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La batalla de las papas a la francesa europeas en Colombia

Los aranceles impuestos contra los congelados importados de Bélgica, Países Bajos y Alemania generan más fricciones con la UE por una medida objetada por la OMC

Sede de la compañía McCain Foods Ltd, en Nebraska (Estados Unidos).
Sede de la compañía McCain Foods Ltd, en Nebraska (Estados Unidos).Dan Brouillette (Bloomberg)

Colombia, un país con centenares de tipos de tubérculos bajo tierra, se ha visto inmersa en un singular pulso con la Unión Europea por cuenta de los aranceles impuestos a la importación de papas a la francesa congeladas belgas, holandesas y alemanas. Detrás del asunto se halla una barrera antidúmping de entre el 3% y el 8% ejecutada por el Gobierno de Juan Manuel Santos en 2018 para proteger a los cultivadores locales. Un argumento técnico que no convence en todo caso a las autoridades europeas y que la Organización Mundial del Comercio en su papel de árbitro también ha tratado de matizar.

Basta con revisar las últimas declaraciones de los involucrados en este pleito internacional para sopesar la profundidad del enredo. El pasado 21 de noviembre Colombia expresó su satisfacción, en un comunicado oficial, por haber cumplido, supuestamente, con las recomendaciones del tribunal de arbitraje de la OMS donde se dirime el asunto. No obstante, a renglón seguido las autoridades europeas señalaron que en realidad el país suramericano subió las barreras tarifarias para la llegada de los congelados de determinadas empresas y no ha mostrado mayor voluntad de facilitar información sobre los avances del proceso.

Una experta en comercio exterior con larga experiencia en la OMC, quien pidió mantener su nombre bajo anonimato, recuerda que cada uno de los ministros de Agricultura colombianos desde 2018 han defendido las medidas aduaneras como una suerte de símbolo de la protección de los productores de once departamentos. La funcionaria recuerda también que se trata de una postura errónea. En primer término, porque las variedades de papas colombianas, como la sabanero o la criolla, no son en general favorables para cocinar las papas fritas a la francesa que se venden en paquetes congelados y suelen acompañar los menús de los restaurantes de comida rápida.

En segundo lugar, siempre según la experta, porque detrás se halla un ejercicio agresivo de lobby comercial de McCain, el gigante canadiense que produce un tercio de todas las papas a la francesa que se consumen en el mundo. Conviene recordar que su andadura en Colombia ganó impulso a mediados del 2000, cuando se hizo con el control de Congelagro S.A, hasta entonces líder local en papas fritas y congelados. El negocio en suelo local funcionó como puerta de entrada y pasaporte para ejercer presión política ante las autoridades locales, el Congreso y el Ministerio de Agricultura.

Su tamaño e influencia canalizadas a través de la empresa matriz surtieron efecto. Bajo el argumento de que los congelados europeos se vendían por debajo de su coste comercial, una figura desleal conocida en la jerga comercial como dumping, el Gobierno impuso los aranceles que desde entonces, según la Unión Europea, han afectado al 85% de las exportaciones de ese producto. Entre tanto, MCcain consiguió empezar a limitar a sus competidores europeos. El ministro de Comercio, Germán Umaña, justificó en declaraciones de 2022: “Los derechos antidumping garantizan al sector productivo colombiano la aplicación de medidas de defensa comercial que permitan una competencia equilibrada y en igualdad de condiciones frente al producto importado”.

De acuerdo con cifras del Centro de Comercio Internacional Trade Map, para 2021 Bélgica fue la mayor importadora de papas fritas congeladas a Colombia, seguidos por los Países Bajos, Estados Unidos y Alemania. Para la exfuncionaria de la OMC no cabe duda de que en realidad se libra una batalla entre la UE y la línea dictada desde la trastienda por la compañía canadiense. Una conducta de negocio que ya se ha replicado con documentación suficiente en países como Brasil, Suráfrica o Nueva Zelanda.

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La Organización Mundial del Comercio estableció a finales de 2022 que la batería de aranceles en Colombia era incompatibles con las normas de comercio internacional. Colombia apeló la decisión ante una instancia especial de arbitraje del organismo multilateral (que por entonces se hallaba sometido a un bloqueo de la Administración del expresidente Donald Trump). El dictamen del pasado 18 de diciembre resulto agridulce para Colombia. Los tres árbitros designados reafirmaron tres de las conclusiones previas que apuntaban a que el país debe ajustar los aranceles a las leyes internacionales. Y en paralelo aceptó una sola de las impugnaciones presentadas por el país suramericano en su apelación.

Las arandelas técnicas están minadas por toda suerte de detalles. Pero el eje central de la argumentación de los Veintisiete tiene que ver con la fórmula que Colombia ha utilizado para calcular los márgenes de dumping. El mecanismo establece que se debe comparar el precio de venta de un mismo producto en un mercado doméstico, en este caso la variedad denominada papas a la francesa, contra el precio de exportación. Según expertos que han seguido el litigio, Colombia ha utilizado promedios de venta de todos los tipos de papas sin acotar al producto en disputa. Por lo tanto el panel de la OMC fue enfático en señalar que se debían comparar productos iguales con las mismas características.

A la espera de que Colombia esclarezca las reglas con las que ha tomado sus decisiones aduaneras contra tres integrantes de una unión con la que tiene tratado de libre comercio, la próxima reunión ordinaria del Órgano de Solución de Diferencias de la OSD se celebrará el 26 de enero. La presión política en Ginebra, sede de la OMC, va en aumento. Y a pesar de que las exportaciones de papas congeladas apenas representan unos 52,1 millones de euros anuales para la UE, algunos países como Bélgica lo han asumido como un contencioso cultural. Hoy solo queda una empresa importadora de cada uno de los tres países europeos en Colombia. La saga de un producto originario de la región Andina, apellidado con la etiqueta de Francia y cuya leyenda indica que es originario de Bélgica continúa.

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