'Bin Laden tenía los bolsillos llenos y repartía cuando quería'
Es muy fácil imaginar cómo Bin Laden, con su fortuna, extendió su influencia entre los miembros de la sigilosa jerarquía talibán. Según Mohammed Jaksar, que se convirtió en el desertor de más alto rango del régimen talibán del cual era delegado del Ministerio del Interior, el saudí 'tenía los bolsillos llenos de billetes; cuando quería sacaba su dinero y lo repartía', a veces 50.000 dólares (cerca de 10 millones de pesetas) y hasta 100.000 dólares (unos 20 millones de pesetas)de una vez. No es difícil entender tampoco lo que obtenía Bin Laden con su largueza: la total libertad para hacer funcionar a su red terrorista Al Qaeda. 'Osama hacía lo que quería. Nadie lo podía parar', afirmó Jaksar en una entrevista.
'Presentí que cuando vinieran extranjeros a Afganistán, nuestro país se hundiría'
Por primera vez, un antiguo miembro del régimen talibán habla públicamente y permite rastrear dentro del Estado islámico tal vez más represivo del mundo y refugio de los terroristas extranjeros acusados de los atentados del 11 de septiembre. En su día, amigo cercano del mulá Omar, su jefe supremo, Jaksar rompió con los de su bando cuando huyeron de Kabul. La semana pasada manifestó su apoyo a la Alianza del Norte, que controla ahora la capital afgana.
En su casa de Kabul, donde sigue viviendo con su mujer, Mohammad Jaksar describe un régimen comprado por Bin Laden. El millonario saudí prodigaba regalos a los talibanes (dinero, coches flamantes) y también procuraba armas para luchar contra la Alianza del Norte durante la guerra civil. 'Los miembros de Al Qaeda eran importantes para los talibanes. Daban dinero y los talibanes confiaban en ellos'.
La relación entre Bin Laden y los talibanes hundía sus raíces también en su fe común en un islam radical y en sus juicios antioccidentales. Pero Jaksar dice que estaba asombrado por el papel primordial que jugaba el dinero esos últimos años. Aunque no menciona cifras, informes de los servicios de inteligencia estadounidenses estiman los pagos al régimen talibán en 100 millones de dólares (unos 19.000 millones de pesetas) en efectivo y, además, ayuda militar desde 1996.
Jaksar, de origen pastún, quien con su larga barba casi blanca parece más viejo de los 41 años que tiene, fue un personaje clave del movimiento talibán como jefe de los servicios de inteligencia y luego delegado del represivo Ministerio del Interior. Afirma que su fortuna ha decaído con la llegada de Bin Laden y sus combatientes extranjeros. Según él, empezó entonces un diálogo secreto con Massoud, el jefe de la oposición asesinado en septiembre, lo que confirma Abdulá, ministro de Asuntos Exteriores de la Alianza del Norte, y asegura haber cooperado con los servicios norteamericanos cuando llegaron agentes disfrazados de periodistas a pedirle informaciones. El portavoz de la CIA en Washington, Tom Crispell, no quiso hacer comentarios y añadió que la CIA no solía usar a los periodistas estadounidenses como tapadera. Sin embargo, Jaksar procuró bastantes informaciones a la Alianza del Norte para quedar libre y no sufrir la suerte prometida a otros líderes talibanes: prisión o muerte. Su casa de Kabul está vigilada por muyahidin para evitar represalias de parte de sus antiguos compañeros.
'Desde el principio estaba en contra de la llegada de árabes y otros extranjeros a Afganistán, pero, según los talibanes, no tenía que decir nada', señala Jaksar. 'En aquel entonces presentí que cuando vinieran extranjeros a nuestro país se hundiría. Mire lo que pasa ahora', añade. Según su testimonio, tuvo una entrevista con Bin Laden en 1996; le dijo que no habría 'más yihad en Afganistán porque podemos solucionar solos nuestros problemas'. Jaksar subraya que, además de Omar, el líder de Al Qaeda tenía otros partidarios de alto rango, como el primer ministro, Abdul Razaq.
Jaksar comenta que no sabía nada del ataque planificado contra EE UU e ignora si Omar u otros líderes estaban enterados. Dice no haber tenido ninguna duda de quién era responsable. Según él, le contestaron: 'Te estás volviendo loco, Osama no ha hecho tal cosa; pero si lo ha hecho, era una buena cosa'. Se marcharon el 12 de noviembre. Jaksar decidió quedarse: 'Es mi país, no quería irme'.
© The Washington Post
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