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El MNAC se pone femenino

La modernista Lluïsa Vidal protagoniza la primera exposición dedicada a una pintora en el principal museo catalán

José Ángel Montañés
'Maria dels Àngels Condeminas', a la izquierda y 'Retrato de Marta Vidal', a la derecha.
'Maria dels Àngels Condeminas', a la izquierda y 'Retrato de Marta Vidal', a la derecha. J. Á. M.

Le ha costado casi un siglo, pero al final lo ha conseguido. La pintora modernista Lluïsa Vidal i Puig (Barcelona, 1876-1918) tiene, por fin, una gran exposición en el principal museo catalán, el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), siendo la primera pintora que consigue una exposición para ella sola. El camino no ha sido fácil. Desde 2014, cuando el MNAC inauguró la nueva presentación del arte del siglo XIX, el autorretrato de Lluïsa Vidal fue el único de una artista que recibe al visitante, pero dejaba claro que el MNAC quería darle visibilidad.

Tras recuperar a artistas como Josep Tapiró, Carles Casagemas y Xavier Gosé, le llega el turno a Lluïsa Vidal, una pintora que supo hacerse un lugar en un mundo de pintores hombres que captar la psicología femenina como ninguno de ellos. A ella está dedicada la exposición Lluïsa Vidal. Pintora del modernismo, comisariada por Consol Oltra, una gran apasionada de la artista que la ha perseguido y difundido desde que la descubrió en 2001. Primero publicó un libro y luego organizó en 2014 una exposición en el Museo del Modernismo de Barcelona en el que se mostraba una aproximación a la pintora. En la exposición del MNAC ha conseguido reunir 55 de sus obras —se han quedado fuera por falta de espacio 15— de las alrededor de 300 que se le atribuye, la gran mayoría en manos de particulares. Entre ellos están los cuatro grandes óleos que posee el MNAC, como el autorretrato de la pintora, dibujante e ilustradora, después de que sus hermanas las cedieran en 1935.

Autorretrato de Lluïsa Vidal.
Autorretrato de Lluïsa Vidal.

Lluïsa Vidal fue una aventajada de su época, gracias al empeño de su padre, el ebanista y decorador Francesc Vidal que siempre quiso que sus nueve hijas (de los once hijos que tuvo) cultivaran las diferentes artes y fueran independientes. Vidal demostró destreza con el dibujo y su padre no dudó en proporcionarle los mejores maestros, incluso la mandó a Paris donde realizó un excelente retrato como es Damisela (que su padre completó con un notable marco de madera dorada). A su regreso se relacionó son los pintores de la segunda generación modernistas como Joaquim Mir, Oleguer Junyent, Juli González, Xavier Gosé o el joven Picasso. Ella es la única que pasó el umbral de pintar solo bodegones y paisajes. “De hecho, solo se sabe que pintara un par de bodegones, lo demás fueron personas, sobre todo mujeres”, remarca Oltra que destaca como los críticos “que siempre la trataron muy bien” calificaban sus obras de “masculinas” y “duras”. En 1911 instaló su taller en la calle Gran de Gràcia donde antes lo tuvo Isidre Nonell donde instaló una academia “para señoritas”.

La calidad de sus obras fue tal que algunas de sus pinturas se manipularon haciendo desaparecer su firma sustituyéndola por otra de algunos de sus compañeros hombres. Es el caso de Dona amb labor, perteneciente al Vinseum de Vilafranca y que está en la exposición. “Está firmada por Ramon Casas, por suerte sus familiares conservan el boceto de la obra. Otra, en la que pinta a su hermana Teresa, está firmada por Santiago Rusiñol”. En otras, como Retrat femení, sus dueños, la colección Godia, aseguran que es de Casas, pero especialistas como Francesc Fontbona dicen que es de Vidal.

'Lo noy del gos', una sanguina de Lluisa Vidal de 1907.
'Lo noy del gos', una sanguina de Lluisa Vidal de 1907.

Cuadros enrollados

“Casi todas las obras de Vidal son escenas de interior en la que los personajes aparecen plácidamente, con una amplia sonrisa, sean escenas de noviazgo, mujeres cosiendo o haciendo la colada”, como el exquisito Amas de casa, otra de las obras del MNAC, pintada en 1906, localizada enrollada en el almacén del Palau de Pedralbes “como las pinturas de Remei Mallofré y de su marido Josep Carreño, dos de sus retratos de encargo más destacados, que aparecieron también enrollados hace solo un año”, resalta la comisaria, convencida de que la exposición servirá para que “salgan a la luz nuevas obras de la pintora”. Oltra ha podido consultar la documentación conservada por la familia —nietos de sus hermanas, porque Lluïsa Vidal no se casó y murió muy joven víctima de la gripe española— que también han conservado carpetas con sus esbozos y la correspondencia entre ellas. El problema de Vidal fue que muró joven y que su familia se dispersó por la Guerra Civil. “Con su muerte desaparecieron ella y su obra y cayó en el olvido”, remacha Oltra.

Sin calle junto a paseo de Gràcia

“Hace año y medio me llamaron desde la oficina del Nomenclator del Ayuntamiento para decirme que iban a dedicarle una calle a Lluïsa Vidal, en concreto un pasaje situado en paseo de Gràcia entre Gran Vía y Diputació”, explicó Oltra

Pero había un problema. “No sabía cómo decirles que ya tenía un pasaje desde 1997 en la manzana delimitada entre Sant Quintí, Industria, Independencia y Córsega, porque el sitio que proponían era perfecto, justo al lado de donde ella había vivido con su familia”. Pero al final lo dijo. “Me pidieron perdón y Lluïsa Vidal se ha quedado sin calle en el centro de Barcelona”.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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