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Los guerreros vuelven a casa

El fervor se apaga entre los paquistaníes que habían ido a luchar a Afganistán

Ángeles Espinosa

Engañados y apaleados. Los paquistaníes que, con más entusiasmo que ardor guerrero, cruzaron hace un par de semanas la frontera con Afganistán para unirse a la batalla contra Estados Unidos, están regresando a sus pueblos con historias de terror. 'Los talibanes nos han tratado muy mal', explica Mohamed Amin, comisionado de Mingaora, uno de los distritos de la provincia de la Frontera Noroccidental que envió voluntarios a la yihad.

'Sí, sí. Los yihadis han empezado a regresar', confirma Amin. 'Cuentan que muchos de sus compañeros han sido asesinados o detenidos por las fuerzas de Masud', como muchos se refieren todavía aquí a la Alianza del Norte por su líder asesinado, Ahmed Shah Masud. La conversación se realiza por teléfono ante la negativa de las autoridades paquistaníes a autorizar el acceso de los periodistas extranjeros a las llamadas zonas tribales, una franja fronteriza donde el Gobierno central tiene un control limitado.

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Otros han podido morir en los bombardeos. De los 800 hombres que salieron de la agencia de Wazirstan Sur (una de las siete autonomías tribales), sólo 50 habían regresado hasta ayer, según la prensa paquistaní. La ausencia de los demás preocupa tanto que el consejo de jefes tribales ha pedido a la Alianza del Norte la inmediata liberación de sus parientes y amenazado con tomar represalias contra 300 uzbekos y tayikos asentados en la zona si no regresan pronto a Pakistán.

Más al norte, en los distritos de Dir Alto, Dir Bajo y Kohistan, los ánimos también andan caldeados. La mayoría de los 1.200 hombres armados que respondieron al llamamiento de Tehrik Nafaz Shariat-e-Muhammadi (TNSM) han quedado atrapados en varios lugares de Afganistán tras la retirada de los talibanes. El TNSM es el partido paquistaní más próximo en sus postulados al movimiento talibán. Hasta ayer, sus mesas petitorias seguían recogiendo dinero para ayudar a sus hermanos del otro lado de la frontera.

Pero lo que más ha indignado a la población local es que el líder del TNSM, el maulana Mahmood Jan, haya regresado dejándoles atrás. Las autoridades han bloqueado su entrada y se encuentra en tierra de nadie con 30 de sus hombres. 'La gente culpa de lo sucedido a la mala organización del Tehrik', explica Amín antes de relatar que algunos 'incluso han retirado las banderas de ese partido de las ventanas de sus casas'. Algunas informaciones hablan de que 350 de esos voluntarios habrían muerto. No se sabrá hasta dentro de algún tiempo.

En lo que coinciden todos los relatos es en que sus supuestos anfitriones les han tratado muy mal. 'Algunos han contado que los talibanes han llegado a matar a yihadis para quitarles las armas y el dinero', relata Amín. Prueba del temor que han pasado, muchos de los que regresan se han afeitado la barba (uno de los signos de su militancia islámica) para salvar sus vidas. Ese signo les asociaba de forma automática con los rigoristas que ahora han perdido el poder.

Tal vez esas noticias hayan influido en la súbita disminución del entusiasmo protalibán de los paquistaníes. Las manifestaciones de apoyo a ese movimiento se han diluido con tanta rapidez como la Alianza del Norte ha avanzado sobre Kabul. Apenas unas docenas de simpatizantes acudieron ayer a la concentración de Peshawar, una ciudad fronteriza que acoge a más de un millón de afganos y que en viernes pasados había reunido a varios miles. Incluso las famosas camisetas con la imagen de Osama Bin Laden han perdido cotización en el bazar de Quisa Jawani, o de los Contadores de Cuentos.

El Gobierno paquistaní ha asegurado desde el principio que apenas unas docenas habían cruzado la frontera. Ahora ante las noticias de que cientos de sus ciudadanos pueden haber muerto en Afganistán, sigue manteniendo una actitud un tanto distante. 'No hay forma de verificar que sean realmente paquistaníes', ha repetido el portavoz del Ministerio de Exteriores.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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