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“El dilema es ser legal y no trabajar o ilegal y sobrevivir”

El cantante vuelve tras una lesión que le ha mantenido dos años apartado de los escenarios

Carlos Álvarez, delante del Teatro Romano de Málaga.
Carlos Álvarez, delante del Teatro Romano de Málaga.garcía-santos

Es el barítono español más importante e influyente de los últimos tiempos. Carlos Álvarez (Málaga, 1966) vuelve a pisar los mejores escenarios del mundo dejando atrás una lesión en las cuerdas vocales que a punto estuvo de acallar su voz para siempre y que encontró arreglo en la sanidad pública, de la que es un ferviente defensor. Este médico frustrado dice sentirse un “privilegiado” por poder vivir de la música, algo inusual en un gremio fuertemente sacudido por la crisis. Álvarez alza su voz profunda contra el IVA cultural que, asegura, está arruinando a muchos de sus compañeros de profesión.

Pregunta. A punto de cumplir un cuarto de siglo de carrera, ¿cómo recuerda su forzosa retirada de hace dos años?

Respuesta. Lo que me ocurrió con los problemas de voz está superado, es una muesca más en mi carrera. Pero aun así el recuerdo está muy presente porque forma parte no solo de mi experiencia profesional, sino de mi vida personal. Lo pasé muy mal. Me dijeron que había posibilidades de no volver a cantar nunca más. Pero la recuperación ha ido muy bien, ya estoy cantando de nuevo y la agenda va cogiendo el cuerpo que tenía antes de la lesión.

P. ¿Tras esos dos parones intermitentes que le mantuvieron en silencio 15 meses tuvo que volver a hacerse hueco o los programadores le habían guardado la ausencia?

R. La verdad es que uno no puede pretender tener un sitio propio. En esta profesión el trabajo futuro va ligado a tu trabajo presente. Pero en este sentido he tenido la suerte de que en la agenda de los grandes teatros mi nombre se ha mantenido siempre. Desde que reaparecí en el Teatro Arriaga de Bilbao en mayo de 2011 no he parado de recibir propuestas.

P. ¿Por qué decidió someterse a las operaciones en el hospital Carlos Haya de Málaga?

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R. Había dos razones de peso. La primera es que soy un absoluto convencido de que lo público no solo tiene espacio sino que es fundamental. Y segundo, mi médico, Ginés Martínez Arquero, trabaja en la sanidad pública. Pensé que si me iba a un centro privado quizá no encontraría un profesional de su capacidad y que si me iba fuera todo se complicaría, porque una intervención de este tipo necesita de un control habitual en el mismo centro donde se operó. Lo hice en Málaga en las mejores condiciones y todo ha salido muy bien.

P. Como usuario satisfecho y médico frustrado, ¿cómo ve los recortes en la sanidad y los procesos de privatización en algunas comunidades?

R. Es un error. Nada de lo que se hace está basado en criterios científicos. No hay un solo estudio que demuestre que la privatización de los servicios dé mejores resultados que la gestión pública. Estamos ante una cuestión ideológica que como sociedad tendremos que valorar en las próximas elecciones. Lo malo es que veo muy difícil deshacer lo ya hecho, pero lo que no podemos permitir es que la degradación sea aún mayor.

P. Durante su retiro de los escenarios se volcó en la docencia como una vía de escape…

R. Uno tiene que buscar salidas profesionales en caso de necesidad. Pensé que era el momento idóneo para transmitir el conocimiento adquirido en todos estos años de carrera. He dado clases magistrales y eso me ha permitido darme cuenta de que también puede ser una vía profesional válida.

P. ¿Por qué en España la enseñanza musical sigue siendo de segunda categoría?

R. Fundamentalmente porque lo que significa el concepto de músico profesional todavía no ha sido asimilado por la sociedad. Soy de los pocos privilegiados que puede decir que se dedica profesionalmente a la música. La pregunta todavía es: bueno haces música, ¿pero realmente a qué te dedicas? Mis hijos estudian violín y cuando acaben los estudios superiores habrán invertido 10 años en su formación y no podrán equipararlos a una licenciatura universitaria, algo que no entiendo. Habría que reformular la enseñanza musical y que desde primaria formase parte del currículo, como ya ocurre en otros países de nuestro entorno.

P. ¿Cómo ve el panorama vocal actual del país? ¿Hay relevo a su generación?

R. En los países del Este la formación musical es algo normal desde críos y si bien a lo mejor no logran formar a grandes profesionales sí consiguen crear buenos aficionados a la música. Egoístamente, eso es vital para nuestra industria. Sobre las voces y el relevo de mí generación, es complicado porque los cantantes en España hemos aparecido por generación espontánea. No hay una escuela que deje huella en los alumnos que han pasado por ella. También influye la situación de nuestro país, que hace que la gente se marche donde la cosa está mejor. Si no existe una apuesta clara desde la política cultural difícilmente vamos a obtener resultados positivos.

P. ¿Qué tiene que hacer la ópera para ser más atractiva para las nuevas generaciones?

R. Hacer más óperas. No es lo mismo ser aficionado en Viena, con cientos de representaciones al año, que serlo en Málaga. Si se programaran más se podrían hacer espectáculos más económicos y más baratos, con lo que se atraería al público joven.

P. Poco ayuda tener un IVA cultural al 21%...

R. Es inadmisible que la pretensión de recaudación recaiga sobre los hombros de los profesionales. Yo puedo llorar por un ojo porque me puedo permitir asumir ese incremento de 13 puntos, pero tengo compañeros que se plantean mantenerse en la ilegalidad de la contratación porque no pueden pagar sus cuotas de autónomo. El dilema es claro: ser legal y no trabajar o ilegal y sobrevivir.

P. ¿Cree eficaces medidas como las que plantea Andalucía de desgravar el consumo cultural?

R. Si eso es así, bienvenido sea. Pero será eficaz si no se queda en el papel y se convierte en una realidad, porque últimamente en política estamos moviéndonos en el límite de lo creíble.

Un regreso frenético y solidario

Tras cuatro temporadas apartado del circuito, la agenda de Carlos Álvarez está repleta de compromisos, algunos tan gratificantes como su debú el pasado julio en el Teatro Colón de Buenos Aires. ‘La fille du regiment’, de Donizetti, le espera en Viena a finales de noviembre y, en diciembre, cerrará temporada en Génova con el ‘Otello’ verdiano. Aun así, Álvarez saca tiempo para colaborar en actos solidarios. Esta noche actúa en el Teatro Cervantes en una gala en homenaje al maestro Francisco Heredia cuyos fondos irán destinados a la lucha contra el cáncer. En diciembre presentará en Málaga un disco en el que ataca otros géneros como el tango, la copla o el rock acompañado por Pasión Vega, Chucho Valdés o Javier Ojeda, entre otros. Los beneficios serán para la Fundación Cudeca, que atiende a enfermos oncológicos.

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