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Entre dos fuegos mortales

José Manuel Cano Pavón novela la tragedia de un revolucionario cubano que traicionó a Castro

Final del desfile del 2 de enero de 1962 en la plaza de la Revolución.
Final del desfile del 2 de enero de 1962 en la plaza de la Revolución.LIBORIO NOVAL

La trágica y corta vida de Ariel Lima Lago es una muestra de cómo, en muchas ocasiones, el hombre muere víctima de unas fuerzas contrapuestas que están muy por encima de él. Ariel Lima fue un revolucionario cubano forzado por la policía del dictador Fulgencio Batista a traicionar a los suyos y a luchar contra los partidarios de Fidel Castro.

José Manuel Cano Pavón (San Juan de Aznalfarache, Sevilla, 1946) relata la historia de Ariel Lima en la novela Jugar con fuego, que ha publicado Ediciones Atlantis. La idea de escribir la novela partió de información encontrada en Internet. Luego, Cano Pavón investigó sobre el personaje, que en la novela recibe el nombre de Ariel Lago.

“Me llegó información a través de Internet sobre el caso de este muchacho. Encontré datos y empecé a buscar. Me llamó la atención que fusilaran a un chico que acababa de cumplir 16 años, que desde los 14 era militante castrista y que se apuntó a la guerrilla urbana en La Habana. Montó un grupo y contactó con el Che Guevara. Parece que fue incluso a hablar con el Che a Sierra Maestra. Al Che le interesaba que hubiera una guerrilla urbana en La Habana”, explica Cano Pavón, que es catedrático de Química Analítica de la Universidad de Málaga.

“La policía de Batista lo capturó y torturó. Los policías le amenazaron con violar a su madre y el muchacho cedió. Delató a compañeros, participó en torturas e intervino en la muerte de dos mensajeras que llevaban consignas desde Sierra Maestra a La Habana”, relata. Estas dos mujeres fueron torturadas. No consiguieron sacarles una palabra y, ya moribundas, las metieron en una lancha. En sacos llenos de piedras las hundían en el agua y las sacaban, hasta que al no obtener resultado alguno, las dejaron caer en el mar y se ahogaron.

“La policía de Batista capturó y torturó a Ariel”, recuerda el autor

Jugar con fuego, el título de la novela, es lo que hizo Ariel. “Empezó a jugar con una cosa peligrosa: hacerse guerrillero en La Habana tenía un cierto riesgo. Allí no había ley. Era como Chicago en los años veinte o peor. Se metió en esa dinámica y terminó quemándolo”, afirma Cano Pavón, que es autor de las obras La pasión de Javier H, El demonio blanco y Los idus de julio, entre otras.

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De alguna manera, esta persona simboliza las contradicciones y tragedias del siglo XX. “En muchas de mis novelas trato el tema de la indefensión de la persona frente a la sociedad. Realmente es que era un chaval muy joven que estaba en plena formación. Vivía en un mundo obrero y se interesó por reivindicar sus derechos y hacer que Cuba no fuera tan dependiente de EE UU”, comenta.

El protagonista de la novela ilustra la indefensión del ser humano ante dogmas que le superan. “Ariel se dio cuenta de que Cuba era un garito, un prostíbulo, un sitio donde iban los americanos ricos a divertirse. Cuba tenía un Gobierno títere y corrupto y era una colonia de EE UU. Aunque dicen que el nivel de vida no era demasiado malo, había un descontento muy grande por la corrupción y la policía de Batista”, asevera el autor.

“Ariel fue víctima en los comienzos de la revolución. Era una época de gran violencia. Contacté con el presidente del tribunal que le juzgó, que reside en Puerto Rico. Me dijo que estaba arrepentido y que no firmaría hoy una condena a muerte” añade Cano Pavón.

El Che, uno de los personajes más idolatrados del siglo XX, no pestañeaba al enviar a un adolescente a la muerte. “El Che tenía rasgos psicopáticos. La gente lo admira mucho porque decía que este hombre se podía haber quedado en Cuba de ministro y prefirió ir a combatir a Bolivia, donde murió. Ha habido una admiración por el Che como icono revolucionario puro. En su puesto no tenía más remedio que ser violento y cruel. Ser santo allí era imposible”, concluye el autor.

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