La ONU presiona a los grupos afganos para que pacten un Gobierno provisional
La cumbre de Bonn no llega a un acuerdo sobre el envío de una fuerza internacional de paz
Bajo una fuerte presión de la comunidad internacional y exhaustos por cinco días de intensas negociaciones, los jefes de las cuatro facciones afganas reunidas en las cercanías de Bonn ultimaban anoche un acuerdo de mínimos para poner en marcha la transición postalibán. El representante especial de Naciones Unidas para Afganistán, el argelino Lakhdar Brahimi, trataba de convencer a los afganos de la necesidad de formar este fin de semana un gabinete provisional que gobierne Afganistán durante los próximos meses.
Ese Gabinete relevará en el poder al Gobierno encabezado por el máximo líder de la Alianza del Norte y todavía presidente de Afganistán reconocido por la comunidad internacional, Burhanudin Rabani, instalado desde hace dos semanas en Kabul. Varios Gobiernos, entre ellos los de EE UU, Reino Unido, Rusia, Alemania, Irán y el propio Brahimi se pusieron en contacto telefónico ayer con Rabani para pedirle que dejase de bloquear las negociaciones, lo que al final consiguieron.
El viernes, el líder de la Alianza frenó el acuerdo en Bonn al no dar su visto bueno a la lista de candidatos al Gabinete de transición. Anoche se desconocía si Rabani tendrá reservado algún papel en la transición. Según fuentes diplomáticas citadas por la agencia France Presse, ni Rabani ni el ex rey Mohamed Zahir Shah presidirán el nuevo Gabinete.
Los delegados afganos seguían ayer negociando los nombres de los 20 o 30 integrantes de esa Administración interina, según el término utilizado por la ONU, que deberá gobernar Afganistán hasta la próxima primavera, cuando está previsto que una Loya Jirga (asamblea tradicional afgana) de emergencia nombre a un Gobierno de transición para los dos años siguientes. Al final del proceso se celebrarán elecciones libres.
El ambiente que rodeaba anoche las negociaciones de Bonn era de cansancio e incertidumbre. Ningún portavoz de la ONU, organizadora de la reunión, compareció ante los periodistas durante el día para explicar qué sucedía en el hotel-residencia de Petesberg, escenario de las conversaciones. Naciones Unidas aplazó indefinidamente una conferencia de prensa prevista para las ocho de la tarde. 'No tiene sentido convocar una conferencia de prensa si no hay nada que decir', dijeron fuentes de la ONU. Su portavoz en las conversaciones, Ahmad Fawzi, declaró por la tarde que todavía era posible hallar una fórmula aceptable para todas las partes antes de medianoche.
Los delegados de la Alianza del Norte y los otros tres grupos reunidos en Bonn -el Grupo de Roma, la Asamblea de Peshawar y el Grupo de Chipre- aseguraban que el acuerdo era inminente. 'Se han logrado progresos significativos para formar una autoridad de transición', declaró en Kabul el ministro de Asuntos Exteriores, Abdulá Abdulá, quien, presionado por los periodistas, señaló que habría acuerdo 'en uno o dos días'.
Las discrepancias internas surgidas en el seno de la Alianza del Norte, una coalición multiétnica formada por tayikos, uzbekos y hazaras, han obligado a rebajar las aspiraciones de la ONU, que buscaba un acuerdo más amplio del que se negociaba anoche. Naciones Unidas ha renunciado a la idea de formar un Consejo Supremo con 200 y 300 integrantes y ha optado por dejar en manos de la Loya Jirga la función de Parlamento. Las facciones reunidas en Bonn tampoco habían llegado anoche a un entendimiento sobre el despliegue de una fuerza de paz internacional para garantizar la seguridad durante la transición, como pretendía la ONU, y parece que la declaración final de la reunión únicamente hará una referencia general al asunto, sin especificar el número ni la nacionalidad de los soldados que serán enviados Afganistán.
Ahora o nunca
Ahora o nunca. El mensaje ha sonado una y otra vez durante toda la semana en los oídos de los delegados afganos reunidos en los lujosos salones del palacio de Petesberg. La ONU, organizadora de la reunión, no deja de repetir desde el martes que ésta es una oportunidad irrepetible para poner de nuevo en pie un país arrasado por 25 años de guerra y que hay mucho dinero en juego. 'Afganistán jamás ha recibido, ni jamás recibirá, tanta atención del mundo como ahora', afirmó el portavoz de Naciones Unidas en la conferencia interafgana. Sería un error no aprovechar esta ocasión, y cualquier error, por pequeño que sea, podría precipitar al país de nuevo al abismo'. La presión de la comunidad internacional ha sido clave para arrancar a los delegados afganos un acuerdo que ayer parecía inminente. Observadores de 18 países y de la UE han convivido estrechamente con ellos durante toda la semana. Algunos afganos han llegado a saltarse la norma de ayuno del Ramadán y han compartido, en pleno día, comida y bebida con diplomáticos occidentales. No hay duda de que las promesas de apoyo financiero a la reconstrucción de Afganistán han ayudado a convencer a las cuatro facciones reunidas en Bonn de que es necesario poner en marcha la transición y dejar atrás el periodo talibán. Sin acuerdo, les han repetido una y otra vez, no hay dinero.
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