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La Constituyente de Petro empaña el legado de la Alianza Democrática M-19

El presidente de Colombia, crítico con la actual carta política, matiza la idea de una Asamblea Nacional Constituyente que ha sembrado confusión

Gustavo Petro con Antonio Navarro Wolff, en una imagen de archivo.
Gustavo Petro con Antonio Navarro Wolff, en una imagen de archivo.CHRISTIAN CASTILLO M (COLPRENSA)
Santiago Torrado

“No luce necesaria una nueva Asamblea Nacional Constituyente en estos momentos”. El mensaje de Antonio Navarro Wolff fue escueto, pero contundente. Y significativo, por venir de quien vino. Fue una de las primeras reacciones, casi inmediata, a la propuesta del presidente Gustavo Petro para echar a andar un proceso constituyente en momentos en que sus reformas se atascan en el Congreso. Luego de firmar la paz, Navarro fue uno de los tres presidentes de la asamblea que redactó la celebrada carta política que rige a Colombia desde hace más de 30 años, el único de ellos que sigue vivo. Representaba entonces a la Alianza Democrática M-19, el movimiento político que surgió de la guerrilla a la que ambos pertenecieron. La Constitución de 1991 es su mayor legado.

El inesperado anuncio que lanzó el presidente el viernes desde la ciudad de Cali ha dominado el debate público desde entonces. “Si esta posibilidad de un Gobierno electo popularmente en medio de este Estado y bajo la Constitución de Colombia no puede aplicar la Constitución porque lo rodean para no aplicarla y le impiden, entonces Colombia tiene que ir a una Asamblea Nacional Constituyente”, dijo extasiado ante miles de simpatizantes en Puerto Resistencia, un barrio que se insubordinó durante la oleada de protestas de 2021. El rechazo prácticamente unánime llegó desde las más diversas orillas. En gran medida, debido a que Petro ha asegurado en infinidad de ocasiones que por ninguna razón se proponía convocar una constituyente.

“Mi propuesta de Constituyente no es para las reformas actuales”, matizó el mandatario este lunes en una extensa entrevista con el periódico El Tiempo que no acabó de despejar la confusión. “Lo que tenemos que examinar es qué, del texto de la Constitución del 91, no se ha desarrollado”, argumentaba en esa charla, en la que descartó, entre otras, impulsar la posibilidad de reelegirse o de expropiar tierras. “La manera de gobernar después de expedir la Constitución del 91 fue la manera de gobernar paramilitar”, deslizó. El presidente sostiene que la carta política nunca se aplicó, pues “en lugar de construir el Estado social de derecho que proponía, se construyó un régimen mafioso”.

Gustavo Petro en Cali, el viernes pasado, 15 de marzo.
Gustavo Petro en Cali, el viernes pasado, 15 de marzo.Ernesto Guzmán (EFE)

Esa visión crítica de una Constitución en la que el M-19 fue protagonista –y que en otros momentos ha exaltado– es llamativa. La historia es conocida. Navarro firmó junto a Carlos Pizarro Leongómez, el último comandante de la extinta guerrilla, el que describe con orgullo como el primer acuerdo de paz de la América Latina contemporánea. Fue también Navarro el líder que persistió en la palabra empeñada a pesar del asesinato de Pizarro, entonces candidato presidencial, baleado en un avión que volaba entre Bogotá y Barranquilla en abril de 1990, apenas mes y medio después de desmovilizarse.

Eran tiempos turbulentos. Esa campaña presidencial se saldó con el asesinato de otros tres candidatos, entre ellos el favorito, Luis Carlos Galán. En ese ambiente convulso se abrió paso el movimiento estudiantil de la séptima papeleta, una movilización que allanó el camino para redactar una nueva carta política para reemplazar a la de 1886. La AD M-19 fue la fuerza mayoritaria de la Asamblea Nacional Constituyente –con el 27% de los constituyentes–. Muy cerca estaban el Partido Liberal y el Movimiento de Salvación Nacional, del líder conservador Álvaro Gómez –que dos años antes había sido secuestrado y posteriormente liberado por el M-19–. Por eso se escogió una presidencia colegiada compuesta por Navarro, Gómez y el liberal Horacio Serpa. Una postal de pluralidad en medio de un gran consenso nacional.

