El 'caso L'Oréal' salpica de lleno a Sarkozy
La ex contable de la mujer más rica de Francia declara a la policía que el presidente recibió financiación ilegal para su campaña - "Preparé un sobre con 150.000 euros"
El lunes, al ser llamada por la policía, la que fue contable de la mujer más rica de Francia se dijo a sí misma: "Es hora de contar lo que pasó". Y lo ha hecho. Claire Thibout, ex empleada de Liliane Bettencourt, que heredó el imperio L'Oréal, contó primero a los expertos policiales y luego al periódico digital Mediapart, entre otras revelaciones explosivas, que el partido de Nicolas Sarkozy, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), se benefició de 150.000 euros en efectivo provenientes de la fortuna de Bettencourt para su campaña electoral de 2007. Algo ilegal en Francia, donde las donaciones privadas a partidos políticos no pueden exceder de los 7.500 euros.
La ex contable también aseguró que Sarkozy, desde 1983 hasta 2000, esto es, durante sus años de alcalde de Neuilly, localidad cercana a París donde vive Bettencourt, pertenecía al conjunto de políticos que pasaba con frecuencia por el palacete de la familia a comer "y luego se iban con un sobre con dinero". Así, el caso L'Oréal, hasta ahora centrado en el ministro de Trabajo, Eric Woerth, acusado sobre todo de conflicto de intereses, afecta ya al mismo corazón del Estado francés: el Elíseo. Desde allí, se apresuraron ayer a desmentir todas las acusaciones.
Las donaciones privadas a partidos no pueden exceder de los 7.500 euros
La empleada tuvo que retirar 100.000 euros de una cuenta opaca en Suiza
El mandatario francés califica de "calumnias" las acusaciones
"Tengo ganas de estrangular a alguien", asegura el ministro implicado
Pero el Gobierno de Sarkozy, noqueado desde hace días por la retahíla de escándalos sobre este asunto, se tambalea: hay diputados de su propio partido que reclaman que el cambio de ministros anunciado por Sarkozy para el próximo mes de octubre se lleve a cabo ya. Y el portavoz del grupo de la UMP en la Asamblea Nacional, Jean-François Copé, ha pedido al presidente de la República que se dirija a los franceses a fin de "poner las cosas en perspectiva".
La ex contable no aporta pruebas. Pero sí da detalles que otorgan al relato, al menos, verosimilitud. Thibout cuenta a Mediapart que, tras la muerte de André Bettencourt, marido de Liliane y varias veces ministro, era el gestor personal de la fortuna de la anciana, Patrice de Maistre, el que se ocupaba de "pagar a los políticos". Y que este, a finales de marzo de 2007 (dos meses antes de las elecciones presidenciales, pues), le pidió 150.000 euros en efectivo. "Yo le pregunté para qué y él me respondió: 'Para financiar a Sarkozy'. Le contesté que solo tenía autorización para sacar del banco 50.000 euros cada semana. Insistió, con un verdadero ataque de nervios, pero yo me seguí negando. Luego le di los 50.000 a madame Bettencourt, que los metió en un sobre y se los dio a De Maistre, delante de mí. Puse en el cuaderno de contabilidad: 'Bettencourt', que era lo que ponía cuando se trababa de sumas para políticos a fin de no dejar huellas", asegura Thibout. "Después, de la cuenta de Ginebra sacó los 100.000 que faltaban. Y me dijo que tenía una cena muy pronto con Eric Woerth
[por entonces solo tesorero de la UMP] para darle discretamente el dinero".
La contable, que trabajó en la casa Bettencourt desde 1995 hasta 2008, relata después las "comidas con sobres" para políticos que, según ella, eran toda una costumbre en el palacete: "Dedé
[así se conocía en la casa a André Bettencourt] siempre financió a la derecha, no lo ocultó. Era un auténtico desfile. Y les daba generosamente, 100.000 o 200.000 euros".
A estas comidas acudía Sarkozy: "Era un habitual. Venía mucho con [su anterior esposa] Cecilia. También él recibía el sobre. Todo ocurría en un saloncito de la planta baja, cerca del comedor, después de comer (...) El día que venía algún político, tanto Sarkozy como otros, me pedían que preparase un sobre almohadillado de tamaño medio".
Ya nadie se acuerda en Francia de que todo el asunto empezó siendo, simplemente, la exhibición pública de los trapos sucios de una familia (riquísima, eso sí). En el fondo, un culebrón mediático-sentimental con madres, hijas y presuntos seductores de ancianas ricas que, de golpe y porrazo, gracias a unas grabaciones furtivas elaboradas por el mayordomo y ahora las declaraciones de la contable, se ha convertido no solo en un asunto de Estado sino en uno de los mayores escándalos de la legislatura.
Sarkozy, en una visita en un hospital, prefirió ayer referirse al tema de refilón, desde una hipotética posición de altura -no como afectado- con una muesca de asco y de desprecio aseguró: "Me gustaría que mi país se interesara más por temas como la jubilación y no que se abalanzara sobre el primer horror o calumnia que llega".
Woerth, ministro encargado de tramitar la decisiva reforma de las pensiones, acosado ya desde varios frentes, se encuentra ahora también en el ojo del huracán por su labor de tesorero de la UMP durante ocho años. Ayer acudió a la cadena de televisión TF1 a defenderse. Nervioso, irritado, combativo, confuso, negó los hechos, culpó al Partido Socialista de estar detrás de la campaña, a su juicio, orquestada contra él y aseguró que no va a dimitir. "No hay ninguna razón para hacerlo", señaló. Y añadió, dirigiéndose a la presentadora: "Nunca, y míreme a los ojos, he tocado un euro ilegal". Antes, en la Asamblea, a sus compañeros diputados, les confesó sin precisar: "Tengo ganas de estrangular a alguien".
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