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Bogotá
Columna
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Atentado contra los Cerros Orientales

Al igual que hace 17 años, un constructor ilegal se está robando un pedazo de una reserva forestal. Y una vez más la CAR no parece ser la oficina más expedita para defenderla

Vista panorámica de Bogotá en la que al fondo se ven los Cerros Orientales.
Vista panorámica de Bogotá en la que al fondo se ven los Cerros Orientales.

Esta es la historia de como se repite nuestra historia. Y hoy no vamos a hablar de Petro y Uribe, ni de como nuestra violencia es un eco que atraviesa generaciones, ni de nuestra mala educación, ni de esa constante que es sentirnos defraudados por los congresistas. Esta es la historia de una noticia que fue noticia hace 17 años y que hoy vemos repetirse en los mismos cerros orientales, en la misma Bogotá que se enorgullece de ellos, con la misma Corporación Autónoma Regional (CAR) que dice protegerlos y con el mismo clamor de los vecinos que alertan que ahí está pasando algo y que una vez más un constructor ilegal se está robando un pedazo de una reserva forestal.

En 2006 fue junto al opulento barrio Rosales, en un sector llamado Bagazal, que unos ricos empresarios empezaron a dañar la montaña para construir mega mansiones hasta de 6.000 metros cuadrados. Pasaron los años y mientras que las autoridades competentes parecían hacer una parodia de defensa de la llamada Reserva Forestal Protectora Bosque Oriental de Bogotá, los constructores lograron terminar los edificios e, incluso, algunos llegaron a ser habitados. Y aunque hoy hay decisiones judiciales que ordenan la demolición de esos inmuebles, estas resultan tan onerosas para el presupuesto de la localidad que es imposible pagarlas. En conclusión: ese pedazo de reserva se perdió.

En el presente, mientras usted lee estas breves líneas, la historia se está repitiendo y, casi como hace 17 años ya empezaron las autoridades a anunciar acciones que aún no resuelven el problema, sino que dan más y más tiempo para que los urbanizadores ilegales hagan lo suyo.

La nueva zona bajo amenaza colinda con el exclusivo barrio El Castillo por donde han visto durante los últimos meses un sospechoso desfile de volquetas, llenas de deshechos de construcción y de recebo, camino a un claro en medio de las montañas que sin duda pertenece al área de reserva forestal. Poco a poco se empezó a rellenar el terreno, se eliminó la pendiente natural de la montaña y se hizo una explanada que hoy sirve de parqueadero. Hay un cerramiento y un vigilante bastante agresivo. Pero nada de licencia de construcción o algún detalle sobre lo que allí están haciendo.

La Policía ha actuado impidiendo el ascenso de algunas volquetas, pero es imposible tener una patrulla allí parada todo el tiempo, así que cuando no hay agentes a la vista empieza otra vez el desfile de los camiones de carga llenos de material para terminar de ahogar a la montaña. El alcalde local no puede hacer nada porque al ser zona de reserva es la CAR quien debe ejercer autoridad sobre el terreno y garantizar la protección del mismo. Y la CAR… Bueno, digamos que no es que sea la oficina más expedita para garantizar la defensa de una reserva, verbigracia, lo que ocurrió 17 años atrás en el Bagazal.

Hace varios días la Corporación Autónoma recibió los oficios de la alcaldía llamando la atención sobre lo que está pasando. ¿Qué están haciendo? ¿Por qué no actúa la Secretaría de Ambiente de Bogotá así sea con las pocas herramientas que le da la ley? ¿O es que acaso vamos a repetir la historia en la que los ilegales se burlan de todas las autoridades, de la ciudad y del país?

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