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“Decidimos que nuestra lista a la Asamblea incluyera, no solo a antiguos miembros de nuestra organización incorporada a la vida democrática, sino a muchos otros sectores de la vida política colombiana”, rememora Navarro en su libro Una asamblea que transformó el país. Incluyó figuras liberales, conservadoras, de izquierda, académicas, de la cultura e incluso del deporte. Estuvieron desde el liberal Carlos Ossa Escobar y el conservador Álvaro Leyva Durán –el suspendido canciller de Petro– hasta la poeta María Mercedes Carranza y el técnico de fútbol Francisco Maturana. También figuras del M-19 como Rosemberg Pabón y Otty Patiño –hoy alto comisionado de Paz–. “Era la vieja idea de [Jaime] Bateman de convocar la diversidad, lo que él llamaba ‘el sancocho nacional’, si queríamos representar adecuadamente al país”, escribe Navarro en esas memorias.

Carlos Pizarro y Antonio Navarro Wolff en una imagen de archivo.
Carlos Pizarro y Antonio Navarro Wolff en una imagen de archivo.CORTESÍA

Ese papel en la Asamblea Constituyente ha sido el legado de la AD M-19, valoraba Navarro, hoy septuagenario, en una entrevista con este periódico en la campaña para las presidenciales del 2022 que llevaron a Petro al poder. “La constitución es un buen marco, es moderna, de avanzada, igualitaria. Pero si no se convierte en leyes específicas, y estructuras de esas leyes y ejercicio de Gobierno, pues se queda como un marco general. La constitución es buena, no hay que cambiarla, hay que aplicarla en el sentido progresista y democrático”, sostuvo entonces. Petro le ofreció un puesto en su gabinete, pero ha optado por mantenerse retirado de la primera línea política.

La visión de Navarro contrasta con la del propio Petro. “Al final del día, en la Constituyente el M-19 recorrió el camino de claudicación”, escribe el presidente en Una vida, muchas vidas, su biografía política. “Para preservar un texto democrático, para cuidar sus pilares fundamentales y, en especial, los capítulos relacionados con los derechos de la gente, el M-19 renunció a toda idea revolucionaria. Solo la historia dirá si tomó la decisión acertada”, plantea. La misma historia que hoy se propone reescribir.

Como han recordado otros protagonistas del debate público, desde diversas orillas, la Constitución de 1991 no solo tiene las herramientas para las transformaciones sociales por las que aboga el presidente, sino que fue concertada por muchos grupos, con protagonismo del M-19. Esa carta política fue un gran acuerdo nacional, el mismo concepto que Petro ha invocado en varios momentos de su mandato, pero que ahora dice que no ve posible. En esa dirección coincidieron en respuesta al anuncio presidencial, entre otros, los exministros liberales José Antonio Ocampo y Cecilia López, que ocuparon las carteras de Hacienda y Agricultura en el primer gabinete de Petro, mucho más plural que el actual.

El Gobierno lleva la impronta del M-19. El primer presidente de izquierdas en la historia reciente ha dejado a antiguos militantes en las posiciones más sensibles. Entre otras, ha encomendado la paz total, su política bandera, a figuras históricas de la guerrilla que firmó uno de los acuerdos de paz más exitosos en América Latina, como el propio Otty Patiño y Vera Grabe. También copan posiciones en el sector de inteligencia y en algunos cargos diplomáticos. Pero eso no detiene al presidente a la hora de cuestionar la gran conquista democrática que sí le conceden los libros de historia.

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Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.
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