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‘Los pálidos’, romance de caperucitas y lobas

Lucía Carballal señala los estereotipos sociales y las brechas de clase en las series de ficción a través del antagonismo de un grupo de guionistas de una teleserie protagonizada por mujeres

De izquierda a derecha, Israel Elejalde, Miki Esparbé y Manuela Paso, en 'Los pálidos'.
De izquierda a derecha, Israel Elejalde, Miki Esparbé y Manuela Paso, en 'Los pálidos'.Luz Soria (CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL)
Javier Vallejo

Las teleseries pasan por ser un mero entretenimiento, pero son también una herramienta de educación sentimental, un alimento que nutre creencias y costumbres y una fuente de lugares comunes. Sobre sus guionistas pesa una responsabilidad que Lucía Carballal evalúa con agudeza en Los pálidos, comedia dramática protagonizada por Jacobo, un exitoso y veterano escritor televisivo, y María, autora teatral joven a la que él invita a trabajar en una ficción titulada Hijas del voleibol.

Entre ambos guionistas hay una brecha de clase. Él accedió viento en popa a un oficio en el que está a gusto mientras que ella rema a diario contra viento y marea; además, aborrece la televisión pero considera la posibilidad de cambiarla desde dentro. “El medio está viviendo su Mayo del 68″, se engaña Max, hermano menor de Jacobo, junto al que trabaja codo con codo.

Hablando de un oficio que conoce por dentro, Carballal habla de cómo los relatos se confeccionan a la medida de quienes los financian y de la imposibilidad de crear fábulas protagonizadas por personajes que encarnen cabalmente los anhelos y los problemas medianos, puesto que la ciudadanía media apenas tiene representación en el gremio de los guionistas. La autora de Los pálidos muestra a María, procedente de la clase media baja, como una excepción en su negociado. En torno al choque entre las orientaciones contrapuestas de ambos protagonistas se articula el encendido y agónico debate de la obra.

En la polémica interviene Miranda, hija de Jacobo, que maneja otros códigos pero carga también con sus propios prejuicios. A su desencuentro mutuo contribuye el desconocimiento profundo que cada generación tiene de las otras. En su debut como directora, la joven autora madrileña ha confiado al reconocido tacto de sus cinco intérpretes la modulación del volumen, la intensidad y el colorido de sus actuaciones, enmarcadas por una luz y una escenografía evocadoras. Gloria, personaje que a base de retranca corrige las contradicciones de María y Jacobo, tiene ángel en la interpretación socarrona pero jonda de Manuela Paso. Encarnada por Natalia Huarte, María concilia ligereza con firmeza. La fratría formada por Israel Elejalde y Miki Esparbé evoca vigorosamente a varias sagas de hermanos guionistas, desde los Del Moral a los Caballero, pasando por los Sánchez-Cabezudo. Alba Planas es la guinda del reparto de una comedia sobre la ficción audiovisual que hoy resulta más afinada y pertinente que las que David Mamet escribió al respecto.

Los pálidos

Texto y dirección: Lucía Carballal
Lugar: Teatro Valle-Inclán. Madrid
Fecha: Hasta el 26 de marzo

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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