La gimnasia ya no es cosa de niñas
La reinventada Ponor, a punto de cumplir 29 años, es solo una de las muchas gimnastas veteranas candidatas a medalla
El equipo rumano de gimnasia, el heredero de Comaneci, no está en Río, precisamente cuando se cumplen 40 años de aquel 10 mítico. Es como si Estados Unidos no se hubiera clasificado en baloncesto o estuvieran ausentes de la pista carioca los velocistas jamaicanos. Un drama. Pero ahí está Catalina Ponor, la reina de Atenas 2004 con sus tres medallas de oro, para salvar el honor de Rumania. Ponor, que se ha reinventado para la gimnasia tras un par de retiradas, fue la exultante abanderada del equipo en la inauguración de Maracaná y, además de una gimnasta excepcional, es el ejemplo perfecto de que este deporte ya no es cosa de niñas. Hoy tomarán el Río Olympic Arena un buen grupo de veteranas que, ya cumplida la veintena (y algunas la treintena), optan a medalla.
Entre todas ellas sobresale Chuvositina. Tiene 41 años y empezó a competir con la Unión Soviética. Sus primeros Juegos fueron Barcelona 92, donde participó bajo la bandera de la CEI, que agrupaba a las ex repúblicas soviéticas. Lo ha hecho también por Alemania (donde se instaló para tratar a su hijo de una leucemia) y para la que ganó su única medalla olímpica individual (la plata en salto de Pekín 2008). Ahora ha vuelto a casa, a Uzbekistán.
Chusovitina lleva asombrando al mundo gimnástico desde 2003, cuando ya era una veterana de 28 años, lo que entonces se consideraba una edad imposible en un deporte que desde Comaneci y sus 14 años en Montreal 76 era monopolio de adolescentes asombrosas. Desde entonces ninguna veinteañera ha ganado la corona individual, y abundan las campeonas de 16 años, la edad mínima para competir: Gutsu, en Barcelona 92; Raducan, en Sídney 2000 (luego descalificada); Patterson, en Atenas 2004 y Douglas, en Londres 2012.
Reina de Atenas 2004
Aunque Chusovitina sigue siendo una excepción increíble en un deporte que exige flexibilidad infinita, fuerza y coordinación y semanas de 40 horas de entrenamiento, la prolongación de la vida útil de las gimnastas es un hecho. Ponor cumplirá 29 años el 20 de agosto. Se retiró después de reinar sobre la barra y el suelo de Atenas 2004 y cuando volvió por segunda vez del retiro para impulsar a una Rumania en horas bajas, logró la plata en suelo y un bronce por equipos en Londres 2012. Ahora tiene posibilidades también en barra, con esa gimnasia suave, precisa y diferente que aún mantiene.
Junto a Ponor, en el tapiz de Río hay otras veteranas ilustres: como la norcoreana Hong Un-Jong, con un salto único con triple pirueta que ya se ha visto en los ensayos y unos oficiales 27 años (su país fue apartado varios años por falsear la edad de sus gimnastas); la local Hypolito, de 31 años, y que fue la primera campeona mundial de Brasil, en el suelo de Gante en 2001; la griega Miloussi (32 años) o la gran capitana italiana, Vanessa Ferrari, que fue campeona del mundo absoluta en 2006, y tiene 25 años. Además, todos los equipos, y son 12, cuentan con al menos una gimnasta de más de 20 años y en el caso de las americanas, favoritas indiscutibles a todo, dos: la vigente campeona olímpica (Gabby Douglas, 20) y Ally Raisman (22), oro en suelo hace cuatro años.
¿Y a qué se debe esa nueva longevidad? Pues en parte al establecimiento de una edad mínima. Pero, también, porque la gimnasia ha cambiado. Como decía Patricia Moreno, medalla en Atenas 2004, hace unos días: “La gimnasia se está profesionalizando y cada vez más gimnastas lo dejan un par de años y luego vuelven”. El ejemplo se puede ver en Río.
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