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Nazario: “Desde ‘Falcon Crest’ no he visto ninguna serie”

El pionero de la cultura underground en España expone en Barcelona los dibujos originales de su cómic. ‘Anarcoma’, protagonizado por un policía travestido en los bajos fondo de esa misma ciudad

BABELIA 27/05/23 NAZARIO
PACO PUENTES

Pionero de la cultura underground en España, Nazario (Sevilla, 1944) firmó un cómic protagonizado por el mítico detective travestido Anarcoma, ambientado en los bajos fondos de la Barcelona de los setenta, que apareció en las páginas de la prensa más insolente y que fue juzgado “perjudicial para la juventud” por las autoridades alemanas. Ahora expone los dibujos originales de esa obra en la galería Bombon Projects de la misma ciudad, hasta el 16 de junio.

¿Cómo cree que se recibirían sus cómics si los publicara hoy por primera vez? El hecho de que hoy no existan revistas de cómic en el mercado invalida la pregunta. Veo difícil una vuelta del personaje Anarcoma a la palestra. Una productora de Madrid se interesó por los derechos de Anarcoma para editarla en series para televisión y, hasta ahora, no ha encontrado financiadores.

¿De dónde salió Anarcoma, ese detective travesti en la Barcelona de los setenta? Fue mi deseo de hallar un personaje contundente a través del cual pudiera contar largas historias y retratar el ambiente homosexual del momento.

¿Qué recuerda de la Barcelona de 1972? Barcelona me atraía por ser una ciudad cosmopolita. Todos soñábamos con vivir en Barcelona y acudimos a ella desde muchos puntos de España.

¿Qué influencia del cómic underground contiene su pintura y su fotografía? Desde mis primeras obras comencé a desarrollar una cierta obsesión por el puntillismo, por la minuciosidad, por la precisión o los encuadres sofisticados. Hoy continuo con estas mismas obsesiones tanto en mis fotografías como en mis escritos.

¿Hoy sigue existiendo la censura? Para depende qué temas, sí. En las redes sociales hay un riguroso control censurando, por ejemplo, de penes y pezones. A mí me han cerrado la página de Facebook hasta ocho veces y, por ejemplo, me prohíben colgar la portada de mi libro Ali Baba y los 40 maricones.

¿La homosexualidad todavía es un tabú social? A estas alturas, yo creo que la homosexualidad es aceptada por todos. Más difícil resulta, aún, la aceptación de la transexualidad por parte de la familia y la sociedad.

¿Cuál es la mejor crítica que han hecho de su trabajo? Que mis dibujos se expongan en las paredes del Reina Sofía, en el CAAC de Sevilla o en el MNAC de Barcelona ya constituye una buena crítica.

¿Y la peor? Que esas mismas instituciones no se interesen por los dibujos que realicé a partir de los 80 durante toda la época de la revista El Víbora.

¿A qué hora del día prefiere trabajar? ¿Y en qué lugar suele hacerlo? Yo suelo trabajar en mi casa. Siempre he sido muy indisciplinado, por lo que si a cualquier hora del día se me presenta una visita (sea de un amante o no), abandono el trabajo y me dedico a atenderlos sin prisa alguna.

¿Cuál es su libro de cabecera, el que más le haya impactado en su vida como lector? Suelo tener siempre cerca el libro Antología de poetas persas, traducidos por Cansinos Assens, y varios libros de poemas del palestino Mahmud Darwix.

¿Y cuál tiene ahora mismo en la mesilla de noche? Seiobo descendió a la tierra, del húngaro László Krasznahorkai. Lo conocí por sus colaboraciones con el cineasta Béla Tarr, al que admiro.

¿Y un libro que no lograra terminar? Soy muy insistente en mi lectura y cuando un libro se me resiste, intento continuar para averiguar qué está queriendo decirme su autor. Si su estilo literario no me convence, lo abandono a las pocas páginas.

¿Quiénes son sus autores de cómic favoritos? Gago, con su Guerrero del antifaz, me admiró e influyó desde pequeño. Pero, para mí, el gran e insuperable dibujante de cómic fue Will Eisner.

Recomiéndenos un cómic reciente. Cualquier obra que realice mi amigo Max.

¿Cuál es la película que más veces ha visto? Sed de mal, de Orson Welles. Y luego Carmen la de Ronda, con Sara Montiel.

¿Y una que le recuerde a su infancia? Las infancias suelen ser muy particulares y, por mucho que haya legión de guionistas que pretendan retratar la España de los años 40, ninguno me hace evocar las magdalenas que hacía mi madre.

¿Quién le interpretaría en un biopic sobre su vida? El único que se me ocurre sería el poliédrico Juan Diego, pero sería difícil dar con él.

¿Cuál es la última serie de televisión que vio del tirón? Desde aquellas fantásticas series de Falcon Crest o Las chicas de oro no he vuelto a sentir interés por ver ninguna.

¿Qué tres artistas le han influido más? Tom de Finlandia, Félicien Rops y el Marqués de Sade.

¿Cuál es su obra de arte favorita? Cualquier venus de Lucas Cranach, pero, sobre todo, su magnífica obra Lucrecia, en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

¿En qué museo se quedaría a vivir? En el Museo Balenciaga, en Getaria. Me encanta su obra y allí me encontraría como en un museo de cera vacío de personajes, solo con aquellos sublimes envoltorios.

¿Un músico o grupo musical al que admire especialmente? El cantante iraní Mohammad Reza Shajarian casi siempre logra ponerme los pelos de punta con su voz.

¿Cuál fue el mejor concierto de su vida? Aquel que se celebró en las Jornadas Libertarias que se celebraron en 1977 en Barcelona durante el que, acompañado de Ocaña y Camilo, bailamos, nos despelotamos e hicimos simulacros de actos sexuales ante un público enfervorizado.

¿El disco que se llevaría a una isla desierta? Todas las cintas que conservo grabadas en fiestas flamencas celebradas en Morón de la Frontera, allá por los sesenta, con las actuaciones de Diego del Gastor, La Fernanda, Juan Talega y otros.

¿Y la última canción que le obsesionó? Lume, de María Tänase.

¿Qué trabajo no aceptaría jamás? Volver a dibujar.

¿Qué está socialmente sobrevalorado? La manía de hacer turismo a cualquier lugar del mundo.

¿Quién es su personaje histórico favorito? La Bella Durmiente cuando es despertada por su príncipe azul y, de pronto, todo el palacio despierta a la vida.

De no ser artista, le hubiera gustado ser… Catalina de Rusia. O, bien pensado, algo menos complicado: Lola Montes.

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