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“El mercado me jubiló”: a los mayores de 50 les cuesta encontrar trabajo en Chile

El rango etario entre 50 y 65 años es uno de los más rezagados en recuperar los niveles de empleo prepandemia. El edadismo y una economía estancada les están jugando en contra

Dos operarios revisan anodos de cobre en las instalaciones de la mina de cobre de Chuquicamata, a 15 km al norte de la localidad de Calama, en la región de Antofagasta, Chile.
Dos operarios revisan anodos de cobre en las instalaciones de la mina de cobre de Chuquicamata, a 15 km al norte de la localidad de Calama, en la región de Antofagasta, Chile.Felipe Trueba (EFE)
Antonieta de la Fuente

Cuando Daniel Valencia (51 años, Puente Alto) perdió su trabajo, pensó que solo sería un ciclo más y que volvería en poco tiempo al mercado laboral. Pero no fue así. Cuenta que ya lleva tres años sin un empleo estable, ha postulado a cerca de 1.500 plazas, pero no recibe respuestas. Es prevencionista de riesgo, con tres postgrados, y ha realizado su carrera principalmente en el área educativa: trabajó 25 años como jefe de operaciones en una universidad en Santiago. Pero nada de esa trayectoria le asegura hoy obtener un trabajo con contrato, con el cual poder solventar sus gastos más los de su familia: tiene tres hijos, dos ya titulados, y una todavía estudiando.

“Dicen que quieren ampliar la edad de jubilación a los 70 años, pero la realidad es que a los 50 ya nadie está contratando. Es el mercado el que no está dando las oportunidades, la experiencia de los más viejos no les interesa, no hay una valoración de la trayectoria. A mí el mercado me jubiló”, dice Daniel, quien para subsistir instala antenas de celulares junto a su cuñado, de 53 años, que también está sin trabajo.

Según un estudio del Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales de la Universidad Católica (Clapes UC) los mayores de 50 años son uno de los rangos etarios que más se han demorado en recuperar los niveles de empleo prepandemia. Hoy las tasas de desempleo en este segmento de la población son 1,6% veces que antes de la covid19 y, según los cálculos, faltan más de 297 mil empleos para recuperar la tasa de ocupación que tenían antes de marzo de 2020, cuando se inició la emergencia sanitaria.

En paralelo, ha aumentado el tiempo en el que se demoran en volver a encontrar un trabajo: 7,1 meses para aquellos entre 50 y 59 años y más de 11 meses para los mayores de 60 años. Pero cerca del 24,3% de los desempleados sobre 50 años enfrenta etapas de desempleo de larga duración (12 meses o más), superando a otros grupos etarios.

La realidad que viven cada vez más personas en esta situación preocupa a los expertos: un 65% de los desocupados mayores de 55 años son proveedores del hogar, “lo que puede exacerbar tensiones financieras, traduciéndose finalmente en un aumento de la pobreza”, como alerta un estudio de mediados de 2023 del centro de pensamiento Libertad y Desarrollo (LyD).

Otro elemento a considerar es el envejecimiento de la población. “Entre 2010 y 2023, la proporción de los mayores de 55 años en la fuerza de trabajo pasó de 15% a 20%”, señala el mismo estudio.

En ese escenario, las cifras del mercado laboral no son auspiciosas. La encuesta ¿Cómo funcionan los talentos hoy?, realizada por el portal de empleos Laborum entre marzo y junio de 2023 a diferentes especialistas en contratación, reveló que el 52% de las empresas chilenas no contrataron personas mayores a 55 años en el período de un año.

Altas expectativas, un mercado débil y el edadismo

Carlos Román, director ejecutivo de SeniorLab UC, un laboratorio de innovación social de la vejez que trabaja con una red de 14 empresas, lleva varios años estudiando los desafíos y oportunidades de la llamada economía plateada, aquella vinculada al cambio demográfico debido al envejecimiento de la población. Observa con preocupación que mientras las tendencias hablan de una mayor longevidad, no existe una preocupación real por hacerse cargo del fenómeno. “Se habla de que vamos a vivir hasta más de 100 años, es una realidad que cada vez estamos viendo más, pero en general como sociedad no estamos dimensionando la envergadura del desafío que tenemos por delante y lo atendemos de forma muy superficial”, advierte.

