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Aragón se vuelca en el turismo de nieve pese a la amenaza del cambio climático

La comunidad dedica 26 de los 33 millones solicitados para el sector turístico de los fondos de recuperación europeos a la unión de las estaciones de esquí de Astún y Formigal, un proyecto criticado por su impacto ambiental

Canal Roya
La Canal Roya, el valle en el que se quiere construir una telecabina para unir las estaciones de esquí de Astún y Formigal.Eduardo Viñuales
Clemente Álvarez

El retraso de la nieve en los Pirineos este año es algo que ya no sorprende. Esta es una de las tendencias en estas montañas comprobadas por el Observatorio Pirenaico de Cambio Climático, al igual que el aumento de la variabilidad de las nevadas y la subida de la cota del cero térmico a partir del cual se produce nieve de forma natural. Paradójicamente, la llegada estos días de las primeras nevadas tardías ha coincidido con un nuevo conflicto en Aragón por los planes de futuro enfocados en el turismo del esquí. La polémica surge después de que el Gobierno de Aragón (una coalición de PSOE, PAR, Podemos y CHA) anunciase los proyectos aprobados para ser financiados con los fondos de recuperación europeos orientados al turismo, pues 26 millones de euros de los 33 solicitados por la región irán destinados a conectar las estaciones de esquí de Astún y Formigal. Esta nueva apuesta por el sector de la nieve, “sector turístico estrella” para este ejecutivo regional, está siendo criticada por diferentes razones. En primer lugar, porque incluye la construcción de una telecabina de más de ocho kilómetros que pasaría por la Canal Roya, un valle pirenaico de gran valor ambiental y cultural. Pero también por concentrar la mayor parte de los fondos europeos orientados al turismo, que en lugar de ir a otras alternativas se dedican a nuevas infraestructuras para el esquí a pesar de las poco halagüeñas previsiones para la nieve debido al cambio climático.

Según detalla Juan Terrádez, técnico del Observatorio Pirenaico de Cambio Climático, los modelos climáticos creados para estas montañas apuntan a que en el año 2050 el espesor de la nieve en la altitud media a la que están las estaciones de esquí en Pirineos (2.000-2.100 metros) va a disminuir un 50% respecto a la media de 1980-2010. “Cada vez va a ser más difícil la producción de nieve y que esa nieve aguante en el suelo lo suficiente, pues cada vez hace más calor”, señala Terrádez, que recalca que los datos ya muestran cómo se va retrasando el arranque de la temporada de esquí y se adelanta también el deshielo. “Hay que aprovechar mientras dure, pero ojo con las inversiones, igual merece la pena más bien diversificar la oferta turística”.

“No sé cuándo no habrá nieve, ahora vuelve a haber un metro”, responde a las críticas y las previsiones climáticas Miguel Gracia, presidente de la Diputación Provincial de Huesca, entidad impulsora del proyecto seleccionado por el Gobierno aragonés para unir las estaciones de esquí de Astún y Formigal. “Yo no discuto el cambio climático, pero la tecnología ha avanzado. En el año 2002 o 2003, tenía que haber 0 grados para innivar, pero hoy con tiempo seco se hace nieve a +2,5 grados”. Según este político del PSOE, que recientemente dejó el consejo de administración de Aramón, la empresa que gestiona la mayoría de estaciones de esquí de esta comunidad, para evitar problemas por conflicto de intereses, este nuevo plan de unir los dos valles “es una decisión no solo de un territorio, sino de una estrategia de Gobierno también y de comunidad autónoma que ha hecho una apuesta, entendiendo que a lo mejor como las Olimpiadas se cayeron [la candidatura para organizar los Juegos Olímpicos de invierno en 2030], pues hay que salvar el sector de la nieve en este mundo competitivo”. “En el Pirineo, más del 60% de la provincia de Huesca está protegido y esto nos condiciona muchísimas cosas”, comenta Gracia. “Tenemos muy poquito dominio [de superficie] esquiable, y nosotros tenemos que mantenernos en el mercado interior de España de una nieve que evidentemente tiene que ser competitivo con Baqueira Beret, con Andorra y con Sierra Nevada”.

De muy distinta forma piensa el geógrafo Eduardo Martínez, que hace unos días se lamentaba en una tribuna publicada en El Heraldo de Aragón, sumándose así a la catarata de críticas al plan turístico: “Nunca pensé que tuviera que escribir a favor del estado natural de la Canal Roya. Creía con ingenuidad que sus cualidades, tan evidentes, la hacían inviolable, que cualquiera con un mínimo de amor a la montaña, de conocimiento, sensibilidad y respeto, la admiraría y la protegería”.

