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El presidente Rabbani propone elecciones en Afganistán en tan sólo dos meses

El líder de la Alianza rechaza la monarquía por ser algo tan 'extinto como los dinosaurios'

Guillermo Altares

Burhanudin Rabbani, líder de la Alianza del Norte y el hombre que actualmente ocupa el palacio presidencial en Kabul, limitó ayer la posible presencia en Afganistán de cascos azules de Naciones Unidas a tan sólo 200 hombres. Rabbani, en contra de las pretensiones de la ONU, señaló en una conferencia de prensa, que la fuerza multinacional debe constreñirse a 'proporcionar seguridad a los líderes exilados que vuelven' a Afganistán. 'La seguridad en Kabul tiene que estar garantizada por los propios afganos', destacó Rabbani al hacer público su punto de vista sobre la conferencia de paz para Afganistán, que se celebra en Bonn.

Rabbani, presidente provisional de Afganistán, y cuyo Gobierno siguió siendo reconocido por la ONU durante el periodo en el que los talibanes estuvieron en el poder, aseguró que cualquier Gobierno interino que se forme ha de ser elegido por votación popular y se mostró favorable a celebrar los comicios en un plazo de dos meses.

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Este tayiko de 61 años dejó clara su oposición a la monarquía, que consideró una forma de Gobierno 'tan extinta como los dinosaurios', aunque dio la bienvenida al derrocado rey Zahir Shah, exiliado en Roma desde 1973, siempre que vuelva de forma individual como una 'persona privada'. Zahir Shah pertenece a la etnia pastún, la mayoritaria en Afganistán y entre la que goza de muchas simpatías. 'Creo', dijo Rabbani, 'que la gente que debe gobernar Afganistán en el futuro tiene que ser elegida dentro del país'.

El plan de Naciones Unidas, que podría prolongar la transición en Afganistán durante dos años y medio, prevé la elección de un Gobierno provisional y de un amplio consejo, que comenzaría a redactar una constitución, antes de la convocatoria de una Loya Jirga -la asamblea tradicional afgana-. Después se celebrarían elecciones libres, algo que nunca ha conocido este país, cuya historia reciente está marcada por 23 años de conflictos.

Rabbani, que permaneció como presidente en Kabul hasta la entrada de los talibanes en la capital, en 1996, pretende, sin embargo, comenzar por las elecciones e incluso propone que sean electos los miembros de la Loya Jirga en la que tradicionalmente se sentaban los jefes tribales y ancianos influyentes. No parece tener en cuenta el líder de la Alianza del Norte, que Afganistán es un país sin carreteras, ni teléfonos, ni comunicaciones, ni medios de información y, en principio, sin posibilidades para celebrar unos comicios medianamente limpios y democráticos. Eso sí, para demostrar su voluntad aperturista y democratizadora, Rabbani destacó que las mujeres 'deben poder votar y poder ser elegidas'.

Rabbani, cuya ausencia de las discusiones en Bonn ha sido interpretada como un signo de debilidad, tocó también uno de los temas más delicados de la transición afgana: ¿qué ocurrirá con los miles de combatientes de la Alianza del Norte cuando ya no sean necesarios? Señaló que debe recogerse el destino de los combatientes en cualquier tratado de paz.

Asimismo, Rabbani metió el dedo en la llaga de la división étnica del país e indicó que al igual que tienen que contar con representantes todas las facciones y partidos políticos, 'también hay que tener en cuenta el porcentaje que representan en la población los diferentes grupos étnicos'. Rabbani matizó que si los pastunes (38%) forman la mayoría relativa de la población afgana, los grupos étnicos que apoyan a la Alianza del Norte -tayikos (25%), hazaras (shíies, 19%) y uzbekos (6%)- cubren un segmento mucho más amplio de la población.

El presidente Rabbani (en el centro, con turbante) abandona el palacio presidencial de Kabul tras ofrecer una rueda de prensa.
El presidente Rabbani (en el centro, con turbante) abandona el palacio presidencial de Kabul tras ofrecer una rueda de prensa.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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