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Protestas en Colombia
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El regreso de la Primera Línea

Algo anda mal en la cabeza de quienes dicen defender al pueblo mientras atacan a sus integrantes

Algunos manifestantes miembros del movimiento Primera Línea, en Bogotá (Colombia), en mayo de 2021.
Algunos manifestantes miembros del movimiento Primera Línea, en Bogotá (Colombia), en mayo de 2021.JUAN BARRETO (AFP)

Dicen sobre las películas que las segundas partes nunca son buenas y la de este fin de semana, sin ser película, resultó una segunda parte tan, pero tan mala, que muy lejos está de generar la solidaridad que hace un par de años lograban conseguir sus protagonistas. Me refiero a la supuesta reaparición de la Primera Línea en medio de unas manifestaciones que tenían por objetivo conmemorar las víctimas de aquellas noches de horror del 9 y 10 de septiembre de 2020 en Bogotá.

Hace un par de años, cuando la Primera Línea tomó forma y fuerza en el marco de las protestas que paralizaron al país por semanas enteras, muchas voces se alzaron en respaldo a ese grupo de jóvenes que buscaba convertirse en el grupo de protección a los manifestantes y a veces en los promotores de concentraciones importantes relacionadas con aquellos reclamos que hacían eco en una importante cantidad de colombianos.

Sin embargo, los que se hacían ver como generosos gestores y acompañantes de una protesta válida poco a poco se convirtieron en pesadilla. Los vecinos del portal de Transmilenio de Las Américas no olvidan esos largos meses sin transporte público, porque la Primera Línea destruyó estaciones y bloqueaba los pasos. Tampoco olvidan los días de terror que semanalmente la Primera Línea garantizaba cuando comenzaban manifestaciones más o menos violentas y empezaban a oírse las explosiones de las aturdidoras de la Policía, los gritos de unos, las llamas, los ladrillos volando… Colombia no olvida que fue justamente por cuenta de uno de los bloqueos de la Primera Línea que un hombre murió. Quienes decían defender al pueblo terminaron agrediendo a ese mismo pueblo.

Vendría la detención de jóvenes de la Primera Línea. Algunos injustamente y otros mereciéndolo. La justicia, como siempre en Colombia, se ha demorado en resolver y es así como aún no se logra dirimir quien hizo parte de qué. Y más allá del tema judicial, nunca se resolvió si la Primera Línea es o no un grupo terrorista.

Pero llegó el fin de semana que recién termina y las manifestaciones que debían servir para recordar a los 13 civiles asesinados que dejaron las protestas de 2020 terminaron convertidas en un escenario para recordar hasta donde son capaces de llegar aquellos que se hacen llamar Primera Línea. O al menos ese fue el mensaje que quedó luego de que un grupo violento quisiera prenderle fuego a un pequeño Comando de Atención Inmediata (CAI) en el noroccidente de Bogotá, cerca al lugar donde varias de las muertes de 2020 ocurrieron.

Fue la alcaldesa Claudia López quien señaló a los asaltantes como miembros de la Primera Línea. Mencionó el trasfondo político que podría tener tal acción y otra vez la Primera Línea quedó en la mente de todos, pero ya alejada de aquella imagen cuasi romántica de los días del llamado Paro Nacional.

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¿Lanzar bombas incendiarias a un edificio con personas en su interior? ¿Justificar esto como retaliación por actos inaceptables por parte de miembros de la Policía? Algo anda mal en la cabeza de quienes dicen defender al pueblo mientras atacan a sus integrantes. Algo está mal en quien piensa que agrediendo a quien le ha agredido se hace justicia.

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