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Gobierno de Gustavo Petro
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Episodios tropicales

El lío “gordo” que armó el presidente con los supuestos motivos de la escasez de insulina es apenas uno de los generosos episodios febriles que padecemos aquí

Gobierno de Gustavo Petro
Gustavo Petro en Bogotá (Colombia), en octubre de 2023.Diego Cuevas

Episodio I. En el acto de posesión de Luis Carlos Leal, nuevo superintendente de Salud, el presidente Petro dijo que hay “gentes usando el sistema de salud para adelgazar a través de la insulina, mientras diabéticos no tienen control”. La teoría del presidente se estrelló contra el sólido muro de la ciencia. El problema es otro. Como anotó Ricardo Ávila en El Tiempo, pronto escaseará la insulina y todo lo demás: “se está escribiendo la crónica de una tragedia anunciada para el sistema de salud en Colombia, por cuenta de la terquedad de hacer borrón y cuenta nueva, en lugar de efectuar los correctivos que tantos aconsejaron para que el esquema vigente corrigiera sus fallas. Lo peor es que ya parece ser demasiado tarde para dar marcha atrás y tampoco hay claridad sobre una ruta alterna a la que conduce al despeñadero”. Diagnóstico compartido por Armando Montenegro en El Espectador: “la Contraloría General y la prestigiosa firma de consultoría Sectorial muestran que el sistema de salud ya entró en su fase terminal y está próximo al colapso definitivo”.

Episodio II. “La orden es clara”, trinó el presidente: destruir a los grupos que heredaron las banderas del paramilitarismo (como el Clan del Golfo, cuyos líderes se mortifican si no se refieren a ellos como Autodefensas Gaitanistas de Colombia). ¿Qué tan clara puede ser la orden, cuando no hace mucho la idea de la paz total contemplaba dialogar con los más importantes grupos al margen de la ley del país?

Episodio III. En 2022 el país conoció los acercamientos entre el Gobierno y Fedegán, alrededor de la necesaria venta de tierras en aras de lograr el Gran Acuerdo Nacional por el Pacto Agrario. Los ganaderos habían ofrecido, como reveló la (relevada) ministra de Agricultura, Cecilia López, tres millones de hectáreas. Dijo ella: “los ganaderos han hecho un gesto histórico”. El acuerdo llevaba la rúbrica de Gustavo Petro y del presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, quien más tarde se convertiría en parte del equipo negociador del gobierno con el ELN. Gerardo Vega, saliente director de la Agencia Nacional de Tierras, declaró esta semana en Caracol Radio que “en el ministerio de Agricultura no creen en el acuerdo con Fedegán. En el ministerio, a José Félix Lafaurie no lo ven como un aliado, sino como un enemigo de la reforma agraria”.

Episodio IV. Cali experimenta por estos días la euforia de ser la sede de la COP16, de Naciones Unidas, la cumbre de biodiversidad más importante del mundo. Al dar la buena nueva, el presidente recordó que la ciudad vivió con especial intensidad un estallido social “donde salieron hombres blancos a apuntarles a hombres indígenas y mujeres indígenas con sus armas. (…) Donde la juventud negra fue asesinada. Donde jóvenes indígenas fueron apresados”. La idea es que la COP16 selle un pacto social en la ciudad, aseguró el presidente, y que cicatricen las heridas abiertas. Las heridas, creen los caleños, fueron de todos los sectores, aunque los reflectores de Palacio de Nariño solo se posen en una parte del escenario. Ojalá no nos quedemos para siempre atados al estereotipo del “blanco” malévolo, muy emparentado con la pretérita defensa presidencial de los viajes al África de la vicepresidenta: “que los blanquitos ricos no se crean que no tienen sangre negra en sus venas”.

Episodio V. Precisamente Francia Márquez, representándonos en la Jornada Latinoamericana y Caribeña de Integración de los Pueblos, en Brasil, sostuvo que el cambio “no se logra solo en cuatro años. Fueron 500 años de sembrar en nuestro país una política de muerte. Arrancar, desenraizar esa política de muerte, tal vez nos toque mucho más tiempo. Tal vez sea la tarea que le toque continuar a las próximas generaciones”. Le asiste toda la razón a Francia Márquez: el cambio no se logra en cuatro años. Pero, de seguro, estará más cerca de comenzar a dar señales positivas en la medida en que alguien comience a ejecutarlo. Seguro. Parafraseando a Alberto Casas Santamaría: la condición fundamental para ganarse la lotería… ¡es comprarla!

Epílogo. A pesar de los palos de ciego, de cierto resentimiento que ningún tinte disimula, de los procesos de paz tambaleantes, de las contradicciones entre lo que se dice y lo que se hace o de las tentaciones de atarse con un ballestrinque doble al poder, sigue nuestra dirigencia empeñada en la encomiable idea de que Colombia lidere cambios fundamentales en el mundo (v.g. la transición energética). Transformaremos el planeta, aunque no tengamos claridad sobre la manera en que nos expedirán los pasaportes necesarios para dar tan importantes pasos. De manera que podamos, desde cualquier confín del planeta, proyectarnos a ese cosmos en el que nuestra pintoresca virulencia será portadora de vida.

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Retaguardia. Salvatore Mancuso es un lujo tropical: está vinculado a más de 60.000 hechos criminales ¡Tremendo gestor de paz! Y, ahora, a esperar plácidamente la ley de punto final (e impunidad) que ya comienza a empollarse en varios escenarios.

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