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Las patatas fritas globales

McCain mejora el proceso de cultivo y cocción para alejar su producto de la lista negra de los nutricionistas

La empresa solo utiliza aceite de girasol para freir las patatas desde el año 2001.  
La empresa solo utiliza aceite de girasol para freir las patatas desde el año 2001.  AFP PHOTO

Las patatas fritas, esta invención gastronómica que se atribuyen tanto belgas como franceses, son una de las comidas más populares del planeta. Y la canadiense McCain produce un tercio de todas las que se consumen en el mundo. Las vende prefritas y congeladas para que en los hogares, hoteles y restaurantes, sobre todo de fast food, se finalice el proceso. El problema es que este alimento, al igual que muchos otros relacionados con la comida rápida, aparece en la lista negra de muchos nutricionistas como un disparador de la obesidad.

“Muchos consumidores piensan que los productos frescos o refrigerados son inherentemente mejores. Me cuesta comprender ese razonamiento, especialmente porque la gente lleva el producto a casa y, si no lo come el mismo día, lo congela para su posterior consumo”, arguye Allison McCain, presidente del consejo de administración de esta firma, comentó al portal sectorial FrozenFoodsBiz. “Las patatas son nutritivas, lo sabemos, y también que su impacto en la obesidad depende de la cantidad que se consuma y no del producto en sí. Además, reconocemos que la empresa debe ceñirse a distintas reglamentaciones que atajan ciertos elementos no saludables como las grasas trans. Pero el consumidor es cada vez más sensible a temas asociados a la nutrición y al cuidado medioambiental, y la compañía lo sabe”, explica Joanne Labrecque, profesora de la Escuela de Altos Estudios Comerciales de Montreal.

Desde 2011, McCain utiliza únicamente el aceite de girasol para freír. Asimismo, ha invertido de forma significativa en una agricultura de precisión que permita recopilar información en tiempo real de sus distintas plantas, aumentar los rendimientos y reducir el uso de pesticidas y la huella de carbono. En lo que respecta a procesos de producción, el pasado octubre McCain inauguró una nueva línea de producción sostenible en su planta de Florenceville (Nuevo Brunswick), con una inversión de 42,5 millones de euros, en el marco de los 60 años de la fundación de la empresa. Esta línea está enfocada principalmente en surtir al mercado norteamericano. “Florenceville continúa siendo la capital mundial de la patata frita”, declaró en un comunicado Jeff DeLapp, presidente para Norteamérica de McCain.

Es aquí, en esta zona de Canadá, adonde los primeros McCain llegaron desde Irlanda en 1825, se instalaron en la provincia de Nuevo Brunswick y comenzaron a cultivar patatas. En 1909, Andrew McCain fundó una compañía de simiente de este tubérculo y tuvo éxito en distintos mercados mundiales. Al morir en 1953, sus hijos recibieron una generosa herencia. Wallace y Harrison, dos de ellos, querían abrir empresa propia. Pensaron en varias posibilidades, pero dos factores influyeron en su decisión: la tradición familiar vinculada con las patatas y el hecho de que buena parte de la producción canadiense se enviaba a Maine para ser transformada.

Los hermanos fundaron McCain Foods en 1956 y abrieron la primera planta un año después en Florenceville. La venta de este alimento aumentó rápidamente para McCain entre los canadienses. Después comenzó a exportar a Inglaterra, Australia y Estados Unidos. En 1969, abrió su primera planta fuera de Canadá, en Scarborough (Inglaterra). La firma continuó con su expansión. Inauguró sitios de producción en Holanda, Alemania, Australia y Estados Unidos; también en Canadá, específicamente en las provincias de Alberta y Manitoba.

Posteriormente llegó a América Latina, África, Oceanía y Asia. La compañía fue también agregando a su catálogo otros productos congelados. Primero lo hizo con zumos, vegetales y ­pizzas (aunque en 2014 vendió su división de pizzas a la alemana Dr. Oekter), para después lanzar sopas, postres, aros de cebolla, entre otros alimentos. Esta diversificación fue posible gracias al trabajo de investigación de sus expertos y a la adquisición de otras firmas. Tal fue el caso de la estadounidense Anchor Food Products, una importante compañía de bocadillos; de la inglesa Britfish, dedicada al pescado procesado, y de Wong Wing Foods, firma canadiense especializada en recetas asiáticas. Actualmente, McCain tiene presencia en 160 países, cuenta con 53 plantas de producción y emplea a unas 20.000 personas. En 2017, tuvo ingresos de unos 5.520 millones de euros.

McCain continúa siendo una empresa familiar y forma parte del grupo de firmas canadienses con mayor presencia internacional, además de que cuenta con gran arraigo nacional. “McCain es una empresa muy implantada en la cultura alimentaria de Canadá. Los consumidores se han sentido identificados con sus productos desde la infancia. A su vez, se valora su presencia global y el hecho de que sea un proyecto familiar de varias décadas”, explica La­brecque. Poco más del 50% de los ingresos de la compañía provienen de las patatas prefritas congeladas en distintas presentaciones, tales como las típicas para hamburguesa, al estilo inglés, en dados o en espiral. A pesar de que McCain cuenta con extensas zonas de cultivo, trabaja con unos 3.800 productores en el mundo. Existen miles de variedades de patatas y McCain utiliza gran gama de ellas, aunque en sus plantas de Norteamérica trabaja principalmente con la Russet Burbank.

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