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crítica | teatro
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Haciendo memoria con Raquel

El musical 'Por los ojos de Raquel Meller' reivindica la memoria histórica, las tradiciones músicales y uno de los mitos españoles olvidados

Javier Vallejo
Una escena de 'Por los ojos de Raquel Meller.
Una escena de 'Por los ojos de Raquel Meller.

En España tenemos memoria más clara de la historia de los Estados Unidos que de la propia. Por inmersión cinematográfica, televisiva y literaria, cualquiera tiene una idea aproximativa de quién fue Davy Crockett (y de su aspecto), pero casi nadie conoce los hechos de Blas de Lezo; sabemos más del general Custer que de Zumalacárregui, y le ponemos voz y rostro a Josephine Baker, pero no a María Conesa. Aquejados de tal desmemoria histórica, ¿cómo y en torno a qué vamos a mantener una identidad colectiva?

POR LOS OJOS DE RAQUEL MELLER

Autor, director artístico y escénico: Hugo Pérez. Dirección musical: Mijail Studyonov. Luz: Juanjo Llorens. Colaborador escenografía: Alfonso Barajas. Teatro Reina Victoria.

El musical Por los ojos de Raquel Meller, hecho a ganchillo por Hugo Pérez y su abnegado equipo artístico, viene a reivindicar nuestra memoria histórica, nuestras tradiciones musicales y uno de nuestros mitos olvidados, en un contexto y un tiempo en el que el género ha sido prácticamente monopolizado por empresas franquiciadas que poseen los derechos de reproducción asistida en países terceros de los grandes éxitos de Broadway y de la cartelera londinense.

En Por los ojos de Raquel Meller, Pérez pasa revista al nutrido repertorio de microdramas cantados con el que la en su día celebérrima cupletista encandiló a Chaplin, Cecil B. de Mille, María Guerrero y Sarah Bernhardt, durante sus giras internacionales y sus extensas temporadas en el Palace parisino, y recrea con conocimiento, devoción y buen gusto la atmósfera crepuscular de los salones donde se cultivaban las variedades y el género ínfimo. La Sala Tribueñe, en el barrio de Fuente del Berro, donde la función se estrenó en 2006 y se repuso anualmente, remozada (a demanda de un público que no encontraba nada parecido en la cartelera), tiene ese clima de entre épocas, y allí seguiría haciéndose de no ser porque el productor Juanjo Seoane la vio, se prendó y decidió llevársela al Teatro Reina Victoria, cuyas dimensiones son otras.

Con el cambio de escenario y de escala, han venido otros. En el papel de la Meller se rotan ahora tres cantantes (como en la ópera), se ha incorporado un tenor para que interprete al crítico, periodista, escritor y diplomático guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, marido de la artista; se ha ampliado el imponente vestuario hasta más de un centenar de trajes; se han rehecho luz y escenografía, y, en menor medida, dramaturgia y reparto…

El espectáculo es una magnífica colección de estampas plásticas y sonoras que ilustran con primor pasajes biográficos y anécdotas célebres de la diva, apenas desarrolladas dramáticamente ni hiladas unas con otras. A Hugo Pérez le ha preocupado más crear un clima de época genuino que informar de acontecimientos que da por sabidos. De puro breves y concisas, las escenas que ha escrito entre canción y canción parecen tuits. Su trabajo respira amor y admiración por la Meller, pero solo en ocasiones (cuando se canta Valencia, por ejemplo) exhala también esa sana ironía que tan al pelo viene para tomar distancia y no caer en la hagiografía.

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Siendo el mismo de la Tribueñe, este Por los ojos de Raquel Meller es también otro. A escenas que allí funcionaban de miedo, su inquieto director les ha dado la vuelta, como ya pasó en versiones anteriores (la primera duraba tres horas y media, que son ahora poco más de dos), justo lo contrario de lo que sucede en los musicales franquiciados. En general, lo que se gana ahora en espectacularidad y brillo, con el hermoso telón de retratos de la protagonista, por ejemplo, se pierde en intimidad e intensidad.

Amanda Puig, la nueva de las tres raqueles, tiene un chorro de voz lírica que no tenía la Meller, y encanto (y chulería cuando hace falta) pero aún no ese depurado arte “gracioso y sentimental” del que hablaban los cronistas de la época. El trío de músicos, comandado por Tatiana Studionova, acompaña las canciones espléndidamente.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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