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¿Qué hacer con los residuos nucleares?

El Gobierno español ha tomado una decisión importante para avanzar en la gestión de los residuos radiactivos, como es la convocatoria para que municipios se postulen como interesados en albergar en sus respectivos términos un almacén centralizado de combustible nuclear gastado (ATC) en la operación de las centrales nucleares españolas.

La opción tomada en España, de almacenar temporalmente el combustible y algunos otros residuos radiactivos de alta actividad, es consecuencia de la puesta en aplicación de las directrices del 6º Plan General de Residuos Radiactivos y tiene muchas similitudes con lo que se impulsó, en mi país, los Países Bajos, plasmado con la puesta en operación de HABOG, nuestro ATC, en 2003. Dadas nuestras características, un país pequeño y muy densamente poblado, con un programa nuclear también pequeño pero importante, decidimos que lo que convenía era disponer de un ATC con una perspectiva de almacenamiento temporal de al menos 100 años, más que prepararnos directamente para almacenar los residuos radiactivos de forma definitiva. Fuimos el primer país en decir claramente que nuestra estrategia era la de almacenamiento temporal a largo plazo y nuestras instalaciones tienen una vida de diseño de 100 años.

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Está claro que a un plazo mayor será necesario disponer de un almacenamiento final, porque aún con los posibles cambios tecnológicos que puedan aparecer en el futuro, el desarrollo de nuevos tipos de centrales unido a la separación y transmutación de actínidos, hoy todo ello a nivel de investigación, siempre habrá residuos cuya carga radiactiva sea muy superior a las limitaciones impuestas en los centros de almacenamiento de residuos de baja y media actividad.

Lo que no queda claro es si cada país debe disponer de un almacén final propio o si, por el contrario, se pueden desarrollar centros regionales donde albergar residuos de diferentes países con una problemática común. Hoy me cuesta creer que en un siglo, dentro de la Unión Europea, se tengan del orden de 25 almacenes, no sólo por lo que significa de ahorro colectivo debido a la economía de escala, sino también por la dificultad de controlar un número tan alto y porque la conjunción de esfuerzos permitirá alcanzar estándares medioambientales más elevados.

Con miras a un calendario del orden de un siglo, en los Países Bajos nos hemos asegurado que una vez cumplido el plazo, haya un plan para una solución definitiva y que el dinero esté disponible en ese momento. Lo que dejamos para las dos o tres próximas generaciones es definir la forma y la ejecución de ese plan.La licencia y construcción de HABOG no estuvieron exentas de dificultades. Al contrario que en España, donde se ha abierto una convocatoria nacional, en Holanda se seleccionaron a priori 12 lugares, quedando al final sólo dos. Sí se tuvo en cuenta el interés de los cabildos municipales y no se habría instalado sin su beneplácito. La existencia de una central nuclear en Borssele facilitó la decisión. Posteriormente hubo problemas derivados de una fuerte oposición, especialmente de Greenpeace, no tanto debida a los aspectos técnicos sino a la forma del otorgamiento de la licencia. Fue la Corte Suprema la que en última instancia dilucidó. Una vez comenzada la construcción, los problemas sociales desaparecieron.

Quiero destacar que en nuestro caso, el ATC holandés se ubica en un municipio con un gran parque industrial. En las proximidades de la instalación se encuentran una refinería, una central eléctrica térmica, un puerto industrial con todos sus servicios, amén de la ya citada central nuclear.

No existe problemática alguna por nuestra implantación, ni por la de las otras industrias. Desde que llegamos se han establecido nuevas empresas en el área industrial; la presencia de HABOG no ha mermado nuevos desarrollos. Por nuestra parte ayudamos a que se desarrolle de forma activa una red de información y colaboración entre las empresas, lo que permite mejoras en infraestructuras, formación de personal, cooperación en planes de emergencia o en temas medioambientales.

La cooperación con el Ayuntamiento ha sido y es fructífera, al tiempo que siendo nuestros empleados de la zona, es fácil explicar a nuestros vecinos en qué consiste nuestro trabajo, contribuyendo de esta forma a desmitificarlo a escala local y nacional. Nuestra actitud es siempre la de ser lo más abierta y transparente posible; todas las visitas son bienvenidas y las preguntas siempre son contestadas con nuestro mejor saber.

En lo que a seguridad se refiere HABOG está basado en la tecnología francesa. Francia es el país europeo más adelantado en desarrollos técnico-nucleares pero nuestros propios técnicos y expertos nacionales resolvieron otros problemas típicos de las características de nuestro país, por ejemplo la prevención del riesgo de inundaciones, en lo que llevamos trabajando de forma continua desde hace siglos.

La construcción de un ATC es un hito importante que permite abordar con tiempo y sin tensiones sociales una gran parte de los problemas conexos a la gestión del combustible gastado y los residuos de alta actividad. Debe mantenerse un programa de investigación en todo lo que se refiere al combustible gastado y en otras áreas de tecnologías nucleares avanzadas. Para ello, la colaboración internacional y el flujo de información entre empresas afectadas son necesarios.

En el marco europeo, las agencias encargadas de gestionar los residuos cada país se reúnen periódicamente. Ello facilita el intercambio de información y el conocimiento de los desarrollos habidos a escala nacional. Los avances a nivel nacional ayudan de facto a avanzar en la gestión de los residuos de otros países, lo mismo que las lecciones aprendidas de errores técnicos o de apreciación social. A un nivel técnico más profundo, los Programas Marco de Investigación de la Unión Europea establecen la pauta para aunar esfuerzos ante una problemática común a muchos países. En este sentido, el Centro Tecnológico asociado al futuro ATC español podrá dar frutos útiles a todas las agencias de residuos europeas, además de contribuir al desarrollo de la investigación española y de la zona donde se ubique.

Sé que existen grandes diferencias entre España y los Países Bajos. La idiosincrasia es diferente, por lo que también lo es la forma de abordar los retos a que nos enfrentamos quienes tenemos responsabilidades en la gestión de los residuos. Somos conscientes de que la energía nuclear no es sostenible sin la resolución de la problemática de los residuos.

La decisión tomada por el Gobierno español puede tener todavía dificultades en su ejecución final, como las tuvimos nosotros, pero no me cabe ninguna duda de que es un avance significativo que ayudará a la gestión segura de los residuos. Conozco bien a ENRESA y sus capacidades técnicas; sólo requiere de ese impulso que le dará disponer de un ATC para cumplir con las obligaciones que la sociedad española le ha impuesto. Eso mismo se nos exigió a COVRA, pues disponiendo de HABOG la sociedad holandesa ve con más confianza la tecnología nuclear. Respecto a nuestra comunidad local, cabe decir que está incluso orgullosa de la instalación.

Hans D. Codée es doctor en Ciencias Químicas y director de COVRA, la agencia holandesa de gestión de residuos radiactivos.

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