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El símbolo de la protesta en Chile de 2019, el ‘perro matapacos’, al banquillo tras los homicidios a policías

Los asesinatos de tres carabineros en menos de un mes y la irrupción de la delincuencia armada, ha puesto en evidencia el creciente apoyo a la policía. Un senador socialista abrió el debate: “El ‘perro matapacos’ debe ser calificado como incitación a la violencia”

Protestas Chile
Una persona sostiene una bandera chilena con un dibujo del perro Negro Matapacos, en 2020.Claudio Abarca (Getty Images)

Durante el movimiento estudiantil chileno de 2011, un perro mestizo negro con un pañuelo rojo al cuello se hizo conocido por ladrar y atacar a carabineros, y saltar en contra de los chorros de los carros lanza aguas. Bautizado entonces por los jóvenes como negro matapacos -paco es el nombre despectivo con el que en Chile se denomina a la policía uniformada-, sus vídeos se viralizaron. Pero fue en octubre de 2019, en el estallido social, que se convirtió en el símbolo de las protestas. Cuatro años después, sin embargo, su figura y su nombre han sido fuertemente cuestionados por los asesinatos a carabineros, tres perpetrados entre marzo y abril de 2023. “El «perro matapacos debe ser calificado como incitación a la violencia»”, dijo el senador socialista, José Miguel Insulza, y lo puso en el banquillo.

Desde la revuelta de 2019, la imagen del perro se ha visto en distintos formatos, desde afiches pegados en las paredes de las calles, estampados en camisetas e imanes para la nevera. Pero fue una escultura de tres metros de alto y dos y medio de diámetro, la que marcó un hito en las manifestaciones. Su creador es el artista visual Marcel Solá, que la construyó con material reciclado recogido de las mismas protestas. Y para él, la figura del matapacos no es, “en absoluto” lo que ha dicho el parlamentario Insulza. “Es un homenaje a quienes han luchado desde distintos ámbitos por un Chile donde la concepción del bienestar sea algo colectivo y no individual. El quiltro (mestizo) de la calle representa el abandono, maltrato, discriminación e indiferencia por su condición, una analogía de lo que sucede a gran parte de la sociedad chilena”, dice a EL PAÍS. “Se unía a las manifestaciones estudiantiles para proteger abnegadamente a los más débiles, ya que por instinto ladraba a las fuerzas de represión del Estado. Haciendo un parangón, tampoco creo que al señor Insulza le digan panzer por la relación de violencia y genocidio asociada a los tanques alemanes de la II Guerra Mundial. Si lo extrapolamos a otro ámbito, al matador Marcelo Salas (exseleccionado nacional de fútbol) no le atribuían una connotación de incitación a la violencia”, agrega.

Antes de Insulza, sin embargo, fue el padre del carabinero Carlos Retamal -que murió en octubre de 2022 luego de ser agredido con un fierro mientras fiscalizaba una carrera clandestina-, quien puso en tela de juicio al ícono de las protestas. “Es triste ver cuando las autoridades que hoy tenemos decían meses atrás que el personaje más popular era un perro matapaco. Eso no habla bien de nosotros como país”, dijo en lo que ha sido una crítica recurrente a la nueva generación de izquierda por una posición tolerante a la violencia. El nombre de su hijo y el del cabo Eugenio Nain, asesinado a balazos en el sur de Chile en 2020, dieron origen a la ley Nain-Retamal, que da más margen a los agentes para la legítima defensa y aumenta las penas para quienes los ataquen. Ha sido una legislación, tramitada en forma veloz y aprobada por amplia mayoría en el Congreso, después del crimen de la sargento Rita Olivares, el 26 de marzo, quien murió por un disparo en el cabeza percutado por delincuentes. Su promulgación, el 6 de abril, coincidió con el asesinato del cabo Daniel Palma.

Los crímenes de tres policías, en apenas 23 días, han provocado en Chile un rechazo transversal, y también un respaldo de la opinión pública a carabineros. La institución, cuestionada por violaciones a los derechos humanos durante el estallido social, ha subido paulatinamente su aprobación en la crisis de seguridad que vive el país sudamericano ante la irrupción de una nueva delincuencia armada. Si en diciembre la encuesta Cadem le dio un respaldo del 73%, el mismo sondeo reveló el pasado 2 de abril que un 95% está a favor del uso de armas de fuego de la policía ante situaciones de violencia.

La violencia de 2019 fue especie de vacuna contra la propia violencia en todas sus dimensiones, ha dicho a El País el escritor chileno Arturo Fontaine.

