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La crisis del coronavirus
Columna
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Antes de que llegue la vacuna

Un fármaco antiviral experimental arrasa en Wall Street sin evidencias a prueba de agua

Javier Sampedro
Un laboratorio de Gilead.
Un laboratorio de Gilead.AP

La publicación médica digital STAT filtró el jueves que los pacientes de covid-19 responden al tratamiento con remdesivir, un fármaco experimental desarrollado por Gilead Sciences, una biotecnológica de California fundada en 1987 y especializada en antivirales. A los lectores más atentos de este periódico no les sorprenderá el dato, pues los virólogos del Centro Nacional de Biotecnología ya lo indicaron hace semanas en estas páginas. Pero es la reciente filtración de STAT la que ha movido los parqués bursátiles. El viernes, solo un día después de que saltara esa noticia en los mentideros biomédicos, Gilead subió un insólito 12% en Wall Street.

Todos estamos esperando la vacuna contra el coronavirus como agua de mayo, y todos estamos de acuerdo en que ese avance acabaría de un plumazo con la pandemia. Hay 50 laboratorios en el mundo concentrados por entero en esa tarea, pero ni la vacuna más rápida imaginable estará disponible a gran escala antes de un año o un año y medio. Aun cuando la ciencia vaya bien, el reto industrial será enorme. Y ninguna economía del mundo podría soportar un año de parálisis con el consecuente desempleo masivo y el regreso a la penalidad de la que apenas estábamos saliendo antes del virus. Hay argumentos poderosos para desarrollar y ensayar fármacos antivirales que puedan aliviar la enfermedad en los pacientes y contener el ritmo de infección en la población. Y el remdesivir de Gilead Sciences va por el momento en cabeza.

Hay 50 laboratorios en el mundo concentrados por entero en esa tarea, pero ni la vacuna más rápida imaginable estará disponible a gran escala antes de un año o un año y medio

Todo el mundo conoce el ADN, la célebre doble hélice ―como dos serpientes enroscadas cabeza a cola― que subyace a la vida en el planeta Tierra. Si cogemos la doble hélice por los extremos y la estiramos, veremos una simple escalera de mano, donde los listones son una repetición monótona de un andamio y los escalones consisten en pares de “bases”, las letras a, g, c, t que escriben el texto de nuestra vida. La t se aparea con la a, la g se aparea con la c. Si sierras los listones, separando a cada pareja, cada listón puede reconstruir al otro sin más que seguir esas reglas de apareamiento. Por eso las entidades biológicas pueden sacar copias de sí mismas. El secreto de la vida. El coronavirus guarda su información en una molécula hermana del ADN, el ARN, que sigue los mismos principios pero solo tiene un listón. En el fondo da igual.

El remdesivir imita a una de las letras del ARN, engaña al virus para incorporarla a su genoma y le impide replicarse. Gilead lo inventó para tratar el ébola y no fue bien, pero cada virus es un mundo. Un pequeño ensayo publicado en el New England Journal of Medicine indica que 36 de 53 pacientes graves de covid-19 han mejorado con el remdesivir, pero el estudio es muy defectuoso, con pocos números y sin un grupo placebo de control. Las Bolsas, como se ve, viven ajenas al rigor científico.

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