_
_
_
_

Lula: dos grandes victorias políticas en 48 horas

El presidente brasileño celebra el acuerdo UE-Mercosur y que casi nueve millones de compatriotas han salido de la pobreza

Lula da Silva
Lacalle Pou, Von der Leyen, Luiz Inácio Lula da Silva, este viernes en la cumbre UE-Mercosur, en Montevideo.Mariana Greif (REUTERS)
Naiara Galarraga Gortázar

Luiz Inácio Lula da Silva es un político de grandes ideas expresadas con palabras sencillas. De repartir abrazos. De los que agarra la mano de su interlocutor, sea pobre, rico, poderoso o un desposeído. Huye de la letra pequeña y de los tecnicismos supervisados por una legión de abogados que caracterizan un acuerdo como el de la Unión Europea y Mercosur. Un parto largo y difícil que ha requerido poner de acuerdo a los representantes de 31 países. El Brasil de Lula, junto a la Alemania de Scholz y la España de Sánchez, han sido las principales parteras del pacto, anunciado este viernes en Montevideo. Con este tanto que se anota en política exterior, Lula puede presumir de dos grandes victorias políticas en solo 48 horas.

El otro triunfo es una de esas noticias que rara vez abren los informativos, aunque cambian como pocas la vida de la gente. Casi nueve millones de brasileños dejaron de ser pobres en 2023, anunció el miércoles el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Se dice pronto. Viene a ser es algo menos que la suma de la población de Uruguay y Paraguay.

El contrapunto a las alegrías de esas 48 horas fue el emotivo encuentro, el jueves, con el anciano expresidente José Mujica. El brasileño lloró con emoción incontenible mientras condecoraba al más humilde, y querido, de sus pares en las batallas políticas de los progresistas latinoamericanos.

Nunca desde 2012, desde que el IBGE lleva la cuenta, menos brasileños vivieron en la extrema pobreza (con menos de 34 dólares al mes) o la pobreza (menos de 110 dólares). Un avance vital al que han contribuido un desempleo en mínimos históricos (6,2%), un crecimiento económico (3,3%) por encima de lo estimado al inicio del año y a las políticas públicas del Gobierno de Lula.

Los editoriales de los grandes diarios han celebrado este logro sin perder la ocasión de recordarle al presidente que el gasto social debería ser invertido de manera más eficiente y que para gastar a ese ritmo es imperativo recaudar más porque el déficit está desbocado.

“Incluir a los pobres en el presupuesto no es gasto, es inversión” es otro de sus mantras. Grandes ideas con palabras sencillas. La reducción de la miseria le servirá al presidente brasileño en el pulso que mantiene con los mercados, con esos ejecutivos e inversores que hacen oscilar las cotizaciones y a los que acusa de ver el mundo en números rojos o negros.

En términos políticos, que es como Lula entiende la vida, las dificultades futuras poco cuentan. El pacto UE-Mercosur pretende crear un mercado gigante de 720 millones de consumidores. Y, de paso, envía un potente mensaje a Donald Trump, el aislacionista, en defensa de las negociaciones donde todos ganan, del multilateralismo y del libre comercio. Ese es el aquí y ahora. Que el camino para que sea realidad será tortuoso, porque proceso de ratificación de los 31 países es un infierno, no es un secreto para nadie. Tampoco que, cuando Lula vuelva a casa, le espera un Congreso de uñas que debe aprobar un paquete de recortes de gasto que al mercado le sabe a poco.

Calma. Paso a paso. Cada batalla tiene su momento. Ya tiene su trofeo diplomático cristalizado en esa foto en la que los mandatarios de Mercosur (Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay) flanquean a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

Desde que asumió su tercer mandato, Lula ha invertido mucho capital político —incontables viajes y reuniones bilaterales con líderes europeos— en rematar el pacto con Bruselas. Pronto lo vio como una oportunidad. Ha acogido múltiples negociaciones en Brasilia. Por el camino, el libre comercio se han convertido en el único terreno compartido con su homólogo argentino, Javier Milei, que está en las antípodas ideológicas y le ha insultado en más de una ocasión. El acuerdo habrá enfurecido, en cambio, a uno de los líderes mundiales con los que más complicidad muestra Lula, el francés Emmanuel Macron.

En el ecuador de su mandato, el brasileño también necesitaba este pacto con la UE para que Occidente le mire con menos recelo, mitigue esa imagen de que Brasil tiene excesiva sintonía con Rusia, diversificar alianzas y aliviar la dependencia de China. Y, cómo no, para que se olvide cuanto antes el fracaso de sus esfuerzos diplomáticos para que Nicolás Maduro demostrara que venció las presidenciales en Venezuela o entregara el poder.

Estas 48 horas le han dado una alegría más a Lula, que a menudo recuerda que es un tipo con suerte. Solo con tesón un obrero no llega al presidente de un país como Brasil. El equipo de sus amores, el Corinthians, que hace nada coqueteaba con el descenso, conquistó una plaza para la próxima Libertadores. Así va Lula, partido a partido.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_