El asesino de los españoles engañó tres años a la seguridad militar
Superó los filtros de la ISAF aunque era cuñado de un comandante talibán
Ghulam Sakhi, el policía infiltrado que mató a dos guardias civiles y a un intérprete españoles anteayer en Afganistán , era cuñado de un comandante talibán, según informó a EL PAÍS Delbar Jan Arman, el gobernador de la provincia de Bagdhis, cuya capital es Qala-i-Naw, donde se produjo el ataque. "Nadie sospechaba que era un terrorista", lamentaba al otro lado del teléfono. "La gente hablaba bien de él...". Tenía 26 años, vivía en un barrio de mayoría pastún y era natural de la zona de Chacharan.
No era un recién llegado. Llevaba cinco meses trabajando como conductor para el capitán de la policía de Qala-i-Naw y tres años en el cuerpo, según el gobernador de Bagdhis. Entraba cada día en la base y los guardias civiles que instruían desde hacía cinco meses a los aspirantes a policías afganos en las instalaciones estaban acostumbrados a verlo. Al contrario que los empleados contratados por los españoles, nunca fue registrado, por ser policía y chófer de un capitán.
El terrorista llevaba cinco meses entrando en la base con su capitán
La policía afgana ha detenido a 19 personas por los incidentes
El terrorista había pasado los controles de la ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad en Afganistán, en sus siglas en inglés). Todos los policías afganos han sido examinados por la fuerza internacional antes de ingresar en el cuerpo. Se investiga siempre el entorno familiar del aspirante, el barrio en el que vive, la gente con la que se relaciona. Se hacen encuestas y se pide información a los líderes tribales. Pero Ghulam Sakhi logró engañar a la seguridad militar.
Para los Gobiernos que han enviado tropas a la ISAF, la retirada de Afganistán depende, sobre todo, del volumen que alcancen las fuerzas de seguridad afganas a las que forman sus efectivos. La formación de policías y militares es en estos momentos "prioritaria" para el Ministerio de Defensa español. En los últimos seis años, el aumento de las fuerzas de seguridad afganas ha sido espectacular. En 2004 había 7.000 policías y 20.000 soldados y hoy son más de 80.000 y 130.000, respectivamente. Con ellos se han multiplicado también los casos de infiltrados, como el terrorista que asesinó a los tres españoles.
El gobernador de Bagdhis ha abierto una investigación. Asegura que se registrará la vivienda del terrorista y que se realizarán interrogatorios en su entorno. Paralelamente, un instructor militar español investiga sobre el terreno lo ocurrido para dar parte al juez militar.
Los indicios hallados hasta el momento parecen confirmar que tanto el atentado como la turba que intentó asaltar las instalaciones militares justo después estaban relacionados y coordinados por la insurgencia. En primer lugar, porque la multitud se precipitó sobre la base "casi inmediatamente después del ataque", según fuentes de la investigación, "porque los altercados se produjeron simultáneamente en varios puntos de la ciudad: frente a la base española y frente a edificios públicos" y porque entre la multitud había mucha gente "de fuera de Qala-i-Naw" que había acudido a la ciudad expresamente para participar en las revueltas.
El objetivo final, según indicó el gobernador de Bagdhis, era que los militares españoles se enfrentaran a los asaltantes y se produjeran bajas civiles, que los talibanes utilizarían como propaganda contra las tropas españolas.
El gobernador cree que varios hombres contratados por la insurgencia pudieron expandir el rumor de que los españoles estaban matando afganos. Cumplieron su objetivo porque lograron llevar a 200 personas enfurecidas hasta la base española. En las inmediaciones del recinto había una montaña de piedras preparada para que todo el que llegara hasta allí tuviera algo que arrojar a la base.
El gobernador destacó que los españoles reaccionaron muy bien al no implicarse en la revuelta -que disolvieron miembros de la policía y el ejército afganos- para que no aumentara la tensión. El enfrentamiento entre asaltantes y policía y ejército afganos provocó más de una veintena de heridos, algunos de bala, pero no alrededor de la base española.
El Emirato Islámico de Afganistán emitió ayer un comunicado con una versión bien distinta de los hechos, que se parece mucho, sin embargo, a lo que el Gobierno cree que era la intención de los insurgentes. El texto asegura que "más de un millar de personas" -en Qala-i-Naw viven unos 12.000 habitantes- se lanzaron a la calle "después de que las tropas militares españolas abriesen fuego sobre civiles inocentes, matando a dos de ellos e hiriendo a otro gran número".
"Un militar afgano", dice el comunicado, "abrió fuego en una sesión de entrenamiento sobre militares españoles, matando a cuatro de ellos e hiriendo a un traductor afgano. Como consecuencia de ello, los militares españoles dieron muerte al soldado afgano y seguidamente abrieron fuego indiscriminadamente sobre los civiles que viven cerca de la base. Esto ha originado un gran número de muertos y heridos graves".
El gobernador de Bagdhis insiste en que todo apunta a que tanto la manifestación como el ataque parecen estar coordinados. "Hemos detenido a 19 personas por las revueltas y estamos intentando aclarar por qué hicieron lo que hicieron. En Qala-i-Naw no pasan estas cosas. La población está muy contenta con los españoles, la mayoría piensa que están de su lado", señaló.
Hasta ahora, Qala-i-Naw, donde se concentra el grueso del despliegue de 1.555 militares españoles, era una zona relativamente segura, donde apenas se habían producido incidentes.
Delbar Jan Arman no tiene ninguna prisa en que los españoles abandonen su provincia. "Cuándo lo hagan no es una decisión mía, pero estamos muy contentos", insiste. España ha invertido más de 31 millones de euros desde 2006 en la construcción de 160 kilómetros de carreteras y 150 escuelas en esta provincia de 700.000 habitantes y una extensión similar a Galicia.
De momento, el trabajo en la antigua base española de Qala-i-Naw, situada en el centro de la ciudad, a un kilómetro de distancia de la nueva, continúa como si nada hubiera pasado. Desde el Ministerio de Defensa explican que no es posible ser más exigente con las medidas de seguridad. Los empleados de la base contratados en la ciudad son registrados al entrar. También los alumnos. Pero los militares españoles no pueden registrar el coche de un mando policial afgano, como en este caso, cuyo chófer parecía de la confianza del capitán de Qala-i-Naw, y al que llevaban viendo por la base cinco meses.
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