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Gustavo Bolívar: “Tenemos clarísimo qué hacer, pero la gente no tiene paciencia, quiere soluciones ya”

EL PAÍS y Hora 20 de Caracol Radio entrevistaron a los tres candidatos punteros a la Alcaldía de Bogotá. El candidato del Gobierno refrenda su compromiso de no modificar el metro que le deje en obra Claudia López

Gustavo Bolívar
Gustavo Bolívar en Bogotá (Colombia).CHELO CAMACHO

Gustavo Bolívar (Girardot, 58 años) no se quita la bufanda ni la chaqueta. Antes de entrar a la entrevista, su asesora le entrega una pastilla para la garganta de una caja que carga con decenas de comprimidos. A horas de las elecciones de este domingo, en una entrevista con EL PAÍS y Hora 20 de Caracol Radio reitera su compromiso, en caso de ser elegido, de construir el metro tal y como se lo entregue Claudia López.

Pregunta. ¿Cómo está proyectando estas últimas 48 horas de campaña?

Respuesta. Estoy un poco mal de la voz porque 25 debates y 200 entrevistas pasan factura. Así que, primero, cancelar toda la agenda de reuniones privadas, porque ahí gasto más la voz. Iremos a medios y el viernes tenemos prevista una caminata por las universidades.

P. Ayer se dio el esperado encuentro entre el presidente Gustavo Petro y el mandatario de China, Xi Jinping, y no hubo una declaración conjunta sobre el metro de Bogotá. El presidente insiste en soterrarlo, pero usted va a una notaría y se compromete a continuar las obras como están, ¿se distancia del presidente?

R. Se ha tejido el relato de que queremos parar el metro. Entonces suscribí un compromiso: el 1 de enero me comprometo a recibir el cronograma de obras que me entregue la alcaldesa y a ejecutarlo. Hoy el 95% de posibilidades es que sea el cronograma de un metro elevado; solo queda un 5% de margen para quienes queremos que esta ciudad tenga un metro del primer mundo. Si el presidente Petro no lo logra en China, pues vamos con el elevado. Ya la historia dirá si ellos tenían razón de hacerlo así por el centro de la ciudad y por Chapinero.

P. Usted publicó un video en sus redes sociales en el que se levanta de la cama para salir a trotar y tomándose un café. ¿Fue una manera de reconocer un error en un video anterior, en el que aparece acostado en su cama?

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R. No, no, el video de las trotadas lo grabamos hace más de un mes. Yo soy madrugador, todas las mañanas me levanto a escribir. Tal vez la senadora [Angélica Lozano] no tiene en cuenta que eso no era un live, sino un tuit que uno puede poner a cualquier hora. Lo puse a las ocho y pico pero lo había grabado hacía como dos horas.

Los que me conocen saben que soy disruptivo, que no tengo fachadas ni maquillajes. Soy una persona auténtica. Si en ese momento sentí el impulso de hacer el video, lo hice. Yo nunca calculo qué va a pensar la gente; algunos lo premiarán y otros lo castigan. Para eso es la democracia.

P. Justamente, esta semana en un debate se exaltó y dijo que los medios debemos “disimular un poquito” porque siente críticas excesivas en su contra. ¿Cree que eso puede señalar que le cuesta manejar las emociones, o más bien que es una ventaja por ser auténtico?

R. En el momento en que uno dice esas cosas no tiene cálculo político. ¿Por qué lo dije? Porque en los debates a los que hemos ido, cuando hay preguntas diferentes, a los demás candidatos nunca los cuestionan, siempre es a Bolívar. Eso fue lo que me molestó. Dije: ‘no sean tan evidentes’ en proteger a unos candidatos y atacar a otro. Yo creo que fue una acumulación de cosas. Acabo de venir de una entrevista con Juan Diego Alvira, en la que me pararon en una pantalla verde para hacer el fondo. Ya estando ahí, al final aparece en la pantalla la estación de Las Américas, donde fue el estallido más fuerte en las protestas, con llamas. ¿Yo qué tengo que ver con eso?

Los candidatos Carlos Fernando Galán y Gustavo Bolívar a la salida de un debate el 19 de octubre.
Los candidatos Carlos Fernando Galán y Gustavo Bolívar a la salida de un debate el 19 de octubre.Chelo Camacho

P. Su priorización de la defensa de la protesta ha planteado algunas preocupaciones en torno a qué esperar de su relación con la Policía.

R. Nosotros tenemos muy claro el derecho a la protesta. Si se dan cuenta en este Gobierno ha habido, no sé, 30 o 40 protestas, de la oposición. Y nunca ha habido un herido, nunca hemos sacado el ESMAD a dispersarlos. A nosotros sí nos dispersaban. Yo fui a las protestas, Petro fue, varios de los hoy ministros también. Uno iba caminando y de la nada empezaban a dispararle gases. Eso no va a pasar, ni está pasando.

