_
_
_
_
_

El abandono precoz de la lactancia favorece la alergia a la leche de vaca

Los casos de hipersensibilidad desaparecen alrededor del tercer o cuarto año de vida

Los primeros meses de vida son para el recién nacido un tiempo de adaptaciones constantes. Poco a poco debe ir abandonando los lazos de dependencia que le unen a su madre para ser capaz de sobrevivir sin su ayuda. La lactancia es, quizá, el caso más evidente. En ocasiones ocurre, sin embargo, que el niño no tolera la sustitución de la leche materna por otro producto y desarrolla lo que se conoce como alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV).

'La APLV es un tipo característico de hipersensibilidad a tres tipos de proteínas presentes en la leche de vaca (caseína, alfalactoalbúmina y betalactoglobulina), que se da fundamentalmente en lactantes durante su primer semestre de vida, que es cuando ocurre el contacto con ese alimento. Se trata de una reacción inmunológica heredada', explica Enric Martí, director de la unidad de alergología del hospital Germans Trias i Pujol de Badalona. Hay que tener en cuenta que las proteínas presentes en la leche de vaca son las primeras proteínas extrañas que ingiere un lactante en la mayoría de los países desarrollados.

La OMS y Unicef proponen la lactancia materna hasta los 4 o 6 meses de vida

Aunque no existen datos precisos sobre la incidencia de este tipo de alergia (entre el 1% y el 7% de los recién nacidos), parece claro que su frecuencia está aumentando entre la población. Las exigencias laborales obligan a las madres a reincorporarse cada vez más pronto a su puesto de trabajo después del parto y, por tanto, a introducir de forma temprana la lactancia artificial con leche de vaca.

La Declaración de Innocenti, aprobada en 1990 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef, propone como meta universal la lactancia materna exclusiva hasta los cuatro o seis meses de edad. Los datos de la OMS en Europa, sin embargo, revelan que, salvo Suecia y Finlandia, el porcentaje medio de lactancia materna exclusiva en ese periodo no supera el 16%.

Así pues, no es de extrañar que la incidencia de APLV aumente. No en vano, el hospital Germans Trias i Pujol se ha visto forzado a crear una unidad especial que se dedica a atender exclusivamente los casos de APLV y que ha iniciado un estudio epidemiológico para conocer la prevalencia exacta de la dolencia.

'Normalmente los síntomas suelen ser cutáneos (urticaria, angioedema o hinchazón en cualquier lugar del cuerpo) y gastrointestinales (vómitos y diarreas), aunque también pueden aparecer problemas respiratorios. En casos menos frecuentes, un cuadro más severo llamado shock anafiláctico puede conducir a la muerte a pacientes con una hipersensibilidad extrema', explica Ana María Plaza, de la Sociedad Española de Alergología Pediátrica e Inmunología Clínica.

El 90% de los casos de alergia a la proteína de la leche de vaca aparece durante los primeros seis meses de vida, por lo que la mayoría de los pediatras recomienda que las madres amamanten a sus hijos durante esos seis meses. Sin embargo, cuando las circunstancias no permiten alargar la lactancia materna y se diagnostica la dolencia, el tratamiento es sencillo y eficaz. 'Consiste en interrumpir la alimentación con leche de vaca y sustituirla por leche de soja o leche de vaca modificada mediante la hidrolización de las proteínas alergénicas', afirma Ana María Plaza.

Afortunadamente, la APLV acaba desapareciendo con el tiempo y alrededor del tercer o cuarto año de vida el niño puede volver a tomar leche de vaca sin que se produzca ninguna reacción alérgica. 'Pero puede ocurrir que un tiempo después aparezcan otros tipos de alergia, porque estos niños llevan una carga genética atópica que les hace más susceptibles a la alergia', explica Enric Martí.

A pesar de la relación causal entre la interrupción temprana de la lactancia materna y el aumento en la incidencia de APLV, un grupo de investigadores de Canadá y Nueva Zelanda ha descubierto que los bebés amamantados durante más de cuatro semanas tienen casi el doble de probabilidad de desarrollar asma y alergias que los que son alimentados con biberón (véase EL PAÍS, del 24 de septiembre de 2002). 'La lactancia no protege a los niños de la atopia (alergia) y el asma, y puede incluso aumentar el riesgo', afirma Malcolm Sears, de la Universidad McMaster, en Canadá. Los hallazgos, publicados en la revista The Lancet, contradicen los resultados de estudios previos que señalaban los efectos beneficiosos contra las alergias de la lactancia cuando el niño era amamantado durante cuatro meses o más tiempo. 'Aunque hay muchas razones valiosas para alentar la lactancia durante los primeros cuatro o seis meses de vida, la prevención del asma y las alergias no es una de estas razones', se dice en un comentario editorial en la misma revista.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_