de la coalición alemana -con socialdemócratas y verdes- han estado bloqueando, por intereses políticos internos, un acuerdo clave en la estrategia europea de lucha contra el cambio climático. El Ejecutivo europeo está ansioso por cerrar una disputa que ha puesto en cuestión la confianza en el entramado legislativo de la UE. El ministro de Transportes, Volker Wissing, aseguró el viernes por la tarde en la televisión pública alemana que el acuerdo está “muy cerca”. El canciller, Olaf Scholz, dijo también en Bruselas, al cierre de la cumbre, que espera una solución rápida.

Wissing se dice en una comunicación enviada la noche del jueves a Bruselas dispuesto a aceptar la propuesta de la Comisión de no tocar el texto legislativo sobre el fin de los motores de combustión acordado, tras arduas negociaciones, por todas las partes (Comisión, Parlamento y Consejo en nombre de los Veintisiete) a finales de octubre. Tanto el Ejecutivo europeo como los países más críticos con Alemania, empezando por Francia, se habían negado en redondo a retocar el texto, ya que no solo habría obligado a volver al punto cero y renegociarlo todo en todas las instituciones —un proceso que dura años—, sino que, advertían capitales como París o Madrid, ponía en peligro la competitividad europea en materia de coches eléctricos frente a unos rivales, especialmente China y Estados Unidos, que ya cuentan con una fuerte ventaja.

A cambio de no revisar el texto de los coches, Berlín quiere más garantías de que, a partir de 2035, se permitirá la venta de vehículos que usen combustibles sintéticos, afirma Der Spiegel, que dice haber visto la respuesta alemana. Para ello, Alemania pide a la Comisión que se comprometa a presentar, hasta el próximo otoño, un “acto delegado” sobre cómo los vehículos propulsados con e-fuel pueden aportar a las metas de la UE de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Los actos delegados son un dispositivo no legislativo del que dispone la Comisión, a propuesta del Parlamento o Consejo Europeo, para “completar o modificar determinados elementos no esenciales de un acto legislativo”. La Comisión había propuesto previamente a Alemania aceptar los coches con e-fuel, siempre y cuando los fabricantes establezcan mecanismos específicos para asegurarse de que, en ningún caso, esos vehículos podrán utilizar combustibles fósiles pasado 2035.

“Sé que el periodismo también es un negocio de entretenimiento y que piensan que es realmente estúpido que simplemente estemos de acuerdo”, aseguró Scholz en Bruselas. “Pero eso sucederá, y bastante rápido”, añadió. Wissing sostiene que Alemania está de acuerdo con el acuerdo fundamental, según el cual solo se podrán matricular vehículos nuevos de cero emisiones a partir de 2035. “No estamos cuestionando el objetivo de permitir solo vehículos neutrales para el clima a partir de 2035. Nunca hemos hecho eso”, enfatizó el ministro liberal.

Lo que pretende Berlín es no excluir ninguna opción tecnológica, en referencia a los motores de combustión interna, en los que Alemania es líder. Si estos pueden funcionar con e-fuels, que se producen con energía renovable y son climáticamente neutros, no deberían prohibirse, añade el ministro, que insiste en que los motores deberán llevar instalados sensores que eviten el uso de combustibles fósiles. Los críticos con los combustibles sintéticos recuerdan que su producción requiere gran cantidad de energía, que son escasos y que se necesitan más en sectores como la aviación o el transporte marítimo, de difícil electrificación.

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La negativa alemana a ratificar el acuerdo, que se produjo por sorpresa a principios de marzo, ha tensado la ya de por sí complicada relación entre los tres partidos de Gobierno en Alemania. El ministro de Economía alemán, el verde Robert Habeck, aseguró el viernes por la mañana durante una visita a Dinamarca que a su entender la disputa ya se había resuelto. La Comisión se ha limitado a confirmar la recepción de la propuesta alemana, sobre la que no se pronuncia por el momento, ya que la está estudiando. Al cierre del primer día de cumbre, la presidenta del Ejecutivo europeo, la también alemana Ursula von der Leyen, se declaraba “confiada” en la posibilidad de un acuerdo rápido por la “voluntad de ambas partes de resolver el tema en el espectro del acuerdo provisional alcanzado entre el Consejo y el Parlamento Europeo”.

Una rapidez que es fundamental, subrayó Von der Leyen en su comparecencia ante la prensa: “El tiempo es clave en este caso, porque [el acuerdo sobre los motores de combustión] es un pilar importante dentro de nuestro paquete de Fit for 55″, recordó la noche del jueves. Ya cuando se anunció el acuerdo alcanzado en formato trílogo (Comisión, Parlamento y Consejo europeos), a finales de octubre, todas las partes habían celebrado un texto “histórico”, por ser el primer pacto legislativo dentro de la nueva estrategia europea para reforzar la lucha contra el cambio climático, que busca que la UE reduzca sus emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 55% para 2030 ―comparados con los niveles de 1990― y que logre la neutralidad climática en 2050.

Aunque oficialmente el tema no estaba en la agenda de los jefes de Estado y de Gobierno en Bruselas este jueves y viernes, como recalcaron cada uno de los líderes consultados, el nein alemán fue el gran fantasma que planeó por una cita por lo demás, hasta entonces, bastante armoniosa. El miedo va más allá, como dejaron claro varios líderes europeos y hasta la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, del acuerdo concreto sobre los coches, por muy importante que este sea. La inquietud que ha atenazado a Bruselas desde el primer e inesperado rechazo germano es que esto siente un peligroso precedente que ponga en duda toda la estructura de pactos legislativos de las instituciones europeas.

“Toda la arquitectura europea de toma de decisiones se derrumbaría si actuáramos así”, alertó nada más llegar a la capital belga el primer ministro letón, Krisjanis Karins.

Metsola dejó clara su inquietud con las maniobras alemanas. En una carta enviada esta misma semana al primer ministro sueco, Ulf Kristersson, cuyo país ostenta la presidencia de turno de la UE, la abogada maltesa advirtió de que los retrasos en la aprobación final del acuerdo, algo que debería haber sido un mero trámite, pueden “minar la credibilidad del proceso legislativo” europeo. Y puede también, escribió Metsola en su misiva, que ha podido consultar EL PAÍS, “erosionar la confianza” entre las partes negociadoras y provocar “incertidumbre” en torno a los compromisos acordados en materia legislativa.

La presidenta de la Eurocámara confirmó su preocupación durante su comparecencia ante la prensa el jueves, tras asistir a la cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno, donde recalcó la importancia de la “predictibilidad legislativa”.

“Cualquier cosa que busque socavar o reducir la predictibilidad legislativa que necesitamos como Unión Europea es algo contra lo que siempre advertiremos”, dijo Metsola. “Si se nos pide legislar en un área específica, debemos hacerlo. Y si lo hacemos, debemos presentar resultados (…) no podemos dar marcha atrás en acuerdos, porque está en juego la credibilidad del proceso legislativo”, advirtió, y agregó: “Espero que no vuelva a pasar”.

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