Obviamente hay infiltrados, no lo vamos a negar. Hay vándalos, criminales, pero son una minoría. Uno no puede estigmatizar a toda la juventud diciendo que son terroristas, vándalos... Tiene que decir: ‘hay jóvenes que son vándalos, hay jóvenes que son criminales’. De todos los capturados en 2021, van como 15 o 16 sentenciados. Si hicieron daños, pues hay que condenarlos, para eso está la justicia. Lo que no hay es pena de muerte en Colombia. Porque una de las justificaciones que tuvo el entonces ministro de Defensa y hoy candidato Diego Molano es que incendiaron CAIs, buses...

P. ¿Cómo será su manejo de la seguridad? ¿De qué manera está proyectando un gobierno que ayude a que se acaben los robos en las calles, las bandas organizadas?

R. A mí me gusta decirle la verdad a la gente. Varios candidatos han dicho que en 100 días arreglan la inseguridad... el problema en Bogotá es estructural. Viene por unas causas que nunca hemos querido atacar. Hace 25 años, en un programa de televisión que se llamaba Pandillas, guerra y paz, retrataba lo que estamos viendo hoy. Y hace 42 años el alcalde de la época, Augusto Ramírez Ocampo, decía en una entrevista para El Tiempo que el problema más grave al que se enfrentaba era la inseguridad. ¿Por qué lo sigue siendo? Ahí es donde mis programas no son tan atractivos para la ciudadanía.

Yo digo que hay que poner más policías, pero no sé de dónde sacarlos. He propuesto dividir a Bogotá en cuatro distritos para que haya cuatro comandantes de policía, no uno, con todos los poderes para que puedan asumir la defensa de esos territorios con más eficacia. He propuesto instalar 60 nuevos CAIs también, con base en un estudio técnico que hicimos con la policía. Serían 15 anuales. El problema no es hacer las casetas, eso es lo menos, pero, ¿y los policías? Para los 60 CAIs, necesitamos 1.200 policías pero la ciudad pierde 900 al año, entre los que despiden por corrupción, los que se van aburridos, los que cumplen el período, los que mandan a otras ciudades, los que se pensionan. Y solo podemos formar 400.

En 2017 teníamos 19.000 policías, hoy solo 16.500. No hay forma de recuperarlos porque ganan muy poquito; un policía recién formado recibe como 1.800.000 pesos, y a la gente le parece más atractivo y menos peligroso estar en la informalidad. Entonces tenemos que hacer muchas cosas para conseguir los policías. Una propuesta que tuve original es traer a los que se han retirado o se han pensionado. Ya tienen la experticia para, por lo menos, ponerlos a cuidar los entornos escolares. Bajo esa modalidad podríamos sumar por lo menos unos 500 anuales. Muy lejos de los 24.000 que necesitamos para cumplir la medida de 300 por cada 100.000 habitantes.

Con un agravante, que en cualquier momento solo están de servicio 5.500, de los cuales unos 3.600 no están en la calle: 170 están en el aeropuerto, 500 cuidan personalidades —yo tengo dos—, 400 y pico en labores administrativas, 600 son policías de tránsito, 1.000 cuidan las 17 estaciones de policía y resguardan presos en las URI...

P. ¿Cómo va a solucionar el hacinamiento en esos calabozos?

R. Yo sé que esto no va de la mano con la idea progresista pero hace falta otra cárcel distrital o ampliar la que hay. Hay 3.600 presos en las estaciones de policía, en condiciones infrahumanas. Para ellos es mejor una nueva cárcel y saldrían a la calle 400 policías que los cuidan. En conclusión, tenemos 1.900 policías en la calle cuidando a 12 millones de personas.

Y otro agravante: Claudia López desfinanció el fondo de seguridad, que tenía 218.000 millones de pesos en 2018 y hoy tiene 71.000. La Policía me dice: hay 1.000 cámaras dañadas, el 17% de los radios, el 11% del parque automotor. O sea que, aparte de que no tenemos policías, el equipamiento está bárbaro.

Lo que decimos todos los candidatos es cierto: faltan policías, cámaras, radios, todo eso. Pero ataquemos las causas. El maltrato infantil. El 95% de los presos hoy en Colombia, en una encuesta, dicen haber sido maltratados de niños. Esa es una causa principal. La mala alimentación, que vamos a atacar ampliando el PAE (el programa de alimentación escolar). La cobertura hoy es de 180 días y pasará a 365 días. Y el hambre, en Bogotá hay 2,5 millones de personas aguantando hambre.

P. ¿Cuál es su propuesta para el hambre?

R. Lo primero es tener el mapa exacto de focalización de dónde están, que el Gobierno Nacional ya está haciendo. Según un análisis que hicimos estos días con mi equipo, en las localidades con más desempleo hay más inseguridad. Entonces tenemos un plan de mediano plazo contra el hambre, con empleo. Y otro de corto plazo, porque no le puedes decir a una persona que está aguantando hambre que espere. Una vez sepamos dónde están, hay que llevarles la comida.

