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FÚTBOL CHILENO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Biometría en los estadios: la pasión empadronada

Los hinchas pacíficos del fútbol chileno cederán derechos individuales y libertades para que la fuerza policial pueda ejercer control contra los violentos

Aficionados del Colo Colo en Chile
Hinchas del Colo Colo antes de un partido contra la U de Chile en el Estadio Monumental.Alex Reyes (Getty Images)

Control de acceso Itinerante. Así se denominaba, en 2012, el sistema que permitiría a las autoridades policiales y a los clubes de fútbol chilenos discriminar la entrada de los hinchas al estadio. Con tecnología, en un mes de uso, 1.003 fanáticos vieron impedida su entrada a los estadios por tener prontuario o prohibición de ingreso. El sistema, sin embargo, fracasó por razones económicas y porque los controles eran eludidos en lo que las barras bravas llaman estampidas, o ingresos violentos y masivos a través de las puertas de acceso.

La biometría ya es utilizada en muchos países del orbe para autentificar los tickets del fútbol. Para lograrlo, la tecnología exige dos requisitos: la identificación personal del usuario a través de un sistema de detección de rasgos físicos y una base de datos comparativo que permita seleccionar a los espectadores.

El sistema anunciado por el ministerio del Interior y la Asociación Nacional de Fútbol supone un paso para frenar la creciente violencia que se registra en los estadios chilenos, y fue acelerada por la suspensión de la final de la Supercopa entre Colo Colo y Huachipato debido a la invasión del terreno, la agresión a guardias y carabineros, fogatas que dañaron la infraestructura del estadio y la vandalización del Memorial de los Detenidos y Desaparecidos en el Estadio Nacional.

Segregar el ingreso ha sido la herramienta principal anunciada por las autoridades, pero hasta ahora no ha dado resultados. La obligatoriedad no podrá aplicarse, pues los clubes no tienen preparada su implementación –pese a dos meses y medio de receso– y se optó por un sistema paulatino que estará totalmente operativo en enero de 2025, aseguran. La novedad es que los hinchas que ingresen al registro podrán adquirir entradas para cualquier partido de la competencia, y no sólo para los de los clubes a los cuales estaban empadronados, que era el procedimiento anterior.

Más allá de la universalización del reconocimiento facial, hay precedentes en más de un país sobre la vulneración a los derechos de privacidad. Como suele ocurrir, para controlar a los más violentos se aplican medidas que afectan a todos los hinchas, lo que suele considerarse injusto, ilegal e incluso anticonstitucional. En Chile, cada hincha deberá ingresar al sistema enviando una copia de doble faz de su documento de identidad, acompañada de una selfie, más una aceptación de los usos y condiciones. En España, por ejemplo, la Agencia de Investigación de Datos consideró que empadronar una huella significaba vulnerar los derechos del consumidor. Y la pregunta siempre es válida: ¿El control de los violentistas significa que tus datos queden en una base sólo para demostrar tu identidad o en el afán de individualizar a quienes tienen prohibición de ingreso?

Los plazos han dado un alivio a los clubes chilenos, que dependen totalmente de la autoridad policial y política para programar sus partidos. La Universidad de Chile, el cuadro que deberá implementar el registro para su duelo de este fin de semana, pretendía jugar a las 20.30 horas y con 43.000 personas en las tribunas. El partido fue autorizado por el ministerio del Interior con 30.000 hinchas en las gradas y a las 18.00 horas, para permitir un final con luz día. Colo Colo, cuyos fanáticos protagonizaron la última crisis, no recibió ni recibirá sanción alguna. Apenas ocho sujetos fueron detenidos tras los violentos actos (y dejados en libertad inmediatamente) y esta semana no podrá contar con adeptos en su pleito frente a O’Higgins en Rancagua.

La urgencia de frenar la violencia para que la industria sobreviva y para demostrar que la autoridad sigue en control de grupos que han ampliado su acción a otras esferas de la sociedad condicionará el debate. Una vez más la sociedad deberá estar dispuesta a restringir libertades y ceder derechos individuales ante la imposibilidad e incapacidad de actuar sobre los verdaderos responsables. No hay sanciones sobre los barras bravas, ni deportivas ni judiciales. Y dudas sobre la efectividad del registro para barristas que reciben trato preferencial de las instituciones y las ticketeras. Pero eso poco importa si de lo que se trata es que el fútbol se siga jugando.

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