Entre los factores que observa al interior de los empleadores para no contratar personas mayores, Román dice que el principal es el edadismo, es decir, la discriminación por la edad. “Hay un tema de edadismo bien fuerte, sesgos y prejuicios. Esa es la principal razón que hemos detectado entre las dificultades para que los mayores de 55 puedan insertarse mejor al mercado laboral”, explica.

“Hay altos prejuicios asociados a ser mayor, que eres más lento, que te cuestan más las cosas, te demoras más. Son sesgos. Vemos muchos desafíos intergeneracionales en las empresas y es un tema asociado a la poca adaptabilidad de todos en general”, agrega.

Para Carmen Cifuentes, investigadora de Clapes UC, las altas expectativas de quienes buscan empleo y la debilidad de la economía juegan un rol central en este fenómeno que empieza a crecer en Chile. “La recuperación del mercado laboral se ha dado con un rezago respecto de la actividad económica y en medio del debilitamiento de la economía (según las cifras preliminares Chile decreció 0,2% en 2023)”, dice. En ese contexto, agrega: “Lo que sucede es que en general las ofertas de trabajo no cumplen las expectativas de una persona de esa edad en términos de cargos a los que pueden optar y en términos de remuneración, esto hace que se demoren más en encontrar un trabajo que se ajuste a sus necesidades”.

Una alerta para la salud mental

Las consecuencias del fenómeno de la falta de empleo para los mayores de 50 no solo golpean a la economía, amenazando con aumentar las tasas de pobreza, sino que tienen una correlación directa con el estado de la salud mental de la población.

Según el informe de Clapes, existe evidencia de que las personas desempleadas durante períodos prolongados tienen al menos el doble de riesgo de enfermedad mental, especialmente depresión y trastornos de ansiedad, en comparación con aquellas personas empleadas.

“La pérdida de la rutina laboral, el estigma asociado al desempleo, la incertidumbre sobre el futuro laboral y la disminución de ingresos generan estrés, ansiedad y reducción de autoestima, contribuyendo al potencial desarrollo de una depresión”, señala el estudio.

Pero también, advierte Carmen Cifuentes, hay efectos negativos sobre el capital humano. “La transformación digital se aceleró mucho durante la pandemia y las personas que poseen menos habilidades digitales están menos demandados para estos trabajos”, explica.

Frente a esto, la investigadora plantea que las políticas públicas para este segmento deben ampliarse. Actualmente el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo, gubernamental, otorga el subsidio Experiencia Mayor, un programa con el cual las empresas que contraten personas mayores de 55 años que se encuentren desocupadas, reciben una bonificación de hasta el 60% del Ingreso Mínimo Mensual (que equivale a unos 284 dólares) durante los primeros seis meses de contrato, y un 20% por los siguientes seis meses. El beneficio otorga además un bono de capacitación de alrededor de 400 dólares por cada persona contratada. Sin embargo, los cupos anuales para acceder al programa son solo 500.

“Este tipo de subsidios deberían seguir apareciendo cada vez con más fuerza. Hay que hacer frente al desafío del cambio demográfico con la velocidad que requiere, pero hay que hacerlo lo antes posible para que las consecuencias no lleguen de golpe y también para que no genere roces ni rencillas generacionales”, explica Carlos Román.

Mientras tanto, Daniel Valencia dice que debe vivir con la angustia de un futuro inestable. “Todos los días me levanto con la incertidumbre de qué va a pasar. Hay que pagar cuentas, pero además si tengo alguna emergencia de salud voy a caer a un hospital, porque no tengo ninguna posibilidad de pagar isapre (aseguradoras privadas)″, reflexiona.

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Antonieta de la Fuente
Es periodista de EL PAÍS en Chile, especializada en negocios y economía. Ha trabajado en los principales medios escritos del país, como 'Qué Pasa', 'La Tercera', 'Diario Financiero', 'La Segunda' y 'Revista Capital' de la que fue editora general entre 2013 y 2019.
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