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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Patrones de conducta

El cualquier dirección solo encuentras lodazal: cohecho, amiguismo, empresas ficticias, malversación

Hasta hace un año, uno de los temas preferidos en la opinión pública y publicada eran los valores y las actitudes. La conciencia del esfuerzo, la mirada a largo plazo, la constancia, la solidaridad, etcétera, ya saben de qué les estoy hablando. Políticos, empresarios, emprendedores, líderes de la sociedad civil, señores trajeados todos ellos, nos arengaban con seriedad y confianza. Necesitábamos responsabilidad y esfuerzo para no ser una sociedad nini. Como la velocidad de la crisis es exponencial los valores de ayer quizá ya no sean de tanta referencia como pretendían algunos. Si de algo sirven estos tiempos de ira es que todos vamos más sueltos, hay menos que perder y nos atrevemos más.

Leía hace pocos días en estas mismas páginas que el socio principal del bufete Cuatrecasas ha sido imputado por fraude fiscal. Me pierdo de los títulos nobiliarios (léase empresariales) y cruces honorarias que tiene el señor Cuatrecasas, una lista interminable desde la Cruz de Honor de San Raimundo de Peñafort hasta patronatos en IESE y en la Universidad Pompeu Fabra. Lo cito como botón de muestra. Si la ciencia se basa en la predictibilidad, ¿podemos conjeturar cuántos casos como este quedan por descubrir?

Llevamos unos años que mejor no levantar más alfombras para no levantar más sospechas

Esto es un no parar, señores de las normas, los valores y las actitudes. Llevamos unos años que mejor no levantar más alfombras para no levantar más sospechas. La corrupción, la malversación, la gestión pésima y dolosa ocupa todos y cada uno de los lugares en los que nos movemos son absolutamente transversales. Mallorca llegó a industrializar la corrupción como antes lo hizo con el turismo. Investigan a esos señores de Valencia con tantos valores y misa semanal y resulta que no solo salen trajes, bolsos y relojes, sino que, ay, resulta que el yerno del Rey se dedica a sus labores de manera magistral. Ciudadano ejemplar recompensado con un trabajo en Washington. Ellos presuntos y nosotros inocentes. No sé si hay que recuperar los valores o si hay que tener valor… Valores en la economía, que en ESADE últimamente no ganan para sustos. Entre el caso de Diego Torres, el título de Urdangarin y la promoción del máster MBA que hizo Gemma Montull, no sé si lo de la ética empresarial queda un poco ético y poco empresarial. Políticos y empresarios que asistieron a esa gran boda de la hija de Millet nos hablaban con seriedad y firmeza sobre las convicciones necesarias para que los adolescentes de Sant Adrià o de Gavà no vagaran por las calles en chándal sin nada qué hacer. Sin embargo, camines en la dirección que camines solo encuentras lodazal: aeropuertos, velódromos, empresas ficticias, financiación irregular, cohecho, malversación, amiguismo… Sí, sabemos que estos grandes próceres lo hacen por nosotros, que necesitamos que nos digan lo que está bien y lo que está mal pero un poco menos de cinismo se agradecería. Al menos, los ninis no nos largaban discursos sobre el bien de la sociedad ni tienen la Cruz de San Raimundo de Peñafort.

Antes de echarnos en cara nuestra indolencia, nuestra falta de altura de miras y antes de hablarnos de valores y sobre qué podemos hacer por nuestro país, antes de preguntarnos qué puede hacer él por nosotros, por favor, señores de bien, piensen en su vecino o en el socio de su empresa, en el señor que se sienta delante de ustedes en la sala de reuniones. Ustedes, que acumulan cargos y más cargos, títulos y más títulos, díganselo a él, a su compañero de patronato de museo, de fundación o de partido, lárguenle a él ese discurso de los valores y las actitudes. Y a nosotros, por favor, dennos un respiro, que no sabemos hacia dónde mirar.

Francesc Serés es escritor.

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