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Cómo cocinar con seitán, la ternera vegana

Esta pasta de gluten de trigo aporta fundamentalmente proteínas y es fácil de digerir, siempre que no seas celiaco

Seitán

Junto con el tofu y el tempeh (y con permiso de las legumbres mondas y lirondas), el seitán compone la santísima trinidad de los alimentos altos en proteínas vegetales. Aptos para vegetarianos estrictos y para casi cualquier otra persona dispuesta a reducir su consumo de proteína animal. Y el casi tiene una importante razón de ser: el seitán es un preparado a base de proteína de trigo. Una bomba de gluten que lo convierte en alimento prohibido para personas con enfermedad celíaca.

Por su textura consistente y sabor recio, similar a la carne, se suele conocer como la ‘carne vegetal’. Procede del sudeste asiático y es un clásico en la gastronomía de China y Japón. SE cree que lo empezaron a elaborar los monjes budistas para poder ingerir proteínas sin dañar a los animales. Primero mezclaban harina con agua a 30ºC, hasta que extraían todo el almidón y quedaba solo el gluten. A continuación, se formaba una bola y se cocía cerca de dos horas en un caldo a base de agua, salsa de soja (tamari y shoyu), jengibre, alga kombu y ajos. Una vez escurridas y frías, ya tenía seitán, el solomillo de los monjes. Con cero bajas en el reino animal.

Aunque hasta hace relativamente poco su consumo se limitaba a vegetarianos y curiosos de herbolario, en la actualidad su consumo se ha popularizado y ya se encuentra sin problemas todo el año.

Hasta se puede congelar

Lo normal es comprarlo ya preparado, refrigerado y envasado al vacío. La fecha de caducidad debe estar impresa en el envase. Dado que es un alimento fresco, no suele ser superior a los dos meses. Hay que guardarlo en la nevera antes de abrirlo y, por supuesto, volver a refrigerar lo que sobre si no consumes todo el paquete. No guardes seitán abierto más de una semana. Y mucho mejor si lo consumes en 3-4 días.

Si los monjes podían elaborarlo, tú también. Que sea casero no te exime guardarlo en el refrigerador, siempre con algo del líquido de su cocción para que no se reseque. Al igual que con el de origen industrial, consúmelo en menos de 7 días.

El seitán es mayoritariamente agua y proteína: de cada 100 gramos, 72 son agua y 24, proteínas. Solo aporta 2 gramos de hidratos, 2 de grasa y es moderado en energía (124 kcal).

Para alargar su vida puedes congelarlo. Antes de hacerlo, escúrrelo bien y córtalo en porciones adecuadas a la ración que preveas que vas a consumir. De esta forma solo descongelarás la cantidad necesaria para usar en cada momento.

Así es el filete de los monjes

Siendo como es una pasta de proteína de trigo, este filete vegetal es mayoritariamente, agua y proteínas. En concreto, de cada 100 gramos de producto, 72 son agua y otros 24, proteínas. Solo aporta 2 gramos de hidratos de carbono y otros 2 de grasas. Se trata de un alimento moderado en energía, solo 124 kilocalorías. Sin huesos, sin nervios, con solo 2,5 gramos de fibra por 100 gramos y sin zonas difíciles de masticar. En resumen: un alimento fácil de cocinar y de digestión suave.

Claro que no todo son parabienes. Si lo compras ya preparado, vigila su contenido en sal, ya que podría ser elevado. Aquí dependerá de cada fabricante, así que tómate tu tiempo para leer el etiquetado antes de elegir.

Entre los minerales, destacan el selenio (30 mcg), cobre (0,23 mg), y, en vitaminas, la niacina (6,92 mg).

Si vale para la carne, vale para el seitán

Cuando se dice que es como la carne es que puedes cocinarlo igual que si fuera ternera: a la plancha, al horno, frito, guisado, como relleno… Incluso puedes rebozarlo con la receta de tu abuela o filetearlo para meterlo en un bocadillo. Además, es muy permeable a los sabores, lo que hará que tus guisos queden muy sabrosos. Si lo acompañas con una guarnición de verduras tendrás un plato vegetariano, nutritivo y muy saludable.

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