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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Cree alguien que Podemos es flor de un día?

En el fondo, se trata de minar el discurso del nuevo partido todo lo que se pueda y a cualquier precio

J. Ernesto Ayala-Dip

Hace unas semanas, escuché de boca de un representante de CiU calificar a los dirigentes de Podemos como casposos. Y en este mismo diario, leí que Mariano Rajoy se despachaba con otro calificativo no menos inapropiado. Para el presidente del Gobierno español, Pablo Iglesias y compañía son un atajo de gente triste. Los señores del partido de Mas y Rajoy alertan a la ciudadanía de que Podemos está constituida por gente casposa y triste. Comienzo a entender ahora porqué las encuestas les dan a este partido índices de apoyo tan mayúsculos.

Una de las reflexiones que me vienen con lo de la caspa es que CiU desconoce absolutamente el significado que se le ha asignado a la palabra caspa. Desconoce el sentido de la palabra y, sobre todo, no han oído ni visto a la gente de Podemos moverse y expresarse. Si lo hubieran hecho, podrían decir del nuevo partido en liza cualquier cosa menos que son casposos. Veamos ahora la lindeza del presidente de Gobierno español. No atino a adivinar cómo se le pudo ocurrir semejante epíteto. Pero arriesgo algunas hipótesis. La primera es que Pablo Iglesias no tiene ningún motivo para estar tan contento como el señor Rajoy. A este los números le cuadran. La macroeconomía arroja cifras muy esperanzadoras, aunque es verdad que ofrece algunas disfunciones con la microeconomía, minucias si se las compara con las extraordinarias expectativas de nuestra economía, incluido el millón de puestos de trabajo que augura el ministro de Economía.

Los apabullantes casos de corrupción que rodean al PP (también, no olvidemos, alguno del PSOE y de IU), no existen porque algunos de los imputados de su partido ya no son miembros del mismo. Y a los que están a punto de estar o tendrían que estarlo (empezando por el propio Rajoy, según su otrora amigo Bárcenas), les asiste la presunción de inocencia. Otra hipótesis es que el señor Rajoy tiene un concepto muy elevado de su alegría (además de uno despreciativo de la tristeza, como si esta fuera una enfermedad incurable que hay que extirpar lo antes posible), en contraposición con el descrédito que le merece la tristeza de vivir en el país con mayor paro de Europa, el que menor inversión hace en investigación, el que tiene una de las poblaciones que menos libros lee en un año (sin hablar de los que nunca cogen un libro en su vida), y el que cuenta con una población femenina de entre 15 y 29 años que acepta tan alegremente que sea controlada por sus parejas.

No sé si Podemos ganará las generales, pero si estar tan contento como el señor Rajoy significa tragar con las cifras maravillosas del ministro De Guindos (o con el parte de defunción de la crisis, anunciada a bombo y platillo por el conseller Puig en una rueda de prensa, hace más de un año), entonces mejor me apunto a la tristeza, no sea que me muera tonto de tanta alegría reinante entre la gente que nos gobierna.

El PSOE dice  que su verdadero adversario es el PP, queriendo indicar con ello, además de un estudiado ninguneo, una ausencia deplorable de argumentos

En el fondo de toda esta cuestión, de lo que se trata es de minar el discurso de Podemos todo lo que se pueda y a cualquier precio. También han surgido reflexiones del tipo perdonavidas. No son tan infundadas ni peregrinas como las citadas, pero igualmente adolecen de ligereza en sus formulaciones. No faltan quienes se acercan a Podemos como si fueran miembros de una secta, incluso no faltó quien los comparó con una especie de seguidores sui generis del cristianismo.

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Otros afirman que la gente votará a Podemos contra otros partidos políticos, no a Podemos en sí. Me parece que va siendo hora de que los grandes partidos políticos españoles comiencen a tomarse en serio a Podemos. El POSE dice, a través de su secretario general, que su verdadero adversario es el PP, queriendo indicar con ello, además de un estudiado ninguneo, una ausencia deplorable de argumentos. No faltó algún sociólogo de postín que llegó a sentenciar que Podemos es lo que tenemos, dejando en el aire si no quiso decir por lo bajini que Podemos es lo que nos merecemos.

Una última cuestión que debería llamarnos a la reflexión. Cuando Pablo Iglesias dice que ellos no son ni de izquierdas ni de derechas, está apuntando a la línea de flotación del bipartidismo. Rajoy dijo muchas veces (sin que el PSOE lo desmintiera) que lo mejor para España es la alternancia. Cuatro años para nosotros y cuatro para vosotros. Y si pudieran ser ocho para cada uno, mejor. Es decir, una legislatura de centro izquierda y otra de centro derecha (con retoques ultraderechistas). Eso Rajoy no lo ve mal: la alternancia es buena y colabora a la prosperidad de la democracia. Eso es lo que defienden los dos grandes partidos estatales, los mismos que son incapaces de llegar a acuerdos de Estado en materias tan sensibles como educación o justicia.

Mientras tanto, a Podemos le va llegando la hora de definirse en terrenos tan espinosos como la economía y la estructura del Estado. Y Podemos debe recordar que mientras Grecia tiene que refundarse como Estado si quiere sobrevivir, España tiene mucho más de la mitad de su camino recorrido.

J. Ernesto Ayala-Dip es crítico literario

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