El sábado estuve en el Sumapaz y los campesinos están perdiendo la comida. No hay quién se las compre y hay una ironía terrible. Para llegar al poblado, Nueva Granada, hay tres horas de camino desde la salida de Bogotá, y cuando les pregunto dónde preparan el PAE, me responden que lo traen de Bogotá. Por favor, eso está mal diseñado. Cómo no entregarle el contrato a las señoras y los señores de Sumapaz para la alimentación de sus niños. Tienen los productos, que incluso se están perdiendo por lo lejos que están. Se trata de aplicar una teoría del Nobel de Economía Paul Krugman, aprovechar las nuevas economías geográficas.

Gustavo Bolívar espera en un restaurante de Bogotá, el 18 de octubre.
Gustavo Bolívar espera en un restaurante de Bogotá, el 18 de octubre.CHELO CAMACHO

P. De alguna manera es como lo que logró el gobernador Nicolás García, al acabar con la intermediación para que los campesinos de Cundinamarca traigan directamente los mercados a Bogotá.

R. Sí. Por ejemplo, que se contrate el PAE de las 400 escuelas públicas de Bogotá con las personas que viven cerca. A mucha gente que es muy pobre se le puede dar un crédito de fomento con la Alcaldía, con una capacitación con el Sena y un contrato. Obviamente hay que hacer piloto, es demorado, pero también hay que hacerlo, por ejemplo, con la reforestación. Hay un déficit de un millón y medio de árboles. Para reforestar Bosa, pues consigo que los jóvenes de Bosa formen una cooperativa y les doy el contrato para que trabajen en su localidad.

Ahí de paso estamos atacando otro problema, el de la movilidad, con nuevas centralidades. Que la gente trabaje en su localidad, que viva y se eduque ahí. Hay que llevarles la universidad, los servicios de salud, de abastecimiento, de entretenimiento y de cultura ahí. Así empezamos a desaturar la ciudad. Tenemos clarísimo qué hay que hacer. El problema es que la gente no tiene paciencia, quiere que solucionemos esto ya.

P. Un tema de gran preocupación es el manejo de las basuras. La Procuraduría alertó que el relleno sanitario de Doña Juana sólo tiene capacidad hasta el 2025. ¿Cómo enfrentarlo?

Al relleno están llegando 8.000 toneladas diarias, pero es basura revuelta con reciclaje y desperdicios. Hay que colocar allá una planta transformadora. Eso ya está inventado. He contado varias veces que me reuní con la embajadora de Suecia, y ella me cuenta que reciclan el 99% de la basura. Incluso están comprando tres millones de toneladas de basura, y Bogotá produce 2,7 millones de toneladas.

Yo me reuniría con los cinco operadores —todo esto hay que concertarlo— y les diría que destinemos un día de la semana para que el carro solo recoja el acumulado durante una semana. Y que llevemos todo a los centros de acopio, que incluso les van a comprar esa basura para transformarla. Sirve hasta para hacer ladrillos. Hay muchas cosas que se pueden hacer con la basura. En Viena la calientan, la incineran y la basura genera el agua caliente de toda la ciudad. En Doña Juana hay que hacer una planta transformadora para hacer biogás o hidrógeno verde. ¿Cómo no recoger todas esas experiencias para aplicarlas acá?

P. Su lema ha sido el pacto por el futuro de Bogotá. Lo invito a que viajemos en el tiempo, a finales de 2027. ¿Qué logró?

R. Los niños ya llevan tres años de bilingüismo, una de las apuestas principales para atacar las causas de la inseguridad, y que los niños tengan una carrera técnica estudiada durante el bachillerato. Para el inglés, vamos a empezar con los niños de preescolar en 2025. ¿Por qué no en 2024? Porque hay que estructurar el sistema, conseguir 2.500 profesores bilingües y cada año incrementar. El programa no es tan ambicioso porque no tenemos los 35.000 profesores necesarios; hay que capacitarlos. Si en 2036, dos años antes de que Bogotá cumpla 500 años, graduamos la primera promoción de bachilleres bilingües, sería mi gran satisfacción de haber sido alcalde.

También se habrá acabado el hambre del todo, porque es muy infame decir ‘vamos a acabar el 50%’. Se puede; una ciudad que tiene dinero puede erradicar el hambre, no solamente con asistencialismo sino proporcionando oportunidades de empleo.

Y en infraestructura, tengo una obsesión de hacer túneles de Bogotá a Soacha y a La Calera. El túnel de Soacha lo logramos meter en el plan nacional de desarrollo, está entre las obras priorizadas, o sea que se puede hacer. Y las seis sedes de la Universidad Distrital en diferentes localidades, solucionando primero los problemas de la sede actual. Los campus de Usaquén y Suba también están en el plan de desarrollo; los otros las haremos nosotros. No sé en qué estado las entregaría, ojalá se terminen; si no, quedan andando como quedaron las de Bosa y Usaquén en la alcaldía de Gustavo Petro. Hoy ya están terminadas y funcionando.

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