Otra de las figuras conocidas que se ha mostrado en contra ha sido el deportista Kilian Jornet, que en redes sociales expresaba su rechazo a la unión de estaciones de esquí: “Destruir la Canal Roya, un valle de gran interés natural y cultural —en proceso de ser declarado espacio protegido— para alargar unos años un modelo económico y turístico que está condenado a su desaparición… todo ello con fondos europeos para la transformación sostenible”.

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Para Paco Iturbe, portavoz de la Plataforma en Defensa de las Montañas de Aragón, “la Canal Roya es uno de los lugares emblemáticos del Pirineo central, un auténtico santuario natural y cultural de Aragón”. “Este valle es una maravilla geológica, tiene forma de canal (en U) por su origen glaciar, pero también está mezclado con restos volcánicos, por el cercano monte de Aneyet. Además, su flora y fauna de alta montaña resultan tremendamente valiosas. Y esta ha sido una zona sagrada durante milenios, por eso tiene un montón de túmulos, de yacimientos, de dólmenes”, asegura.

“Cuando acabó la dictadura y empezó la democracia, el Instituto para la Conservación de la Naturaleza (Icona) elaboró una lista de espacios a proteger en Aragón y el primero de todos era Canal Roya, aunque sucesivamente no ha sido protegido”, destaca el portavoz de la plataforma. “El borde de ese canal es justo la frontera con Francia, si tiras una piedra a un lado u otro, en ambos se dan los mismos valores naturales, pero el lado francés cuenta con la máxima protección, pues es el Parc National des Pyrénées”, explica Iturbe. “Con todo, hace cerca de 15 años, se consiguió que se aprobara un decreto ley que iniciaba la protección de la zona como Parque Natural de Anayet-Partacua, ese decreto ley sigue vigente y una vez que inicias la protección de una zona no puede haber un proyecto que atente contra los valores que se querían proteger”.

Respaldo de los ayuntamientos

Por su parte, el Gobierno de Aragón defiende la decisión tomada en una respuesta remitida a EL PAÍS por escrito: “El proyecto de la unión de las estaciones de los valles del Aragón y Tena cuenta con el respaldo de todos los ayuntamientos del Pirineo y tiene como objetivo prioritario fortalecer toda la zona como referente del deporte de invierno y crear más riqueza, sin contravenir ningún aspecto de la normativa ambiental”, señala el Ejecutivo presidido por el socialista Javier Lambán. “A las inversiones que se desarrollan en las comarcas aragonesas desde hace años, se suma la gestión de los fondos europeos, que son una oportunidad que no se podía desaprovechar para avanzar en proyectos reivindicados durante décadas, entre los que desataca la apuesta por la unión de estaciones”.

En Aragón no sorprende la defensa del sector de la nieve del PSOE de Aragón o del Partido Aragonés (PAR), que históricamente han apoyado al esquí, pero sí de los otros socios de la coalición. Como recalca Iturbe, “choca la posición de los otros dos partidos de Gobierno, Podemos y Chunta, que siempre se habían posicionado públicamente en contra de estos proyectos: o luego no protestan dentro del gobierno o no cuentan mucho con ellos”.

Quien no ha dudado en cargar contra la asignación a este proyecto de 26 de los 33 millones solicitados para turismo ha sido Álvaro Sanz, diputado de Izquierda Unida en las Cortes de Aragón. “No pensábamos que se fuera a resucitar jamás en la vida este proyecto, más aún en estas condiciones de coyuntura de cambio climático”, comenta el político. “Estábamos convencidos de que los recursos para la reactivación en las comarcas en las que el monocultivo de la nieve ocupa un papel fundamental se iban a destinar, por un lado, a mejorar la resiliencia y la capacidad de adaptabilidad al cambio climático de las estaciones que ya hay, y, por otro lado, al cambio de modelo productivo, pero una cosa ni la otra”.

Para Sanz, “ni con fondos europeos ni sin ellos esto tiene ningún sentido a medio y largo plazo”, pues considera que se trata de “un destrozo ambiental de primera división”. Pero el diputado de Izquierda Unida asegura que en este caso resulta especialmente llamativo, pues “se quieren utilizar unos fondos europeos que tienen la sostenibilidad ambiental como un eje fundamental”.

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Sobre la firma

Clemente Álvarez
Es el coordinador de la sección de Clima y Medio Ambiente de EL PAÍS y está especializado en información ambiental, cambio climático y energía. Ha trabajado para distintos medios en España y EE UU, como Univision, Soitu.es, la Huella en La2 de TVE... Fue también uno de los fundadores de la revista Ballena Blanca.

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