La ‘culpa del deportista’: cuando no entrenar genera malestar
Una psicóloga deportiva y un entrenador dan algunas claves para lidiar con el malestar que algunos corredores y otros deportistas sienten cuando no pueden salir a entrenar
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“Casi lo comparo con un síndrome de la abstinencia”, dice la corredora argentina Mai Coletto cuando habla de la sensación que la embarga, a veces, cuando no puede correr. “Estoy tratando de no machacarme tanto y me tranquilizo pensando que, en verdad, yo corro porque me gusta, lo disfruto y me hace sentir viva, no para pasarlo mal y castigarme por no haber salido. Y eso cambia un montón la perspectiva, porque cuando sé que no estoy obligada a salir a correr, termino disfrutando mucho más cada entrenamiento”. Coletto tiene solo 17 años, aunque tiene la presión añadida de estar entre las mejores: ha sido subcampeona del mundo de trail en su categoría y también subcampeona nacional argentina. Aun así, lo que le ocurre es bastante común entre deportistas. Y a mí, con el doble de edad que la argentina, todavía me cuesta hacer esa reflexión que ella tiene tan clara y que deberíamos grabarnos a fuego: “Correr porque te gusta, no para castigarse por no haber salido a correr”.
La culpa, tristeza o melancolía que algunos corredores sienten cuando, tras unas semanas corriendo, dejan de hacerlo por algún motivo, es algo que ocurre en deportistas de todos los niveles. “Empieza con un enfado, una especie de voz interna que me recrimina lo poco constante que soy”, me cuenta Javier Marmisa, compañero mío en EL PAÍS, de 34 años, que empezó a correr hace un año y está empezando a preparar y completar sus primeras carreras. “No solo me afecta al entreno del día, sino que puede llegar a generarme una desazón que me afecte al resto de entrenos de la semana”, reconoce.
Esto no es algo con lo que yo lidie en el día a día, pero me ocurre algo similar cada cierto tiempo, especialmente si el motivo por el que no salgo a correr es 100% decisión mía. Si por ejemplo tengo un pico de trabajo o algún contratiempo y no me da tiempo a entrenar, me fastidia pero lo puedo gestionar. Sin embargo, si el motivo es que me ha dado pereza, estoy cansado o se me ha ido el santo al cielo jugando a la consola (me ha ocurrido), es cuando viene la culpa.
Aunque puede que te haya pasado algo similar en algún momento de tu vida deportiva, debes saber que esto no es bueno. “Hay gente que se vuelve muy rígida con el deporte, casi obsesiva, y esto no es saludable”, cuenta por teléfono la psicóloga deportiva Meritxell Bellatriu. “Una cosa es seguir un plan de entrenamiento y tener unos objetivos, pero no hay que volverse esclavo del deporte. El deporte tiene que estar al servicio de la persona, y no la persona al servicio del deporte”.
Claves para evitar la ‘culpa runner’
Bellatriu afirma que esta culpa “no es algo relacionado solo con los corredores, es algo genérico que ocurre en todos los deportes” y también a todos los niveles, desde amateurs como nosotros a deportistas de alto rendimiento. Pero, ¿cómo lidiar con ello? ¿Qué hacer para evitar esa sensación o hacerla más llevadera? He pedido a Bellatriu y al entrenador Marc Bañuls, autor de varios libros sobre correr y el podcast Manual del corredor, que nos den algunas claves:
- Aprende a escuchar las necesidades de tu cuerpo y de tu vida. “Está bien incorporar el correr a tu vida, crear una rutina y que el deporte tenga su espacio, pero hay que saber escuchar a tu cuerpo y también lo que te pide la vida”, considera Bellatriu. “Tenemos trabajo, familia y la relaciones, y no podemos ser rígidos ni creer que si no lo hacemos todo ya no está bien. Hay mucha gente que piensa en el 0,1% de veces que no cumple en vez de en el 99,9% que si lo ha hecho”.
- Celebra los pequeños logros. “Una estrategia efectiva es mantener expectativas realistas y celebrar los logros, incluso si son pequeños”, cuenta Bañuls. “Esto ayuda a mantener la motivación y a mantener una actitud positiva hacia el entrenamiento futuro”.
- Cuándo estar más alerta: las semanas que hay carrera. Bellatriu cuenta que esta sensación de culpa puede surgir con más fuerza cuando se acerca una carrera o competición que hayamos preparado, tanto por los nervios como por el cansancio físico y mental acumulado. “En esos días lo que no tenemos controlado, lo que se escapa de nuestro control, puede hacer un poco más de mella”, cuenta.
- Mejor un poco que nada. Puede que te haya pasado que algún día que pensabas salir a hacer un entrenamiento determinado (50 minutos de carrera, o unas series...) acabes no haciéndolo porque ves que no vas a poder completarlo: porque estás un poco cansado, porque no dispones de tanto tiempo... En esos días, Bañuls recomienda salir a correr, pero lo que se pueda: “Simplemente salir a correr durante 20 minutos será mucho más efectivo que no quedarse en casa con esos pensamientos negativos. Esto ayuda a mantener la motivación y a mantener la confianza en uno mismo, incluso cuando surgen contratiempos”.
- No pasa nada por no entrenar un día. “La realidad es que para un corredor que sigue un plan de entrenamiento, saltarse un día ocasional no suele tener repercusiones significativas en su rendimiento a largo plazo”, cuenta Bañuls. “La constancia es importante, pero un día perdido no debería afectar drásticamente los resultados si se retoma el entrenamiento con regularidad. La coherencia a largo plazo supera la importancia de un día específico de entrenamiento”.
- Establece una relación saludable con el deporte. “Tan importante es mantener un compromiso con uno mismo, marcarnos unas metas, como tener la flexibilidad para saber cuándo hay que saltarse ese compromiso”, cuenta Bellatriu. “Al final, hacer pequeñas excepciones es mucho más saludable que ser totalmente rígido y empeñarse en cumplir al 100%”.
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