Una ‘procesión’ con la imagen del perro

Solá, de 46 años, licenciado en arte, magíster en museología y terapeuta, cuenta que lleva más de 20 años dedicado a la creación artística con residuos como botellas plásticas y elementos publicitarios. En 2021, el colectivo que dirige, CIAN, recibió el premio nacional de medio ambiente en la categoría cultura sustentable de la Fundación Recyclápolis. La del perro matapacos es una de sus varias esculturas con esa técnica.

Fue el 15 de noviembre de 2019, el mismo día que políticos de distintos sectores firmaron el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, que Solá y su equipo instalaron la escultura, en respuesta contra el pacto, en un parque cercano a la Plaza Baquedano en Santiago, el sector ícono de la revuelta y donde ocurrieron hechos violentos protagonizados por carabineros y manifestantes. Un estudio del Núcleo de Sociología Contingente de la Universidad de Chile, que realizó en terreno en 2020 en ese lugar -rebautizado como Plaza de la Dignidad por los adherentes a la revuelta-, reveló que el 55% de los manifestantes promediaban 33 años, y más del 55% tenían estudios superiores.

Durante 2019, la imagen pasó por distintos momentos. Uno de ellos fue, precisamente, ese 15 de noviembre: pese a su tamaño, los manifestantes marcharon por la calle con el perro en andas. “Generó un alto sentido de pertenencia social en millones de personas. También, desde la vereda contraria, fue golpeada, vandalizada con golpes, arrastrada por las calles amarrada a una gran 4x4, quemada en dos ocasiones. Esto confirma el atropello y violencia sostenida de las clases oligárquicas hacia el pueblo”, dice su creador. “Pocas personas saben que se hizo una gran campaña a partir de esta obra que generó cientos de adopciones de perros en situación de abandono”, agrega.

“Su disposición es matar”

Muy lejos de esa idea idílica está la filósofa y escritora Lucy Oporto, quien ha reflexionado en torno al fenómeno generado por el símbolo. “Hay imágenes que coinciden con esto en textos bíblicos: persecución por jaurías en los Salmos y otras bastante atroces, de personas arrojadas a los perros para ser devoradas. No era un animal apreciado en el mundo semítico. Se lo consideraba impuro. Pienso que hay bastante de todo eso en este perro negro matapacos, que además es un quiltro [un mestizo]. A partir de aquí han surgido analogías con el mestizaje y el abandono, bastante autocomplacientes, que, en realidad, expresan un profundo resentimiento y rencor ante esa condición, justificando así que seres humanos desvalidos estén convencidos de que tienen derecho a destruirlo todo, impunemente”, dice la filósofa que se declara allendista.

Tajante, Lucy Oporto, coincide con el senador Insulza y dice sobre el perro matapacos: “Sí es una incitación a la violencia”.

La primera vez que la filósofa vio al matapacos fue a fines de 2019 en unos afiches pegados en las paredes de Valparaíso, donde ella vive, ciudad a 115 kilómetros de Santiago. Aparecía, recuerda, junto a la leyenda el pueblo no saquea al pueblo. “Ya en ese tiempo me parecía que eso era una amenaza, como decir, si el pueblo no saquea al pueblo, ¿entonces quién estaba haciendo los saqueos? Había una acusación indirecta si se quiere, pero, sin duda, aunque oscura entonces, era una prefiguración de lo ocurrido en este último tiempo con aún más fuerza. En 2019 fueron quemadas unas carabineras, pero los ataques y asesinatos contra la policía se han ido intensificando”.

La imagen del matapacos le parece bastante enigmática. Dice que “representa el desarrollo de un instinto ciego y asesino”. Y que “no es la figura cercana del perro como representación de la fidelidad, o como el mejor amigo del hombre. Tampoco la del perro pastor que cuida rebaños. Ambas son actividades constructivas de este animal. Esta es, claramente, la de un animal semisalvaje, cuya disposición es matar. Era el estandarte del octubrismo, de lo que ha venido ocurriendo a partir de 2019. Para mí es la imagen primitiva de una instintividad sin espíritu, cuya finalidad es destruir y matar”.

En medio del debate, el escritor Patricio Fernández, dice a EL PAÍS: “Es verdad que carabineros ha estado sufriendo de unas agresiones no solo lamentables, sino que espantosas, y merecen todo el apoyo de la ciudadanía. Son ellos los que ponen por nosotros muchas veces el cuerpo a las balas”. Pero, añade, que “la del matapacos es una figura bien poco feliz, como la de cualquiera que mata. No sólo no ayuda, sino que pone el tono que no necesitamos en nuestra convivencia. Pero, al mismo tiempo, no exageremos”, dice Fernández, porque el perro -que hoy está en el banquillo- no ha matado literalmente a nadie.


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