El Pentágono establecerá cuatro bases militares permanentes en territorio iraquí
La medida permitirá a EE UU reducir la presencia de tropas en Arabia Saudí y rodear Irán
El Pentágono va a convertir el territorio de Irak en una gran base militar insertada en el núcleo de una zona sobre la que espera aumentar su influencia en los próximos años. El volumen de la presencia estadounidense en Irak tendrá suficiente envergadura como para permitir una reducción del despliegue en Arabia Saudí, aliado firme pero incómodo. La instalación de bases permanentes en Irak eleva a más de una treintena el número de plataformas militares de Estados Unidos en la región, tantas como para que Irán y Siria puedan sentir de cerca la presencia del Pentágono.
Según el diario The New York Times, la construcción de bases permanentes depende de los acuerdos que esté dispuesto a firmar el nuevo Gobierno de Irak, aunque dada la influencia que Estados Unidos planea ejercer en la reconstrucción de ese país, los convenios militares se convertirán en un simple trámite.
El proyecto que ya diseña el Departamento de Defensa convierte en base permanente el Aeropuerto Internacional de Bagdad, que es ya de hecho el símbolo de la llegada de Estados Unidos a la capital iraquí. El aeropuerto proporciona instalaciones listas para el uso militar inmediato. Habrá otra base en el sur cerca de Nasiriya, una más en el norte junto a Bashur y otra junto a la frontera oeste, construida en torno a una pista de despegue en medio del desierto a que los mandos estadounidenses se refieren como H1. El Pentágono ya emplea esos cuatro puntos como base de las últimas operaciones militares contra las bolsas aisladas de resistencia.
'Eje del mal'
Las cuatro bases, casi equidistantes, cubren perfectamente toda la extensión del territorio iraquí. Su ubicación también permite desplegar material militar y soldados estadounidenses a pocos kilómetros de las fronteras con Siria e Irán, dos regímenes a los que EE UU ha puesto sobre aviso. Con las bases en Irak y la presencia permanente en Afganistán, EE UU rodeará con su presencia militar el territorio de Irán, uno de los vértices del eje del mal creado por George W. Bush.
Al mismo tiempo, el Pentágono estudia nuevos acuerdos militares con Turquía. Aunque el Gobierno de Ankara limitó el uso de su territorio en la operación contra Irak, EE UU no contempla represalias porque necesita mantener una presencia estratégica al oeste de Siria.
Con Irak convertido en "territorio amigo", EE UU ha empezado a recortar su presencia en Arabia Saudí. Oficialmente, la reducción de tropas en ese país se debe a la desaparición de la amenaza que representaba el régimen de Sadam Husein, aunque el repliegue obedece en realidad a la nueva distribución de efectivos militares a lo largo de toda la región.
La presencia de tropas estadounidenses en Arabia Saudí está en las raíces de la radicalización de la red terrorista de Al Qaeda. EE UU, lejos de entender que su presencia en la zona puede interpretarse como un insulto, considera que la extensión de su despliegue es un método de influencia capaz de erradicar los sentimientos antiamericanistas.
La Casa Blanca también ha hecho un esfuerzo diplomático discreto pero productivo en su aproximación a territorios de la antigua esfera soviética. Hungría, Rumania y Bulgaria han permitido la construcción de bases que desafían los precedentes históricos. Más al este, las bases en Uzbekistán y Kirguizistán, unidas a las de Pakistán y Afganistán, permiten la presencia de soldados estadounidenses en lugares tan remotos que bordean la frontera con China.
Ni el Pentágono ni la Casa Blanca harán nunca anuncios formales sobre el establecimiento de bases. "Lo importante es el acceso, no la presencia", dice un alto cargo del Gobierno de Estados Unidos citado por el diario neoyorquino.
Y aunque Colin Powell descartó la semana pasada que existan "planes de guerra" contra otros países en la zona, la Casa Blanca sabe que una presencia tan expandida en la región "pondrá nerviosos" a sirios e iraníes.
La Casa Blanca estudia la declaración de victoria
Nadie en la Casa Blanca acepta confirmar si habrá una declaración formal de victoria por parte de EE UU, y menos aún arriesgarse a dar una fecha para el evento. Aunque varios asesores políticos de Bush opinan que tal proclamación puede ser una demostración innecesaria de arrogancia, un país aliado asegura que la certificación pública de la victoria llegará esta semana. El Pentágono ha comenzado una retirada discreta de material y personal como símbolo del fin de la guerra.
El ministro de Exteriores de Australia, uno de los países aliados a EE UU en la operación contra Irak, ha sido el primero en poner forma y fecha a una declaración de victoria: "Quedan sólo unos detalles por retocar en la proclamación final", dijo ayer Alexander Downer a una televisión de su país. "Obviamente", asegura el ministro, "tiene que ser una declaración legalmente muy precisa y tiene que ajustarse a un tono político correcto. Pero tendrá lugar en los próximos días". Según fuentes de su Gobierno, EE UU y el Reino Unido mantienen consultas con Australia sobre la redacción final de la declaración de victoria.
Nadie se ha pronunciado en Washington sobre esa posible proclamación que quizá estén redactando los Gobiernos aliados. Al contrario: fuentes de la Casa Blanca habían sugerido en los últimos días la conveniencia de evitar una declaración de victoria cuya percepción en el mundo árabe la convertirá en un elemento contraproducente. Hablar de vencedores y vencidos -mantenían los moderados en el Gobierno de Bush- es un ejercicio petulante que empeora la imagen de EE UU en la zona.
Si la indiscreción australiana se hace realidad, sólo falta saber el aspecto formal. Algunos políticos del Capitolio habían sugerido la semana pasada que la proclamación, si la formula Bush, debería ser ante el Senado y la Cámara de Representantes, que dieron su permiso para esta guerra. Sea en ese escenario o en la mesa del Despacho Oval, una declaración de victoria demostraría que los estrategas políticos de Bush no han podido evitar la tentación de rentabilizar la guerra como línea de salida en la campaña para las próximas presidenciales.
En el terreno práctico, el Pentágono ha empezado a reducir su despliegue en la zona. Dos portaaviones que han servido de lanzadera para cientos de operaciones aéreas, el
Kitty Hawk
y el
Constellation,
han iniciado ya el camino hacia sus bases permanentes en Japón y en California.
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