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La Casa de Cádiz... ahora albergue para sin techo

Varios indigentes llevan ocho días ocupando la sede de la entidad regional para transformarla en hostal

Alfonso L. Congostrina
Sin techo llevan ocho días durmiendo en la antigua Casa de Cádiz
Sin techo llevan ocho días durmiendo en la antigua Casa de CádizCarles Ribas

La breve historia del albergue autogestionado por indigentes que compartía espacio con una cooperativa en Barcelona ha dado un vuelco. Tras semanas de éxito instalados en el local de una cooperativa, hace ocho días un grupo de sin techo ocupó la antigua Casa de Cádiz situada a escasos metros de la Sagrada Familia (en el 279 de la calle Sardenya). Desde ayer por la noche de la capital catalana es la única ciudad de España que tiene abierto 24 horas al día un hostal autogestionado por los propios indigentes. Un proyecto que no ha cambiado de nombre y que sigue llamándose Welcome Sense Sostre. El Ayuntamiento de Barcelona informó ayer de que está analizando la información catastral para averiguar quién es el propietario del inmueble.

Los indigentes de la Casa de Cádiz, un edificio que lleva años abandonado, aseguran que han comprobado en el registro de la propiedad que el local es de una entidad bancaria. Están asesorados y conocen la fórmula jurídica para que el albergue pueda utilizarse durante meses: saben que si el propietario de un inmueble denuncia una ocupación, antes de que transcurran 72 horas del inicio de la misma, los Mossos d'Esquadra pueden llevar a cabo el llamado desalojo exprés. Pasadas las 72 horas, comienza un proceso judicial que concluirá con una orden de desahucio y que tardará en ejecutarse. Mientras tanto, una treintena de indigentes podrán dormir y comer a diario con la ayuda de donaciones de particulares.

Sin techo intentando reparar una filtración de agua en la Casa de Cádiz
Sin techo intentando reparar una filtración de agua en la Casa de CádizCarles Ribas

El artífice de la iniciativa es Lagarder Danciu, un joven de origen rumano y étnia gitana. La última semana de octubre consiguió abrir un pequeño albergue en los locales de una cooperativa con orden de desahucio. Allí acudían los indigentes. Podían ducharse y dejar sus pertenencias. Había ropero, lavadora… pero no podían permanecer 24 horas.

Danciu llevaba semanas ideando algo más grande y ayer hizo público la nueva localización. “Las lluvias nos ha hecho abrir antes de estar preparados”, lamenta. El edificio tiene dos plantas y unas letras amarillas en la fachada que rezan: Casa de Cádiz.

Pese al tiempo que lleva cerrado, conserva lo que fue. Dos indigentes duermen desde hace ocho días en la casa regional. En las paredes de la antigua institución cuelgan recuerdos del pasado. Desde una placa del presidente de la Caja de Cádiz, Fernando Portillo, hasta una breve historia enmarcada donde un documento, escrito a máquina, informa que la sede “dispone de planta baja y entresuelo, decorados acordes con el ambiente gaditano”. Entre las actividades que se llevaban a cabo, según el documento, destaca “conferencias, presentaciones de libros… en lo artístico se presta una gran atención al fomento del folklore gaditano y andaluz… Se dedican homenajes a la tercera edad y disminuidos físicos en instituciones de Barcelona que carecen de recursos económicos”. En 2007 la sede cerró.

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Más de una década después, Danciu junto a tres indigentes mostraban las dependencias del edificio. “Aquí en la planta baja pondremos una recepción, un centro de día con mesas y sillas donde todas las personas que lo deseen podrán cargar el móvil y calentar comida...”, aseguraba mientras mostraba el lugar iluminándose con una linterna. El que fuese el despacho del presidente de la Casa de Cádiz se convertirá en un almacén. Allí sigue en una de las paredes el cuadro del rey emérito Juan Carlos I.

En la parte de arriba Ramón, otro indigente, hace guardia mientras otros compañeros achican agua de lo que será la zona de duchas. “Nos han dicho que aquí podremos colocar dos duchas. Esta habitación, si podemos tener literas será la de mujeres y parejas y esta otra de hombres”, explicaba.

Ayer fue una jornada complicado en Barcelona porque la lluvia apretó, sobre todo por la tarde. “Esta noche dormiremos aquí con sacos como podamos”. Lagarder hizo un llamamiento a los vecinos para que lleven al lugar mantas, sacos de dormir, colchones, alimento.

Cree que pronto tendrá luz. Pero están intranquilos por si la policía les echa del lugar. Lagarder colgó ayer una bandera anarquista y una senyera en los mástiles de lo que un día fue la Casa de Cádiz y ahora se ha convertido, quién sabe hasta cuando, en Welcome Sense Sostre.

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